Ya hemos glosado en otras ocasiones la
altura profesional y la habilidad social (y casi política) de Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes, pero no es posible dejar de repetirse. Porque la visita del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no es solo
la primera que realiza a la ONT un jefe del Ejecutivo, ni una formidable ocasión para presumir de un organismo que convierte en virtud el a veces controvertido anhelo de la cohesión en el ámbito de la sanidad, ni siquiera una oportuna respuesta vertebradora en una jornada de órdago y aúpa soberanista
from Catalonia… El
gesto de Rajoy tiene una clara lectura en clave de política nacional, pero también de claro reconocimiento a la figura y gestión de Matesanz que ha convertido la ONT en ejemplo y referencia de trabajo, de resultados, de relevancia internacional, de operatividad y austeridad y, sobre todo, de
esperanza, que es un intangible que para sí quisiera cualquier agente que trabaje en la sanidad. Habrá que preparar nuevos elogios porque
no es probable que Matesanz se conforme con la bendición presidencial; más bien seguirá inquieto y osado, buscando nuevas vías y posibilidades de mejora, para que la ONT no deje de ser el logro que ya es.
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