El
Pacto por la Sanidad no es como aquel personaje de ficción,
Bitelchús, que si alguien le nombraba tres veces seguidas, aparecía. Si lo fuera, tendríamos cientos, miles, porque en los últimos años han sido muchas personas las que lo han pedido de forma reiterada. Pero el obstáculo principal para alcanzar el anhelado
Pacto por la Sanidad es el mismo que estos meses tiene a España con un Gobierno en funciones, y que amenaza con que se vayan a repetir elecciones: la voluntad política. Para formar un nuevo Ejecutivo los partidos están poniendo
excusas variopintas sin reparar en que el oficio de político debiera tener entre sus principales virtudes la negociación y el consenso, porque con mayorías suficientes o absolutas parece obvio que es fácil llegar a
La Moncloa. ¿Se van a repetir las elecciones hasta que alguien pueda gobernar por sí mismo? Igual sucede con el Pacto por la Sanidad. No hay, no ha habido, y
parece muy difícil que vaya a haber negociaciones y consensos, voluntad política en definitiva para ir más allá de declaraciones de intenciones que quedan muy políticamente correctas en titulares de prensa. Pero la cosa se complica. En las legislaturas anteriores los 'clásicos' fueron incapaces de pactar por el
Sistema Nacional de Salud. Ahora que hay nuevos actores en el Parlamento parece ya una utopía. Es el momento de que la sociedad, el sector sanitario como voz muy autorizada, pidan responsabilidad a sus políticos para que las sedes parlamentarias sirvan para eso, para parlamentar, que
según dice la RAE no es otra cosa que "
entablar conversaciones con la parte contraria para intentar ajustar un contrato o zanjar cualquier diferencia".
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