Con
la encuesta del CIS publicada este jueves en la mano,
llama la atención que la valoración de todos los ministros ascienda, pero sobre todo que la de
Alfonso Alonso sea la que menos lo hace (0,1 puntos), por debajo incluso del polémico
Wert. Parece como si
en la calle la gente no supiera realmente qué está haciendo el ministro desde que tomó posesión allá por diciembre. Como si no hubiese solucionado con buena nota
la crisis de la hepatitis C. Como si no hubiese modulado algunas de las medidas más controvertidas del periodo
Ana Mato. Como si su equipo, con
Rubén Moreno a la cabeza, no hubiera estado
apagando muchos de los fuegos que dejó encendidos la anterior secretaria general,
Pilar Farjas. Da la impresión que la gente sigue con el
runrún demagógico de las privatizaciones, con el de los
recortes, y que eso está lastrando la imagen de
Alonso para que su valoración no crezca más. Porque si no,
no es muy creíble que los otros ministros hayan pasado de una tendencia negativa de anteriores encuestas del CIS a de la noche a la mañana superar a un
Alfonso Alonso que venía con una imagen
dialogante y conciliadora de su etapa de
portavoz en el Congreso. Seguro que si la opinión pública conociera de verdad la actividad de
Alfonso Alonso y su equipo, y pudiera abstraerse de la
herencia de la etapa Mato (y del ruido mediático que ella arrastraba como política),
el resultado de la encuesta sería otro.
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