Opinión

A propósito de un premio Nobel


Eduardo López-Collazo, director científico del IdiPAZ del Hospital La Paz
Doble Hélice

07 octubre 2018. 12.20H
Se lee en 3 minutos
Como cada año la Fundación Nobel se toma una semana para anunciar, día tras día, quiénes entrarán en el altar sueco de la sabiduría y el buen hacer humano. La semana comienza con el Nobel de Medicina y Fisiología y esta vez los nombres de los agraciados, James P. Allison y Tasuku Honjo, están ligados a la inmunoterapia en el cáncer. Ellos fueron los que introdujeron la palabra 'inmunocheckpoint' en las consultas oncológicas, haciendo que tumores con una mortalidad del 100 por ciento pasaran al equipo de los tratables con un éxito considerable.

La idea es sencilla y la aplicación brillante. Muchos tumores son capaces de expresar en su superficie algunas moléculas capaces de interactuar con otras que se encuentran en células del sistema inmune. Como resultado de esta especie de conversación entre el tumor y las defensas, las últimas caen en un estado de cansancio que les impide orquestar una respuesta antitumoral apropiada. De esta manera, el tumor tiene barra libre y paciente se queda sin opciones. Si rompemos esta interacción con algunos anticuerpos que bloquean las moléculas involucradas se logra que las defensas realicen su trabajo y dibujamos sonrisas. 

Sin embargo, el  regocijo por la inmunología dentro del cáncer tiene una historia corta y curiosa. Cuando amanecía el siglo XXI, la revista Cell publicaba una revisión que pronto se convertiría en referencia obligada para los estudiosos del cáncer. En ella se definían sesudamente los distintivos de esta enfermedad, en inglés decimos 'hallmarks', pero no aparecía por ninguna parte el sistema inmune, las defensas. Unos pocos años después un equipito de desconocidos que pernoctaban por el Hospital La Paz, describió cómo una gran cantidad de tumores ejercían una “mala influencia” sobre las células del sistema inmune y los atraía al lado oscuro. Entonces las risas fueron sonoras, de hecho una conocidísima investigadora del campo dijo públicamente que el sistema inmune nada tenía que hacer en la evolución de un tumor. De aquello me acuerdo perfectamente, era mi incipiente grupo de trabajo quien estuvo en el ojo del huracán. Pero el tiempo es el mejor juez. Hoy nadie duda de la importancia del microambiente tumoral en el desarrollo de esta enfermedad. La misma revista Cell, con los mismos autores, claudicaron once años después e incluyeron al sistema inmune dentro de los distintivos del cáncer. Y la coronación tendrá lugar el 10 de diciembre cuando Allison y Honjo recojan su premio en la capital sueca.

En ciencia nada está escrito con fuego y sólo los datos tienen la potestad de destrozar una teoría o llevarla hasta Estocolmo, tengámoslo en cuenta para la próxima vez que sonriamos frente a una idea nueva. 
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.