Los cuatro años más obtenidos por Juan José Rodríguez Sendín para seguir al frente de los médicos españoles son los mismos four more years con los que Obama celebró su reelección en Estados Unidos hace unos meses. Pero, al margen de cierto paralelismo en la sucesión temporal de sus victorias, ambos presidentes son bastante diferentes. De hecho, el que aquí más nos interesa, Rodríguez Sendín, es diferente de casi cualquiera. Y en esa peculiaridad de carácter puede que se esconda gran parte de la explicación de su incontestable victoria, aún más amplia que en 2009.
Su victoria se ha construido sobre su proverbial habilidad política, que se ha ido moldeando y agudizando con los años. Sendín ya no es aquel bronco representante de los médicos generales, que aprovechaba la menor oportunidad para dar titulares, para gozo de los pocos periodistas especializados del momento y para disgusto de otras sociedades de primaria, que nunca sintonizaron con esa crítica tan directa y poco madurada. Ahora Sendín es una autoridad prudente y reflexiva y, por las mismas, productiva e hipnotizadora.
Hacía mucho tiempo que la OMC no era gobernada bajo estas premisas de autoridad firme y respaldada por una gran mayoría. Más bien hay muchos más ejemplos de lo contrario. Presidentes en precario, como la profesión misma, más pendientes del respaldo que obtenía cada una de sus medidas que por darle forma a una acción integral de Gobierno. Pero Sendín supo advertir desde el primer momento uno de sus cometidos esenciales: pacificar la Organización y, a partir de ahí, hacerla crecer en reconocimiento profesional y también social.
La pacificación (o adormecimiento, según se mire) de la OMC ha sido uno de sus principales logros. También es de destacar sus gestiones para reconducir el asunto de la libre colegiación, reorientada ahora por el Tribunal Constitucional, o la instalación y funcionamiento de la ventanilla única en toda corporación provincial.
Y poco más. Hay que emplear más espacio en justificar el debe de su gestión, que no será fácil de subsanar. Por ejemplo, la reforma de los estatutos, que sigue pendiente, en un fin de semana en el que la Organización Colegial Veterinaria sí ha logrado el visto bueno de la Administración. Otro caso es la difícil pero obligada relación con otros profesionales sanitarios, preferentemente con farmacéuticos y enfermeras. Pese a la inicial sintonía, lo cierto es que no ha habido suficientes avances en lograr una relación profesional de igual a igual, sin rivalidades y, sobre todo, con franqueza y cooperación.
La sombra del vicepresidente Ricard Gutiérrez ha sido y seguirá siendo larga mientras no se sustancien sus presuntas responsabilidades en la gestión del Hospital Sant Pau. Otra sombra, la de Miguel Carrero, presidente de PSN, es probable que le quite el sueño en los próximos años. La Corporación aún le adeuda una medalla que tienen todos los presidentes provinciales por el solo hecho de serlo. Y Carrero fue presidente de La Coruña muchos años.
Pero igual que Sendín mantiene desencuentros en ciertas relaciones personales, ha logrado mejorar algunas, como con AMA, y fraguar otras, como las de los representantes del Foro de la Profesión. En este camino lleva mucho andado en cuanto a articular un foro o grupo de trabajo que sirva para ostentar una sola representación profesional. Pero los avances obtenidos por el Foro, y del que Sendín sería uno de los primeros posibilitadores, están por ver.
A buen seguro que el balance puede ser mejor, más exhaustivo y apropiado. Pero será difícil de transmitir con el actual Departamento de Comunicación, más preocupado en intentar mantener el ritmo informativo de otros a través de un pseudomedio propio, en vez de difundir convenientemente las actividades de la Casa y agrandar, en la medida de lo posible, la figura de un presidente, que quiere convertirse en leyenda. Su autoridad y liderazgo le avalan para conseguirlo. Sus logros para la profesión, todavía no.