Este martes ha sido el último de
Elvira Sanz como
presidenta de Farmaindustria. La también directora general de Pfizer ha finalizado su periodo de dos años al frente de la patronal del medicamento innovador, dos años que ella misma describe como difíciles, sobre todo por su punto de partida.
Y es que hay que recordar cuál era la
situación de la deuda farmacéutica en
2012. Todavía no habían comenzado a ponerse en marcha mecanismos de financiación como el fondo de liquidez autonómico (FLA) y el
impago ‘histórico’ de las administraciones públicas a los laboratorios superaba los
6.000 millones de euros, con un retraso en el abono de la factura farmacéutica que cada vez se dilataba más. Todo ello en un momento en el que, además, la rumorología de las bolsas internacionales hacían pensar que España iba a ser rescatada por la ‘Troika’.
Con este mar de fondo, Elvira Sanz se convirtió en la
primera mujer en llevar el timón de la patronal, que dirigió usando la
cooperación y colaboración con las administraciones como faros para salir del temporal.
Durante esa época, los responsables de varias compañías reclamaban
más mano dura y actitud crítica con la Administración, pero lo cierto es que la c
oncordia y el entendimiento han tenido sus resultados. A pesar de que el Ministerio de Sanidad no fue protagonista en la aprobación de medidas que finalmente han puesto ‘coto’ a la deuda con los proveedores (que caen bajo la competencia de Hacienda), sí se nota la mano del departamento en que se tengan que p
riorizar los pagos a las empresas y compañías sanitarias.
Dentro de este marco de colaboración, a principios de 2014, ambas instituciones firmaron un protocolo que ha permitido que la cooperación sea todavía más estrecha, a través de reuniones mensuales entre representantes públicos y de la industria para abordar los problemas del sector.
Esta buena sintonía ha sido una constante, sobre todo en las relaciones entre
Ana Mato y la propia Sanz.
La puerta de la ministra siempre ha estado abierta para la hasta hoy presidenta de
Farmaindustria, y lo cierto es que Mato ha sabido entender bien las necesidades de una industria para la que, durante los últimos años, la liquidez se había convertido en un problema irresoluble.
Y el horizonte se antoja prometedor. Una de las reclamaciones históricas de Farmaindustria ha calado y la propia Mato reconoce que Sanidad está negociando con el
Ministerio de Hacienda una fórmula para que el gasto farmacéutico esté asociado al crecimiento del PIB. Es decir, lograr la ansiada estabilidad presupuestaria, mantra histórico del sector.
Sin embargo,
también la industria ha tenido que cambiar estructuras y planteamientos durante este periodo. Sanz ha sabido hacer entender a los laboratorios que son parte integrante del Sistema Nacional de Salud (SNS), no un simple proveedor de productos. Y es que pocos podían llegar a pensar que entre las apuestas para la sostenibilidad del gasto farmacéutico español se iban a encontrar nuevas fórmulas de financiación de los medicamentos, como el riesgo compartido o los techos de gasto.
En definitiva, Elvira Sanz se encontró el terreno yermo y estéril que quedó tras el periodo de
Jordi Ramentol al mando de la patronal del medicamento innovador, pero durante los últimos dos años ha logrado regarlo, abonarlo, cuidarlo y cultivarlo para comenzar a recoger sus frutos, con perspectiva de tener
más cosechas en el futuro. Sus logros son muchos, y deja el
listón muy alto para un
Antoni Esteve que, a pesar de contar con el bagaje de haber ocupado ya la presidencia de Farmaindustria, lo tendrá muy
difícil para estar a su altura.
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