A falta de los últimos flecos, este inicio de mes de julio ha dibujado ya con trazo grueso
la nueva fotografía del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud tras las últimas elecciones. Nada menos que
14 consejerías en fase de reconstrucción de cara a los próximos cuatro años. Hay dos aspectos clave que marcan los sucesivos nombramientos: la presencia por primera vez en la historia de
profesionales de la Enfermería y la
predominancia de un perfil más técnico que político en la mayoría de los consejeros.
Los enfermeros son, sin duda alguna, la irrupción histórica más relevante en la sanidad autonómica española. La presencia de
Patricia Gómez Picard al frente de la sanidad
balear es
un paso gigantesco para la profesión enfermera y para el sistema sanitario público. Gracias al valor de la nueva presidenta de Baleares, Francina Armengol,
una enfermera estará al frente de la sanidad, con todo lo que ello invita a pensar.
El hecho ha generado una gran expectativa en el sector, que también tiene que celebrar la presencia de
Jesús Sánchez Martos en la Consejería de Sanidad de
Madrid, en su
doble condición de médico y enfermero. De hecho a él le corresponde el hito, por unos días de antelación, de ser el primer consejero enfermero de la historia española. Sea como fuere,
la Enfermería ha abierto brecha, y ya no va a querer volver a un segundo plano; aspira a más, a que el límite no sea un cargo de consejero o consejera y la profesión
avance también hacia otros altos cargos de la gestión sanitaria gubernamental.
Sin mirar el color de sus partidos, en los demás nombramientos
se interpreta un claro giro hacia el profesional por parte de los gobiernos autonómicos,
quizá motivado por su mala conciencia. Mala conciencia en tanto en cuanto saben que
han sido los sanitarios los más castigados por sus políticas pasadas y porque la presencia de profesionales ajenos al sistema sanitario ha generado muchas suspicacias cuando ha habido necesidad de grandes reformas. Con un perfil más técnico o más político, médicos o enfermeros, pero
casi
todos los nuevos consejeros son profesionales sanitarios, y eso es muy significativo.
Solo hay una excepción, precisamente la última en incorporarse al equipo este último viernes:
María Martín Díez de Baldeón, consejera de Salud de
La Rioja, que desde la comunidad autónoma más pequeña rompe la consonancia con su formación como
ingeniera de montes.
Ingenierías aparte, en el grupo de los
consejeros sanitarios más políticos se puede destacar a
José María Vergeles, punta de lanza de la sanidad socialista
extremeña en la última legislatura como oposición. Su ingente labor en la crítica constructiva se ha visto premiada con el manejo de la cartera con mayor peso presupuestario de la región. Junto a Vergeles se encuentra
Carmen Montón como consejera en
Comunidad Valenciana. Curtida en mil batallas políticas como portavoz de Igualdad del PSOE en el Congreso, Montón está más desconectada de los ‘berenjenales’ sanitarios, pero es médico y profesional perfectamente conocedora del medio al que se enfrenta ahora.
Encarna Guillén representa en
Murcia el paso intermedio entre los consejeros más políticos y los que se encuadran claramente en un perfil técnico-gestor. Su experiencia como diputada se suma a su larga trayectoria como científica y como gerente, un currículum a envidiar.
Por su parte, en el
equipo de los técnicos, el premio al consejero más cercano a la gestión hospitalaria se le puede otorgar al nuevo titular de la sanidad de
Castilla-La Mancha,
Jesús Fernández Sanz, con el valor añadido de su experiencia tanto en la pública como en la privada. También aspiran a este ‘galardón’
Sebastián Celaya, nuevo consejero en
Aragón, que saltó de la gestión hospitalaria a la política hace escasos meses;
Jesús Morera, consejero en
Canarias, con una larga trayectoria en puestos de dirección del palmense Doctor Negrín; y
María Luisa Real, en
Cantabria, que, como punto diferencial, acumula una trayectoria más ligada a la gestión de organismos sanitarios públicos que de hospitales.
Mención especial merece la
continuidad de
Antonio María Sáez Aguado en
Castilla y León y de
Aquilino Alonso en
Andalucía. Continuidad con matices. Sáez Aguado puede presumir de ser el único consejero que
ha sobrevivido a las elecciones en su comunidad autónoma, y eso no es fruto de la casualidad. El presidente castellanoleonés, Juan Vicente Herrera, es conocedor de la
demostrada valía y eficacia de Sáez Aguado a la hora de manejar los avatares de una sanidad más esperanzada que revuelta.
Alonso, por su parte, ha dado el salto de la Viceconsejería a la Consejería de Salud de Andalucía tras la marcha de María José Sánchez Rubio a Política Social. Todo un reto, pues
sobre sus hombros recae ahora el faro sanitario que guiará al resto de comunidades gobernadas por los socialistas.
Quedan por dilucidarse las dos comunidades con más partidos en el arco parlamentario y, por consecuencia, con
mayor dificultad para formar gobiernos estables: Asturias y Navarra. En cualquier caso, las nuevas incorporaciones al Interterritorial tienen una crucial tarea por delante: demostrar que son expertos en materia sanitaria. Y no solo eso, además de atesorar conocimiento están en la obligación de trasladar ese ‘know how’ a la opinión pública para que
la ciudadanía perciba que la sanidad está, esta vez sí, en manos de gente que sabe de sanidad. Ahí el mejor situado en la parrilla es el consejero
Sánchez Martos, conocedor del sector y además experto en divulgar y transmitir el mensaje. Doble aptitud con la que afronta la responsabilidad de cumplir con
la más grande de las expectativas.
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