Después de
una legislatura a la sombra, la Atención Primaria (AP) española ha vuelto a irrumpir en la agenda política y ministerial. El reciente encuentro de las tres sociedades nacionales de médicos de AP (Semergen, SEMG y Semfyc) con el ministro
Alfonso Alonso viene a representar la oportunidad de subirse al tren de un dirigente mediático, muy mediático, que les brinda la posibilidad de multiplicar el alcance de sus reivindicaciones.
Nada menos que un Interterritorial monográfico para la Primaria es lo que han pedido las sociedades al ministro. Una aspiración que Alonso se ha comprometido a estudiar pero que se antoja difícil, dado el estrangulamiento electoral de este 2015. Contando con que la hepatitis C tendrá una reunión interautonómica propia y que
después de mayo gran parte de los consejeros regionales es probable que abandonen su silla, la situación pinta complicada.
Pero ahí está la propuesta.
El 12 de abril se celebra (por quinto año) el Día Nacional de la AP, y se espera que la efeméride no caiga en el olvido como ha sucedido en los últimos dos años. Para ello, los
José Luis Llisterri (presidente de Semergen),
Benjamín Abarca (SEMG) y
Josep Basora (Semfyc) tienen una tarea hercúlea pero no imposible: movilizar a la AP española. ¿Y cuál puede ser la clave para ello?
Si no la única, la más importante es sin duda
la Universidad. Las facultades de Medicina deben servir a los médicos de Familia de
palanca para sumar adeptos a su causa.
Menos del 20 por ciento de las instituciones universitarias cuentan con facultativos de Primaria entre su profesorado, una cifra desoladora que, sin embargo, no es absoluta. Tres cuartas partes de los nuevos grados de Medicina cuentan con la AP en sus programas lectivos, un hito que hace años era impensable.
Hace pocos días, en
una conferencia celebrada en Alicante sobre el tema se ponía de relieve un apoyo imprescindible, que no desconocido, para afianzar la entrada de Familia en los claustros: la investigación.
La AP tiene más talones que Aquiles, y uno de los más débiles es este.
Sin investigación no hay una docencia universitaria fuerte y sin docencia universitaria los estudiantes no querrán ejercer en el primer nivel asistencial sencillamente porque no lo conocen. La pescadilla que se muerde la cola.
El farolillo rojo de la elección MIR se convierte en una losa que ninguno de los líderes de AP ha logrado descargar hasta ahora. Pocos recursos, poco tiempo para atender a los pacientes y para investigar y escasa perspectiva de promoción laboral son las herramientas con las que trabajan día a día miles de médicos en los centros de salud del Sistema Nacional de Salud (SNS).
Y eso, tristemente, está logrando
eclipsar el orgullo que debe sentir un facultativo por resolver el 90 por ciento de los casos que le llegan a diario a la consulta; el orgullo de conocer casi de nombre a gran parte de los más de 1.000 pacientes (a veces 2.000) que tiene asignados; o el orgullo de ser la profesión más valorada de este país. Por ese motivo es necesario actuar ya para devolverle a la AP el prestigio que se merece.
Ha parado el último tren delante de la puerta de entrada del SNS y el médico de Familia no puede quedarse una vez más en el andén.
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