La quema de una fotografía de la consellera balear de Salud, la médica Manuela García, debe alertarnos del grado de
fanatismo que se refugia dentro de un
movimiento independentista como el catalán, espoleado de nuevo tras los resultados de las
Elecciones Generales celebradas el pasado 28 de julio.
El debate sobre la
autodeterminación o no de Cataluña queda automáticamente suspendido cuando se recurre a
actos violentos de esta naturaleza.
Ni
Sánchez, ni
Feijóo merecen ver sus fotos arder por expresar una ideología. Ni el líder de Vox en Cataluña. Nadie. Ni
Puigdemont o Aragonés (por poner el ejemplo opuesto), ni tampoco lo merecería ningún conseller o consellera catalana por apoyar la
obligatoriedad del uso del catalán entre los profresionales sanitarios.
Los posicionamientos políticos se expresan y razonan y luego es el electorado el que respalda mayoritariamente unas ideas, y llegado el momento el
Tribunal Constitucional quien los escruta si es necesario.
En el caso de
Baleares, el
Partido Popular fue muy claro desde el principio, considerando la obligatoriedad del catalán un requisito que perjudicaba la
maltrecha situación de los recursos humanos que atraviesan estas islas. Lógicamente, al tomar posesión del
Govern pusieron en marcha sus promesas electorales. En el caso de Cataluña hay
otro Govern que cree y ejecuta lo contrario. Ambos posicionamientos están avalados y legitimados por sus respectivos electorados, lo que es lo mismo que decir por unas normas de convivencia propias de la
democracia.
Es bajo la luz democrática donde más chirrían episodios lamentables como el de la quema de la fotografía de la
consellera García. La sinrazón, el odio, la violencia de querer imponerse mediante
la amenaza desacredita a cualquiera. Es un límite que no se debe cruzar, y no se puede permitir que se cruce, porque sería el comienzo de la
justificación de comportamientos dictatoriales y de la violencia física e intelectual.
Como bien ha expresado a Redacción Médica el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Tomás Cobo, estas circunstancias ya sabemos que no son anecdóticas, porque nos recuerdan a los puntos de partida de
tiempos oscurísimos de la Humanidad, como el
nazismo, o las
dictaduras que han tenido que padecer numerosos países,
como bien sabemos.
Por eso
no hay que restar gravedad a la situación y sería bueno que la condena viniese de todos los ámbitos democráticos y sociales, para que estos fanáticos supieran que la violencia no tiene justificación, y menos aún cuando quiere amedrantar
políticas elegidas por el pueblo en comicios sin trampa ni cartón.
Redacción Médica quiere expresar nítidamente su repulsa hacia este acto vandálico y respecto a quienes cometieron esta atrocidad, y dar su
respaldo a Manuela García en especial, una médica que ha estado décadas volcada con la asistencia sanitaria, y que además ha demostrado ser una
mujer comprometida con su profesión embarcándose en la vida colegial, y ahora comprometida con la sociedad aceptando el rol de máxima respondable de la
Sanidad balear.
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