Listeria, Salmonelosis, Triquinosis, Botulismo, etc., son muchas las enfermedades que puede contraer el ser humano si no ejercemos un control adecuado de los alimentos que ingerimos. La sanidad animal es un factor clave en la cadena de la
seguridad alimentaria, por lo que debemos escuchar con mucha más atención las reivindicaciones de este sector con el objetivo de mejorar nuestro sistema.
Si tuviéramos que nombrar un protagonista del año 2019, posiblemente entre los finalistas se encontraría la bacteria de la listeria monocytogenes. Debemos recordar que
los casos de listeriosis afectaron a más de doscientas personas, con el dramático resultado final de 3 fallecimientos y 5 abortos. Fue tal el protagonismo de la Listeriosis, que dicha palabra se encuentra entre los términos más buscados en Google durante el pasado año junto con otras palabras como Elecciones, Notre Dame, y Mundial Femenino.
Es imperativo recordar que dicha crisis alimentaria se originó en Andalucía debido a partidas de carne mechada contaminada. Eso hizo que saltasen las alarmas y también
las deficiencias de nuestro de nuestro sistema de control y prevención. A finales de agosto, en plena crisis alimentaria, teníamos sindicatos de veterinarios y al propio Consejo General de Colegios Veterinarios, explicando dónde están los puntos de mejora en la cadena como, por ejemplo, la necesidad de armonizar la legislación entre comunidades autónomas. Una vez más, una situación extrema, nos lleva a plantear que la competencia de sanidad transferida a las Comunidades penaliza la eficiencia y eficacia de nuestro sistema sanitario.
"La competencia de sanidad transferida a las CCAA penaliza la eficiencia y eficacia del SNS"
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Para suplir las deficiencias de un sistema sanitario con las competencias transferidas a las comunidades autónomas, convendría urgentemente que la profesión veterinaria tuviese especialidad reconocida en el
Sistema Nacional de Salud (SNS), que es el marco de garantías generales para la protección de la salud de los ciudadanos. Es reseñable y sorprendente, que en el SNS no reconozca la
medicina preventiva tanto en Zoonosis como en Seguridad Alimentaria. También sorprende que en muchos territorios la labor veterinaria dependa de consejerías de agricultura, en vez de reconocer su carácter sanitario. Esto sin duda deriva en problemas de coordinación, que sobre todo se hacen notar cuando nos enfrentamos a una crisis.
La necesidad de armonizar la normativa en materia de inspecciones, mejorar aquellos aspectos que se consideran insuficientes, como las
inspecciones a 18 meses, o la unificación de criterios son retos que tenemos que afrontar de forma urgente. Volviendo al ejemplo de la Listeria en Andalucía, dicha situación reveló que los criterios y los cuerpos veterinarios estaban separados a nivel regional y municipal, generando una mayor confusión al respecto.
Teniendo en cuenta que la mayoría (más del 50 por ciento) de las enfermedades infecciosas humanas tienen origen animal, hay motivos más que suficientes para reconocer a la profesión veterinaria como
una profesión sanitaria en todos sus efectos. Hacer justicia con este colectivo, implica también hacer frente a otras de sus reivindicaciones lógicas como, por ejemplo, la bajada del IVA del 21 por ciento al 10 por ciento a los servicios veterinarios, algo que vagamente parece que sí se ha comprometido el nuevo ejecutivo de Coalición, cuyo acuerdo de gobierno habla de revisión de la fiscalidad veterinaria sin concretar exactamente el ámbito y alcance de dicha revisión.
Como conclusión, la profesión veterinaria juega un papel fundamental en la prevención y control de enfermedades y es de facto un pilar fundamental de la calidad y seguridad alimentaria en nuestro país. Debemos escuchar sus reivindicaciones y abordar los cambios necesarios en la administración. UPYD aboga por
devolver la sanidad como competencia al Estado para garantizar la igualdad, buscar una gestión más eficiente y, a su vez, que los partidos políticos quiten a sus cargos afines de los organismos y entidades sanitarias. Si escuchásemos más a los profesionales y menos a los que se arriman a la política para conseguir cuotas de poder, sin duda nuestro sistema funcionaría aún mejor. Es justo reconocer que nuestro sistema sanitario es bueno, pero también es mejorable si corregimos claras deficiencias.
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