Opinión

¿Es posible construir una verdadera Atención Primaria y Comunitaria en España?


Amando Martín Zurro, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria; y Andreu Segura Benedicto, epidemiólogo y especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública
Firmas

18 marzo 2025. 09.00H
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¿Es posible construir una verdadera Atención Primaria y Comunitaria (APyC) en España? Muchos son, nos tememos, quienes dirían que no. Profesionales y gestores. Y no les faltarían argumentos si nos atenemos a la evolución del proceso de reforma de la pretérita asistencia médica ambulatoria, iniciado en los años 80 del siglo pasado.

A pesar de las intenciones, al denominar Medicina Familiar y Comunitaria a la especialidad llamada a tener un protagonismo central en el proceso de cambio, la realidad de su desarrollo, tanto en los aspectos conceptuales, competenciales y organizativos como en la práctica cotidiana de sus profesionales, fue arrinconando progresivamente el “apellido” comunitario hasta dejarlo limitado a las propuestas y actividades de unos cuantos centros y equipos, prácticamente sin incidencia real en el conjunto del sistema y con base principal en el voluntarismo de unos pocos.

En lugar de desarrollar la dimensión comunitaria, la Atención Primaria se ha limitado a las actividades clínicas, incluidas las preventivas pero muy medicalizadas y así ha seguido hasta hoy, cuarenta años después del inicio de la reforma.

En los últimos tiempos, debido a la insistencia de reivindicaciones progresistas y coincidiendo con el centro-izquierda en el Gobierno, se ha hecho más frecuente el uso del apellido de comunitaria, aunque ello no se ha traducido en ningún cambio real y operativo en la orientación, organización y actividades de los centros y equipos de salud que siguen centrados exclusivamente en la atención clínica de la población atendida y mantienen importantes grados de aislamiento con los activos y recursos comunitarios de la población asignada.

Al pensar en la perspectiva comunitaria de la Atención Primaria y sus profesionales, a menudo se asume que son los médicos y enfermeras de los centros y equipos los que deben responsabilizarse directamente del diseño y desarrollo de este grupo de actividades. Un planteamiento que probablemente sea una de las principales causas de las dificultades para la potenciación estratégica y operativa de las actuaciones comunitarias.

Porque los médicos y enfermeras tienen una formación, una perspectiva y un perfil competencial esencialmente clínico, aunque deberían incorporar una visión de los problemas de salud que incluya la consideración del contexto familiar y laboral de los pacientes así como la del conjunto de recursos procedentes de los diversos sectores ajenos al sanitario de los que dispone la comunidad para contribuir activamente --renunciando incluso al protagonismo-- al abordaje, tratamiento y seguimiento de los problemas.

"Es necesario asumir un protagonismo compartido de los actuales centros y equipos de salud con el resto de los activos comunitarios y ser capaces de generar instrumentos territoriales de planificación operativa y de gestión de salud, bienestar y calidad de vida"




Muchos países desarrollados disponen de recursos comunitarios para apoyar a las personas con problemas y discapacidades, entre ellos los que tienen repercusiones sobre su salud, bienestar y calidad de vida. En nuestro entorno el problema radica no tanto en su inexistencia o precariedad, que también, como en la falta de mecanismos suficientes de coordinación entre ellos en el ámbito territorial.

En nuestra opinión es precisamente en este elemento clave de la planificación, coordinación y gestión territorial de los recursos en el que hay que priorizar las actuaciones políticas para conseguir una atención de salud integrada y con perspectiva comunitaria: poner en común con los servicios asistenciales sanitarios los de salud pública territorial, los relacionados con la protección social, los residenciales y de internamiento de nivel local y regional, los educativos, los que inciden sobre la calidad de vida laboral o sobre el acceso a la vivienda, el urbanismo o la salubridad medioambiental. Para ello es necesario asumir un protagonismo compartido de los actuales centros y equipos de salud con el resto de los activos comunitarios y ser capaces de generar instrumentos territoriales de planificación operativa y de gestión de salud, bienestar y calidad de vida que permitan alcanzar estos objetivos.

Mientras sigamos concibiendo la perspectiva comunitaria de la Atención Primaria como una especie de apéndice de la asistencia clínica y responsabilizando de forma protagonista y casi exclusiva de su desarrollo a los actuales miembros nucleares de los equipos no conseguiremos avances significativos en este campo.

Estamos convencidos de que la creación de verdaderos centros integrales de salud requiere este tipo de planteamientos conceptuales y organizativos. La trayectoria, con sus luces y sombras, de la reforma de la Atención Primaria en España y la ausencia de un desarrollo mínimamente aceptable de la perspectiva comunitaria durante tantos años no invitan precisamente al optimismo en la respuesta al interrogante del título de este artículo. A pesar de ello no perdemos la esperanza: desarrollar una verdadera APyC en España no es, ni mucho menos, una tarea fácil pero tampoco es imposible.
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