Dice Antonio Machado, que
“es de necios confundir valor y precio”. Una máxima que define a la perfección la consideración y tratamiento que los trabajadores y trabajadoras de la Sanidad Pública deberían tener en el presente y futuro más inmediato, pues cuando hablamos de los mismos, deberíamos
trascender de los meros números y cifras.
Porque, si solo atendemos a la cantidad y ponemos precio a nuestros trabajadores de la Sanidad Pública, construiremos una sociedad en la que dará miedo vivir (sirva de ejemplo la pandemia que aún hoy nos azota). Ya hemos pasado por ello en el periodo 2010 -2018 y hemos padecido las consecuencias desde entonces (¡de aquellos polvos estos lodos!). Por eso, desde
UGT Servicios Públicos, consideramos llegada la hora de cambiar la orientación, bajo el prisma de la reforma,
potenciación, desarrollo e innovación.
Efectivamente, las múltiples vicisitudes de los últimos meses nos han hecho ver de forma contundente que vivimos en un periodo de incertidumbre política, económica y social que pone de manifiesto nuestra vulnerabilidad. En consecuencia,
reivindico el papel de los trabajadores de la sanidad pública, frente a otros intereses de menor entidad.
Los 686.000 profesionales de la Sanidad Pública, 158.000 de medicina, 198.000 de enfermería y 330.000 otros profesionales (según los últimos datos del SNS) son
insuficientes para abordar las necesidades sanitarias que precisa la ciudadanía, ¡sin duda! Y, probablemente, la
tasa de reposición de efectivos del 120 por ciento prevista para el año 2022, no sirva para solventar la situación, circunstancia susceptible de un análisis específico. Pero en esta breve reflexión, prefiero incidir en las
precarias condiciones sociolaborales y profesionales en que desarrollan su actividad en el conjunto de los Servicios Públicos de Salud.
Una
tasa de temporalidad exagerada con un abuso en los nombramientos temporales (el Tribunal de Justicia de la Unión Europea “dixit”); una
carrera profesional irregular y asimétrica según territorio; una estructura y cuantía retributiva desfasada; una formación escasa y tardía; una
clasificación profesional ajena a las nuevas titulaciones y Secretaría Sector Salud,Sociosanitario y Dependencia cualificaciones profesionales; una promoción provisión y movilidad congeladas; una jornada excesiva; falta de medidas de conciliación; ausencia de Planes de igualdad; etc.
Ante esta situación ¿es posible que, entre otras, la Ley 55/2003 del Estatuto Marco del personal estatutario y la Ley 44/2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias ofrezcan respuestas actuales y justas? Evidentemente, la respuesta es no. Hace años, e incluso décadas, que no responden a las necesidades y expectativas de los trabajadores y trabajadoras de la Sanidad Pública.
Son normas que han quedado
desfasadas, no sólo por el paso del tiempo, también por modificaciones unilaterales desde una perspectiva meramente economicista (RDL 16/2012), por la aprobación del Estatuto Básico del Empleado Público, la normativa de Función Pública de las Comunidades Autónomas, y, por supuesto, por la evolución de unas actividades y funciones presentes en la Sanidad Pública, que nada tienen que ver con las de hace 19 años.
Motivos que provocan que desde UGT Servicios Públicos exijamos una
reforma lo más inmediata posible del referido marco normativo que trascienda de la modificación imperativa que, en materia de temporalidad, deriva de la reciente modificación del Trebep (RDL 14/2021). Y, para ello, contamos con el aval del plan de recuperación, transformación y resiliencia, pues en su componente 18 se alude de manera específica a “mejorar sus condiciones laborales y potenciar su formación y desarrollo profesional del personal estatutario reformando el Estatuto marco”. Compromiso ineludible para la percepción de los fondos estructurales de la Unión Europea.
En cualquier caso, desde la Secretaría de Salud de UGT Servicios Públicos, además de exigir, vamos a colaborar aportando propuestas para paliar los problemas indicados, con la finalidad de establecer los
mecanismos e incentivos necesarios para la mejora de las condiciones socio laborales y profesionales, haciendo atractivo el desempeño de todas las funciones y actividades propias de la sanidad en el ámbito de lo público, atrayendo a los miles de profesionales emigrados. Porque insisto, detrás de las cifras y estadística hay profesionales sin cuya mejora laboral y reconocimiento social, ¡si no se cuenta con ellos! estaremos sometiendo cualquier posible potenciación del Sistema Nacional de Salud al más absoluto de los fracasos, pues son su
eslabón más esencial.
En la Secretaría de Salud de UGT Servicios Públicos creemos que nos encontramos ante una
oportunidad histórica para situar definitivamente a los trabajadores y trabajadoras de la Sanidad Pública a la altura de sus necesidades y a las demandas de la ciudadanía. Porque, como ya apuntó en su día nuestro fundador, “si bien es cierto que no todo lo que se afronta puede cambiarse,
nada puede cambiarse hasta que se afronta”.
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