Opinión

Carta a los aspirantes del examen MIR 2019


Addah Monoceros es Médico Interna Residente de Familia y resistente
Confesiones de una médica especialista y resistente

25 septiembre 2018. 11.35H
Se lee en 7 minutos
Queridos opositores al MIR:

Hace años (¡sí, años!) que yo misma me hallaba en vuestra situación, encerrada entre las cuatro paredes de mi cuarto, perdida entre manuales, preguntas, más manuales, más preguntas, y los temidos simulacros. Hace años que me obsesionaba con el número de netas, ese baremo que, para mi desgracia, siempre parecía arrojarme al pelotón de los torpes, pese al sudor y lágrimas que me costaba memorizar aquel temido TNM de pulmón o aquella respuesta cuya pregunta “se repetía todas las convocatorias”.

Puede que hayas roto con tu pareja, discutido con tu familia... todo ello puede afectarte por un sencillo motivo: ¡eres humano!


Hace años que me alegraba de la llegada del sábado, pues eso suponía que podría salir de casa, aunque fuera para dirigirme a la academia donde se impartiría una clase de varias horas. Y hace años que aprovechaba los domingos para vaguear todo lo que pudiera, aunque, para qué mentir, siempre acababa sucumbiendo a los apuntes. Por miedo, por estrés. Ese estrés de pensar que cientos de miles de médicos más estaban preparando el mismo examen que yo. Cientos de miles de personas que aspiraban a lo que yo también quería. Cientos de miles de rivales.

No hace muchos años que me examiné, pero sí los suficientes como para verlos en perspectiva. Y sí, sé que estáis estudiando incansablemente. Sé que lo estáis dando todo. Y sé que muchos de vosotros recogeréis vuestros anhelados frutos, ese número maravilloso que os garantizará la plaza soñada. Otros, sin embargo, no correréis esa suerte. Muchos os sentiréis frustrados, fracasados. Os preguntaréis si realmente valéis para ejercer como médicos, si es que acaso carecéis de las cualidades para serlo. Temeréis haber caído en la mediocridad, debatiréis furiosamente con vosotros mismos sobre si deberíais repetirlo o no, y os preguntaréis, inevitablemente, si es que no os esforzasteis lo suficiente en esta convocatoria fallida.

La memoria es un elemento curioso. Cuando yo hice mi primer MIR, el cual me salió bastante mal, tras conocer mi calificación sólo pude evocar los pequeños descansos a media mañana que empleaba para despejarme, mis salidas los domingos para ir a la playa o a las Rebajas, e incluso en los dos o tres días que la academia nos concedía para ir de vacaciones y que yo había aprovechado para desconectar completamente del estudio. No pude reprimirme a la hora de sentirme perezosa. “¡Seguro que los demás han estudiado más que tú!” Me reprendí a mí misma. “¡Diez horas de estudio diarias no fueron bastantes! ¡Estoy convencida de que los demás estudiaron más y mejor!”.
  
Ay. Qué malvada es la mente humana a veces. Y es por ello, queridos opositores al MIR, que vengo a notificaros algo, con la frialdad con la que puedo hacerlo años después, pudiendo analizar la situación de forma objetiva: no, si os sale mal el examen no es porque no hayáis estudiado menos o peor de lo que tocaba. No necesariamente. Habéis luchado demasiado. Habéis peleado durante todos los años escolares, haciendo frente a una Selectividad que requiere una calificación estratosférica para acceder a Medicina. Os habéis sacado los seis años de carrera como unos auténticos campeones, pues bien es sabido que, Medicina, aunque no es particularmente difícil a la hora de comprenderse, resulta increíblemente densa y sacrificada.

Os habéis coronado con meses y meses de estudio para una oposición caracterizada por una serie de preguntas tipo test. No podéis pensar que sois vagos. No podéis pensar que no valéis lo suficiente. Todos y cada uno de vosotros, salvo alguna excepción tan mínima que prácticamente ni cuenta, sois unos trabajadores de la cabeza a los pies. Que nadie os diga nunca, jamás, que “tendríais que haber estudiado más”. No lo permitáis. Es una ofensa a todo el tiempo y dedicación que habéis invertido.

En el examen MIR la suerte influye, guste o no. Y más cuando te la juegas a cuatro opciones


Al examen MIR se presentan miles de personas, y lo que discrimina son otro tipo de factores, que incluyen:

1.- La capacidad de resolver preguntas test. Sólo quien ha hecho este tipo de examen sabrá a qué me refiero. La técnica de examen es un arte que se puede entrenar, sí, pero que también se domina de forma innata. Hay gente que ha nacido con una habilidad natural para ello, y parten con ventaja. Esto no los hará mejores facultativos, pero sí les dará un empujón extra a la hora de tener éxito en esta oposición en concreto.

2.- Las preguntas que caigan. El MIR, a día de hoy, carece de temario oficial, ergo se rige por la estadística que marcan las cuestiones de convocatorias anteriores. Sin embargo, si en tu año aparecen preguntas de temas que no has podido estudiar más a fondo (porque es fisiológicamente imposible abarcarlo todo), mala suerte. Sí, has oído bien, mala suerte. La suerte influye, guste o no. Y más cuando te la juegas a cuatro opciones, de las cuales sólo una es correcta.

3.- Cómo te encuentres ese día. Sé el caso de una amiga brillante que en el día del examen sufrió una crisis de migraña tan fuerte que tuvo que abandonar el examen sin terminar. ¿Significó eso que no había nacido para médica? No. Quiso decir que ese día en concreto no se encontraba en su mejor momento. Todos tenemos buenas y malas rachas. Días en los que todo te sale rodado y días en los que no das ni una. Puede tocarte uno u otro.

4.- Tu situación personal. Puede que hayas roto con tu pareja, discutido con tu familia, lidiado con el fallecimiento de tu mascota… todo ello puede afectarte por un sencillo motivo: ¡eres humano!

Queridos opositores MIR. Doy la enhorabuena por adelantado a los que bordaréis el examen, pues soy sabedora de cuánto os lo merecéis. Pero esta carta es para los que obtendrán un resultado peor al esperado. A los que quizá no saquen número ni para acceder a una plaza. Para los que se vean moralmente obligados a repetir el examen. Sois unos currantes. Unos luchadores. Sois unas criaturas extraordinarias que han dado todo lo que llevaban dentro para dedicar su vida a la curación.

Tenéis toda mi admiración, tanta como la que despiertan en mí los que sacaron un buen número. La misma, exactamente la misma. Porque sé lo que os ha llevado hasta aquí, y es la llamada interna a ayudar a los demás. De forma que me reitero: no dejéis que nadie, repito, nadie, os diga que "quien ha sacado mejor nota que vosotros ha estudiado más”. Porque aquí estoy yo para callarles la boca a esos individuos.

Todos los opositores sois grandiosos. Todos y cada uno de vosotros. Saquéis lo que saquéis. Os cueste lo que os cueste llegar hasta vuestra meta. Al fin y al cabo, lo que verdaderamente  importa no es cuándo llegáis a la cima, sino por qué emprendisteis el camino hacia ella. Yo ya conozco el motivo. Ahora os toca a vosotros recordarlo y tenerlo siempre bien presente.

Os desea la mejor de las suertes, con todo el cariño del mundo.
  
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.