Antonio Marqués es médico de Familia y receta homeopatía. Desde hace cinco años se dedica exclusivamente a su trabajo como médico privado en el Centro Homeopático de La Laguna (Tenerife) porque “la única manera para recetar homeopatía era hacerlo en la consulta privada”. Tal es su defensa de esta práctica, envuelta en polémica y rechazada por parte de la profesión, también ejerce como presidente de la Asamblea Nacional de Homeopatía.
Anteriormente, Marqués había trabajado como médico de Urgencias y de Atención Primaria durante siete años. Su caso no es único: más de 10.000 médicos utilizan la homeopatía como parte su práctica clínica, según datos de la asamblea que preside. No obstante, este tipo de terapias no están reguladas en España y su uso genera cada vez más controversia y debate dentro de la profesión médica, que cada vez se posiciona más a favor de la “medicina con evidencia”.
En el caso de este médico, confiesa que se topó con la homeopatía gracias a un familiar y por casualidad, pero le convenció rápidamente: “Vi que podía tratar insomnio, hipertensión arterial, depresión y cuadros catarrales; luego he visto que sus indicaciones son más amplias”. Para él se trata de “un importante recurso para la Atención Primaria”.
Aunque se define como “especializado en homeopatía”, y cuenta con formación de postgrado en Homeopatía en México y en la Academia Médico Homeopática de Barcelona, admite que receta “otro tipo de medicamentos si el caso lo indica” y que trabaja con médicos no homeópatas. “No pensamos que el paciente pueda tratarse solo con homeopatía: en algunos casos sí, pero la gran mayoría va a ser con un tratamiento complementario”.
Cada caso es diferente, pero el médico tinerfeño no cree que sus pacientes sean “defensores de la homeopatía”, aunque admite que “vienen a ser atendidos con ella” como alternativa a otros tratamientos: “No se les ha resuelto algún problema y buscan otra opción”. La confianza de los pacientes en estas terapias viene después, “cuando han mejorado o se han curado ven que es útil”, afirma el homeópata.
Evidencia científica
El cuestionamiento mayoritario de la profesión de este tipo de prácticas se basa en la falta de evidencia científica de la homeopatía. Para Jerónimo Fernández Torrente, vicepresidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (Cgcom), “no hay manera de regular esto porque estamos hablando de una especie de bluf, un vacío al que es muy difícil dar algún tipo de explicación”.
En España hay apenas un par de referencias oficiales sobre el tema. Una es
un documento del Ministerio de Sanidad publicado en 2011 en el que se identifican 139 técnicas de terapias naturales, “de las cuales solo una parte tiene influencia directa sobre la salud y el resto van fundamentalmente dirigidas al bienestar o confort del usuario”.
En este documento, Sanidad destaca que la evidencia científica sobre su eficacia “es muy escasa”. No obstante, alerta que “si bien en la mayoría de los casos estas terapias son inocuas, no están completamente exentas de riesgos”. El Ministerio se refiere a su uso por “personas no cualificadas” o cuando los “usuarios han utilizado sin saberlo productos falsificados”.
En 2013 se redactó un Real Decreto para regular su uso que nunca llegó a ser aprobado.
Jerónimo Fernández Torrente
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La opinión de Fernández Torrente va más allá. Aunque reconoce que “si el producto que se receta es agua, no hace daño”, alerta de la posible dejación en la medicación del paciente: “A lo mejor el paciente no puede pagar todos los medicamentos y opta por aquellos que no tienen evidencia frente a los que sí la tienen”.
Marqués sale en defensa de la homeopatía de aquellos que dicen que “es solo agua”. Su argumento es que “existen una serie de pruebas que indican que se trata de agua modificada”. En concreto, defiende que “el agua que ha estado en contacto con el medicamento homeopático guarda una memoria y tiene algún tipo de diferenciación respecto a un agua normal”.
Los motivos del desprestigio de la homeopatía responden a “una especie de autismo selectivo porque la gente mira hacia otro lado cuando se presentan informes favorables a la homeopatía”, según el médico de La Laguna.
Falta de formación reglada
Uno de los argumentos de los críticos de la homeopatía es que su práctica no está reglada. “Cuando les preguntas dónde se han formado, ves que muchos lo han hecho en cátedras financiadas y patrocinadas por la propia industria farmacéutica que vende estos productos”, explica Fernández Torrente. Actualmente no existe ninguna especialidad de homeopatía reconocida por el Ministerio de Sanidad ni se incluye en la formación médica de las universidades. Algunos centros sí ofrecen estudios en forma de máster o cursos, aunque en los últimos tiempos han sufrido un revés ya que universidades como la de Barcelona y la de Valencia han cancelado estos postgrados.
¿Acto médico?
Para avalar sus argumentos, Marqués afirma que la Organización Mundial de la Salud defiende la homeopatía. Se refiere a la Estrategia de la OMS sobre medicina tradicional en la que define a estas prácticas como “una parte importante y con frecuencia subestimada de la atención de salud”. No obstante, el organismo deja claro que solo se refiere a las prácticas que tenga “calidad, seguridad y eficacia comprobadas”.
El médico homeópata también hace referencia al supuesto apoyo de la Organización Médica Colegial (OMC) a través de una declaración firmada por los presidentes de los Colegios de Médicos en 2009 que avalaba la homeopatía como “acto médico”. Ante esta insinuación, Fernández Torrente explica que esa declaración se ha tergiversado ya que “en ella se hace referencia al código deontológico que exige que la terapia haya demostrado su eficacia”. En concreto, el primer punto del artículo 26 del código deontológico marca “el médico debe emplear preferentemente procedimientos y prescribir fármacos cuya eficacia se haya demostrado científicamente”.
Además, Fernández Torrente recuerda que las asambleas de la OMC de
2013 y 2014 aprobaron sendas declaraciones en las que dejan claro que el uso de estas terapias puede considerarse un acto sanitario pero “no es en sentido estricto un acto médico”.
A pesar de mostrarse en contra, el vicepresidente del Cgcom deja algo de espacio a estas terapias: “Otra cosa es que cada uno maneje lo que considere que no hace daño a su paciente aunque sea del ámbito de la magia o de la fantasía, pero siempre explicado al paciente”. Su opinión, apoyada por el conjunto de la profesión, es que “no existe más medicina que la científica”.
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