“Tengo miedo. Tengo miedo de que me pueda pasar a mi”. La que habla es una enfermera del hospital comarcal de
Melilla que ha preferido mantener su anonimato. Nos encontramos en la región donde las
agresiones a sanitarios ocurren “casi a diario”. “Nos dicen de todo; nos zarandean, nos menosprecian por el simple hecho de ser mujeres. Desempeñar la profesión con la que un día soñé se ha convertido en mi peor pesadilla”, señala. Así es el trabajo sanitario en uno de los ‘puntos negros’ de las agresiones a profesionales de la sanidad.
Nuestra protagonista no le cuesta trabajo recordar la última agresión que presenció en el hospital. “Precisamente fue ayer. Un chico de no más de treinta año llamó “hija de puta” a mi compañera porque no habíamos atendido a su mujer”. La mayoría de las agresiones, reconoce, son
verbales y siempre con toque machista. “Y esas no se pueden denunciar”, añade. Cuando se le recuerda que esta semana se celebraba el día internacional contra las agresiones a sanitarios ella se ríe.
“Aquí parece que no existimos hasta que pase algo”.
Jesús Delgado, presidente del
Colegio de Médicos de Melilla, es muy consciente de la situación de inseguridad que viven los sanitarios en su ciudad, y pone como ejemplo el caso anteriormente expuesto, para ejemplificar todos los casos de agresiones verbales y físicas que se registran “tanto en hospitales, como en centros de Atención Primaria”. “Melilla solo tiene un hospital de referencia, pero existen varios centros de Salud que dan la cobertura más inmediata no solo a los melillenses, sino también a todos los marroquís que cruzan la frontera”, explica Delgado que cifra en más de 650.000 el número de personas que la sanidad de Melilla pueden atender si se suma a los ciudadanos procedentes de Marruecos.
"Tengo miedo de que me pueda pasar a mí. Nos dicen de todo; nos zarandean, nos insultan, trabajar así es imposible"
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El presidente de los médicos melillenses también es médico, y exige más medidas para luchar “contra esta lacra”. “He colocado carteles por todo el hospital recordando que los trabajadores no están solos.
Que denuncien cualquier agresión que presencien o sufran. Entre todos tenemos que concienciar sobre este grave problema”, señala. Sus reproches apuntan al Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) al y al ministerio de Dolors Montserrat. “Estoy cansado de la situación que vivimos diariamente en los centros sanitarios de Melilla y no me hacen caso”, asegura.
PROTOCOLOS DE ACTUACIÓN
Muchas de estas soluciones se recogen en el protocolo de actuación que el hospital comarcal de Melilla ha establecido. “Ante cualquier agresión al personal del hospital, la
Gerencia del Área Sanitaria presenta la denuncia correspondiente, sin necesidad de que el personal se persone en comisaría inicialmente. Además se les ofrece tanto la asistencia letrada como psicológica si la necesitan”, precisan desde el hospital.
La concienciación ciudadana es otro elemento fundamental que intentan aplicar desde las aéreas sanitarias de Ceuta y Melilla, como
“jornadas de concienciación de los usuarios, actividades con motivos de fechas señaladas o concentraciones en protesta de las agresiones”.
“Aunque es imposible expresar el sentir del colectivo, no parece ser que exista miedo. Pero sí temor ante la posible falta de respuesta efectiva para su seguridad en aquellas eventuales situaciones de riesgo añadido. Afortunadamente, es una sensación no generalizada y ello se debe, en primer lugar, a la profesionalidad y, en segundo, al apoyo que desde diversas instancias se ofrece actualmente al profesional agredido”, explican desde la dirección del hospital, que
sin embargo reconocen que “en el último mes se han producido dos agresiones, una de un paciente psiquiátrico a un DUE, y otra en el Servicio de Urgencias del Hospital Comarcal de una paciente a una T.C.E. y a una celadora”.
Exteriores del Hospial Comarcal de Melilla
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Casi 370 kilómetros separan al hospital Comarcal de Melilla con el hospital Universitario de Ceuta, donde la situación es “similar” a la que se vive en la ciudad vecina. José Enrique Roviralta es el presidente del colegio de médicos de la región ceutí y exige “un protocolo efectivo que se adapte a la realidad del sanitario”.
“Hay que proteger al sanitario para que no tenga la sensación que está solo cuando es agredido”, explica.
Otra enfermera residente en este hospital expresa su miedo por las diferentes situaciones de agresiones que ha vivido porque “cualquier día me puede tocar a mi”. “Los argelinos son de largo los más conflictivos. Cuando me toca atenderles me dan ganas de irme. Hace poco vino uno y cuando se ponía nervioso contaba en francés hasta el 10.
Yo pensaba que en una de esas nos daba”, asegura esta enfermera que también ha preferido preservar su anonimato.
SEGURIDAD PRIVADA
En todos los centros sanitarios de Ceuta y Melilla hay seguridad privada apostada en las puertas. Para Rovialta esta es “insuficiente y se debería de incrementar”. “La Policía Nacional podría patrullar los centros hospitalarios como medida disuasoria”, propone. En esta línea su colega Jesús Delgado pone de relieve lo peligroso que es trabajar en la zona norte de Melilla, la más próxima a la ciudad marroquí de Nador.
“Allí debería de haber policía continuamente. Es donde se han registrado las agresiones más salvajes”, señalada Delgado.
Muchas de estos ataques quedan impunes por dos razones.: O no se denuncian o es imposible localizar al agresor. “La peculiaridad demográfica de Ceuta y Melilla hacen que muchas de estas agresiones estén realizadas por inmigrantes que van y vienen y
es imposible localizarlos si han agredido a un sanitario”, denuncia Jesús Delgado.
AGRESIONES EN AUMENTO
Precisamente esta semana el Observatorio de Agresiones de la Organización Médica Colegial (OMC) ha presentado los datos correspondientes a 2016, que ahondan en la preocupación por el aumento por este tipo de situaciones. En concreto, el año pasado
se produjeron casi 500 nuevos casos de agresiones, 134 más que en 2015, lo que supone una subida del 37 por ciento.
Con los datos en la mano, el 87 por ciento de las agresiones se produjeron en el sector público, y el 55 por ciento correspondieron a la Atención Primaria. Separadas por Comunidades Autónomas,
Cataluña, Andalucía y Madrid son las que encabezan el ranking con más denuncias, aunque la incidencia mayor por mil colegiados se ha producido en
Melilla, Extremadura y Ceuta.
Javier Castrodeza, secretario general de sanidad de la OMC, junto a José Alberto Becerra, coordinador del estudio.
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Desde la OMC se alerta además de que las incidencias están relacionadas con la percepción social en aumento de que las
Urgencias son la puerta de entrada a la sanidad, en lugar de la Atención Primaria como ocurría antes. Esto hace que las discrepancias sobre la atención recibida o el tiempo de espera hasta que se dispensa esa atención sean las principales causas de agresiones.
Pese lo reprochable de estos datos, el propio presidente de la OMC,
Serafín Romero, admite que en muchos casos estas conductas violentas tienen relación con situaciones que se vienen denunciando, como la masificación de las urgencias, la falta de equidad en la atención sanitaria, el aumento de las listas de espera o la precariedad laboral de los profesionales.
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