Atención máxima. Los profesionales sanitarios de las residencias de ancianos tienen que disponer de la capacidad y los conocimientos básicos para afrontar las emergencias que se puedas presentar en cualquier instante. Las características de los pacientes hacen que sean un grupo especialmente vulnerable que requiere de un control constante, a través del que puedan anticiparse posibles inconvenientes y garantizar el bienestar y calidad de vida. Un reto cotidiano que abre el debate sobre si las competencias adquiridas durante el grado son suficientes o si, por el contrario, deberán contratarse solo a quienes tengan el MIR.
Para Mónica Terán, vocal de Médicos en Formación y/o postgrado de la Organización Médica Colegial (OMC), la solución está en un punto intermedio. “Al terminar el grado, los estudiantes se convierten en médicos, por lo que pueden diagnosticar y recetar como cualquier otro. Sin embargo, también es cierto que la residencia asegura competencias que favorecerán a una formación más completa y especializada”, apunta a LA REVISTA de Redacción Médica. De ahí, que crea que un recién graduado sí podrá estar capacitado para atender una residencia de la tercera edad, aunque advierte de la necesidad de dar algunos pasos más.
“En los geriátricos hay pacientes más próximos a la muerte que requieren de un cuidado muy especializado. Por ende, tanto el profesional sanitario como el centro deben tomar las medidas para garantizar que se cuentan con los conocimientos clave para ocuparse de los pacientes de forma segura”, precisa Terán. En esta línea, destaca la importancia de que los profesionales que conformen el equipo sanitario deberán manejar aspectos de cuidados paliativos, final de la vida, confort del paciente y comunicación de noticias negativas.
Mónica Terán, vocal de la OMC.
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El debate, no obstante, se manifiesta con mayor fuerza en el sector de servicios privados de residencias de ancianos. “Es muy difícil encontrar en los centros públicos a médicos que no cuenten con una especialidad, ya que el MIR es un requisito imprescindible para el acceso a una plaza en propiedad, siendo más común que la contratación de sanitarios sin formación especializada se materialice en el ámbito privado”, precisa Terán. De ahí, que los especialistas en Geriatría o Medicina de Familia y Comunitaria son quienes, en mayor medida, se hacen responsables del cuidado de los 'abuelos' dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS).
El estigma del médico
Domingo A. Sánchez, exvicepresidente del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), considera que la contratación de médicos sin especialidad por las residencias de ancianos está relacionada con un aspecto económico. “Legalmente los profesionales sanitarios pueden desempeñar estas funciones, pero a un menor precio de quien cuente con la formación MIR. De esta manera, los centros cuentan con una plantilla formada, pero a un menor precio de mercado”, explica. Una situación que, a su parecer, genera un estigma entre ambos grupos de médicos.
“Desde hace años denunciamos desde la representación estudiantil que se está creando un doble nivel de médicos, ya que no todos los que terminan el grado pueden acceder a la formación MIR, por lo que se genera una distinción dentro del colectivo similar a la que ya había con los Mestos (Médicos Especialistas Sin Título Oficial)”, recalca quien también ha sido presidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Murcia. Sin embargo, considera que algunas medidas implementadas en el grado ayudarán a reducir esa diferencia.
La implementación nacional de la Evaluación Clínica Objetiva Estructurada (ECOE) por parte de la Conferencia Nacional de Decanos de Medicina es, por ejemplo, “una apuesta por promover la adquisición de un mayor número de habilidades prácticas, lo que repercutirá en un incremento del nivel de calidad de los servicios prestados por los médicos que salen del grado”, precisa Sánchez. De esta manera, recuerda la necesidad de sumar conocimientos de forma progresiva, como “cuando se saca el carnet del coche, donde cada vez se toman más conocimientos y habilidades que permiten hacerlo de una mejor forma y más segura”.
Competencias modernizadas
La apuesta formativa de las facultades de Medicina también tiene su eco en el área de las residencias de ancianos. Las funciones de los sanitarios en estas instituciones ya no se limitan a ordenar correctamente los medicamentos, asegurarse que las comidas no sean dañinas según la condición de cada individuo o que los datos de los expedientes estén actualizados, así como favorecer a las adecuadas condiciones higiénicas y de seguridad. Al contrario, se han dado nuevos pasos hacia la atención en la búsqueda de la mejora de la calidad de la vida y de apostar por un incremento de la prevención para adelantarse a posibles complicaciones.
RECURSOS 'IN SITU'
Condiciones más beneficiosas que faciliten la labor profesional. La Sociedad Española de Médicos de Residencias (Semer) tiene entre sus reivindicaciones la apuesta por una mayor coordinación con los centros hospitalarios, así como una mayor dotación tanto de recursos como de equipos que permitan, por ejemplo, realizar algunas pruebas dentro de la residencia, lo que evitaría el desplazamiento de las personas mayores al hospital o a los centros de salud. El objetivo final es que el profesional sanitario cuente con todas las herramientas que le permitan atender al residente y garantizar su calidad de vida.
En este sentido, los programas académicos de las facultades de Medicina han incluido la enseñanza de aspectos claves en el área de la Geriatría, como son: el conocimiento de los cambios fisiológicos que se producen en las etapas avanzadas de la vida; diagnóstico de las enfermedades más prevalentes y su presentación en ancianos, e importancia de la prevención en geriatría de la fragilidad, comorbilidad y discapacidad. A las que se suman otros conocimientos como los principales síndromes geriátricos y repercusión de la cirugía en el anciano y convalecencia.
Los estudiantes también saldrán del grado sabiendo realizar una evaluación geriátrica integral, conociendo las demencias y déficits sensoriales más frecuentes en la persona anciana; sus enfermedades vasculares e infecciosas más frecuentes; y un control de las interacciones farmacológicas entre los medicamentos más prevalentes en Geriatría. Sin dejar por fuera otras áreas clave como los aspectos éticos de la atención médica en los ancianos, el cribado de cáncer en pacientes de edad avanzada y la investigación en esta área de conocimiento.
Humanización sanitaria
“El objetivo es que todos los miembros de la residencia no solo cuenten con una atención sanitaria apropiada, sino que desaparezca esa sensación de que la vida es un lastre que arrastran, mientras que se sientan a la esperar la muerte”, afirma una doctora de una residencia de ancianos en Madrid, quien considera que los sanitarios deberán participar activamente para garantizar que se cumplan las medidas de envejecimiento activo y la prevención de la dependencia en todos los centros, indiferentemente de que sean públicos o privados.
Domingo A. Sánchez, exvicepresidente del CEEM.
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Un pensamiento que está en línea con lo esfuerzos que se vienen realizando dentro de las autonomías. Por ejemplo, la consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades de Valladolid, Alicia García, asegura que la Estrategia de Prevención de la Dependencia y Promoción del Envejecimiento Activo esté lista en Castilla y León al inicio de 2017, lo que representará un impulso para la mejora en la atención sanitaria de los ancianos, lo que, evidentemente, tendrá su eco en las residencias. Sin embargo, no se trata de la única iniciativa reciente.
La Comunidad de Madrid también dispone de su programa de envejecimiento activo, en donde han incrementado el número de plazas en 2.500 nuevas vacantes, favoreciendo la inclusión y el fomento de la calidad de vida de más ciudadanos. Consciente de la vulnerabilidad de este grupo, el consejero de Políticas Sociales y Familia, Carlos Izquierdo, anunció que va a reforzar tres programas: el de recuperación, mantenimiento y potenciación de la capacidad física; el de detección y recuperación del deterioro funcional y cognitivo leve; y el de intervención con mayores en situación de riesgo.
La apuesta autonómica por el cuidado de los ciudadanos más veteranos facilita la labor de los médicos que, desde la pública o la privada, destinan muchas horas al cuidado y la prevención de los ancianos. Una labor que requiere de conocimientos y habilidades que los médicos adquieren a lo largo del grado y que, algunos otros, profundizan a través de especialidades Geriatría o Medicina de Familia y Comunitaria.
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