“El
vapeador es una persona que respira aire sucio, aire contaminado, igual que un fumador. Lo que consigue el vapeador es quitarse la ansiedad de la dependencia de la nicotina, que es una adicción. ¿Vapear es bueno? No, igual que fumar tampoco lo es. ¿Puede ser una solución para deshabituase de fumar? Sí, porque es una manera de introducir la nicotina en el organismo evitando esa ansiedad y de ir reduciendo la cantidad de nicotina”. Así defiende Miguel de la Guardia, catedrático de la Universidad de Valencia, la doble cara del vapeo. La
Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) y el
Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) han advertido en numerosas ocasiones de que el uso de cigarrillos electrónicos no es un método para dejar de fumar, su uso es perjudicial para la salud y puede ser una puerta a la adicción al tabaco. “Casi todo el mundo que usa estos dispositivos son fumadores. Parece que se han inventado para frenar el proceso de abandono, que se estaba acelerando”, denuncia Joan Ramón Villalbi, doctor y presidente del Consejo Asesor del Tabaquismo. Sin embargo, los defensores del vapeo insisten en defender su postura: “Es una herramienta para que los fumadores adultos que no pueden o no quieren dejar de consumir nicotina, reduzcan los daños por tabaquismo”, argumenta Carmen Escrig, coordinadora de la
Plataforma MOVE, “una iniciativa de libertad de expresión para aquéllos médicos que quieran decir públicamente que defiende la reducción de daños”.
Miguel de la Guardia ha participado en el estudio del Departamento de Química Analítica de la Universidad de Valencia sobre el uso de cigarrillos electrónicos que fue publicado en la revista ‘Microchemical Journal’, donde se analizó los efectos para el “vapeador pasivo”: “El experimento consistía en vapearle encima a un ciudadano en un espacio cerrado. Vimos que el aire se enrarecía y aumentaban algunos parámetros como el CO2 o partículas en suspensión. Utilizamos al fumador pasivo como bioindicador, midiendo su aliento antes y después de que alguien fume en su misma habitación y los efectos sobre su respiración son mucho menores que con el tabaco”, explica el investigador, que incide: “La solución para
dejar de fumar es la voluntad”.
NO ES INOCUO
Un cartel publicitario de las empresas de vapeo.
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Sociedades científicas y médicas se han opuesto en reiteradas ocasiones al vapeo. “A pesar de su creciente uso, no se dispone de evidencias científicas sobre su eficacia como método para dejar de fumar ni sobre la seguridad de su uso, especialmente a largo plazo”, explican desde el CNPT. Sobre ello abunda Villalbi. “Los profesionales de la
medicina preventiva, preocupados por el daño que hace el tabaco, lo estudiamos con interés y nos dimos cuenta de que había muchas cosas que no se sabían. Entre las que sí, había cosas alarmantes como que se presentaba como un producto seguro y había indicios de que no lo era tanto. El mercado es dinámico y hay productos en los que hay poca información o parcial”, denuncia el investigador, que advierte: “Lo que hemos comprobado es que aunque se diga “vapeo”, lo que generan estos productos no es vapor sino que es un aerosol en el que hay
nicotina y otros compuesto. Los líquidos que usan estos
cigarrillos electrónicos tienen productos que, en el proceso del calentamiento, son objeto de reacciones químicas y pasan al aerosol. Sabemos que algunos son productos que hacen daño pese a que las dosis que se generan sean menores a las que absorbe un fumador. Pero no es algo inocuo”.
Al Comité también le preocupa que la moda del vapeo “puede llevar a la
desnormalización del consumo del tabaco conseguida en la última década gracias a las diferentes medidas de control”. Y van más allá: “Los profesionales sanitarios y economistas de la salud consideramos que permitir el uso de cigarrillos electrónicos en la hostelería puede suponer un riesgo para los trabajadores y un retroceso de los avances en salud pública. Por si fuera poco, permitir esa diferencia en lugares públicos quita toda la fuerza moral sobre la prohibición de fumar en los mismos y su control adquirida por la Ley vigente. Por ello solicitamos que la regulación de espacios para el uso de cigarrillos electrónicos sea idéntica a la aplicada al tabaco, sin excepciones en el sector del ocio y la hostelería”.
En su opinión, se debería regular mejor sobre las campañas que realizan las empresas que se dedican al vapeo: “Se están ofreciendo estos dispositivos utilizando mensajes contradictorios o poco contrastados sobre su seguridad, la r
educción del riesgo en comparación de los cigarrillos, su utilidad como método para reducir el consumo de tabaco o dejar de fumar, y la posibilidad de usar en lugares donde está prohibido fumar según la legislación vigente”.
El iqos no sirve para dejar de fumar
"Hay un nuevo producto nuevo desarrollado por Philip Morris que se llama IQOS. No es exactamente un cigarrillo electrónico, sino un nuevo dispositivo que lleva nicotina pero no tiene una carga con líquido, calienta con temperatura inferior a la combustión un tabaco que ha sido tratado para que suelte la nicotina a temperatura más baja", explica el doctor Villalbí, que alerta: "Estamos muy alarmados porque se está haciendo una campaña de publicidad masiva, sobre todo en prensa femenina, y nos parece horroroso. Casi todas las grandes marcas de tabaco tienen asociadas marcas de cigarrillos electrónicos. Juegan con varios temas: Si estás pensando dejar de fumar, no hace falta porque tienes esto que no hace daño. Si eres fumador y no te dejan en ciertos sitios, te damos algo que no está prohibido en muchos sitios", denuncia Villalbí. La SEMG y el CNPT han advertido que "el producto IQOS no sirve para dejar de fumar ni para evitar el riesgo asociado al consumo de tabaco y que su uso es perjudicial para la salud", ya que "se consume nicotina al mismo nivel que con los cigarrillos normales: Tienen importantes deficiencias metodológicas y las conclusiones no son válidas".
NIÑOS VAPEADORES
Una de las mayores preocupaciones de los profesionales de la
Medicina es “el potencial de los cigarrillos electrónicos para proporcionar una puerta de entrada a la adicción a la nicotina o el uso de productos de tabaco”, han explicado desde
SEPAR: “El reclamo de los cigarrillos electrónicos con sabores para niños y adolescentes también es motivo de preocupación. Varios estudios longitudinales han informado de una asociación entre el uso de cigarrillos electrónicos en los no fumadores y el tabaquismo futuro”.
Ecrig, por su parte, también se atreve a desmentir a los expertos en esta cuestión: “La teoría de puerta de entrada al tabaquismo ha sido ampliamente desmentida por multitud de estudios. Si fuera cierto, las tasas estarían aumentando y no disminuyendo, incluida la franja de edad de personas jóvenes. Lo que se demuestra que los jóvenes que vapean ya eran fumadores”, afirma.
El hecho de que los chavales puedan adquirir vapeadores sin nicotina es un hecho que preocupa especialmente a
Joan Ramón Villalbí. “Los productos que no tienen nicotina no tienen prohibida la venta a menores. Yo los he visto en los supermercados con sabores a frutas y no me gusta, los niños que tontean con esto tienen muchos puntos para pasar a tontear con las que tienen nicotina y desarrollar adicción. Tenemos datos de Estados Unidos que muestran que los chavales de 15 años que tontean con cigarrillos electrónicos tienen muchos puntos para acabar el bachillerato fumando de verdad y no es algo que podamos ver con indiferencia”, denuncia el investigador. De la Guardia, da la razón a su compañero: “Es una barbaridad que los niños puedan adquirir vapeadores sin nicotina. Es una perversión del sistema, deberíamos de ser muy rigurosos”.
Joan Grimalt, investigador del
CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, también se posiciona: “No entiendo que el vapeo se pueda vender como un método para dejar de fumar, aunque tampoco lo he estudiado. Puestos a fumar e ingerir nicotina, porque quiere o necesita, sale más a cuenta el vapeo. Pero ir vapeando por las buenas no tiene ningún sentido. No es algo natural, los pulmones no están hechos para meterles líquido dentro, aunque no sea tóxico”. En cuanto al uso de estos dispositivos por menores, su posición es firme: “No entiendo por qué un niño tiene que vapear. No veo la gracia que tiene. No porque los productos del vapeo sean complicados pero tampoco hay necesidad de que el niño se lo meta en los pulmones por la calle. Es una burrada, al niño le das un caramelo, no vapeador”.
MILITANTES DEL VAPEO
Para Villalbí, la experiencia de quién puede estar financiando estos productos le hace sospechar: “La
industria tabaquera, en su día, organizó una organización pantalla llamada el ‘Club de Fumadores por la Tolerancia’, que tenía como socios a media docena de fumadores notorios y famosos. Detrás tenían a un experto de marketing y a 30 personas, estaban financiadas por la industria y generaba mucho ruido. Se dedicaban a hacer lobby por la industria tabaquera. Para ser socio solo había que hacer clic en internet y decían que tenían 100.000 de socios”.
“No entiendo por qué un niño tiene que vapear. No veo la gracia que tiene"
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La plataforma MOVE tiene una página web a través de la cual los “defensores del vapeo” pueden firmar un manifiesto de apoyo. En España, hay cerca de 70 firmas. “Había muchos profesionales de la salud que éramos de la opinión de que había que fomentar el cigarrillo electrónico como herramienta de reducción de daños. Había muchos médicos que tenían miedo de posicionarse públicamente”, alude Escrig, la cara visible de MOVE en España, a la que De la Guardia describe como una “
vapeadora militante” que “está convencida de que es una solución, igual que nosotros pensamos que puede ser un medio”. Entre los firmantes aparecen nombres de sanitarios entre los que se encuentran sexólogos, odontólogos, farmacéuticos o enfermeras.
La coordinadora de la Plataforma defiende que “el
Colegio de Médicos de Reino Unido ha estimado que el vapeo es de un 95 a un 99 por ciento menos nocivo que el tabaco. Inocuo no hay nada, ni el aire que respiramos”, advierte la coordinadora, que niega ningún vínculo de la plataforma con la industria tabacalera: “Move no tiene financiación ni cuenta bancaria. No está inscrita como asociación. Es una plataforma internacional de médicos, científicos y profesionales de la salud que simplemente dicen que defienden esto”.
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