Miguel es un personaje habitual de la madrileña calle de Raimundo Fernández Villaverde. Tiene un puesto de venta de cupones de la ONCE en una de sus esquinas, y tanto él como su reparto de la suerte son conocidos por los establecimientos del lugar. Hace unos años sufrió un accidente de tráfico que le produjo la ruptura y el aplastamiento de parte de la columna vertebral, con una consecuente reducción de la caja torácica. “Tengo poco fuelle”, reconoce el vendedor de 63 años, que cada dos se somete a una espirometría, una prueba dura pero necesaria para prevenir posibles patologías respiratorias. Sin embargo, en esta ocasión la prueba no se la va a hacer en un centro sanitario ni tampoco la va a realizar un médico o una enfermera. Óscar López, titular de la oficina de farmacia de la que Miguel es cliente habitual desde hace años, se encargará de dar la orden de soplar.
López es el titular de una de las 35 oficinas de farmacia de Madrid que ofrecen a sus pacientes la posibilidad de someterse a una espirometría, una iniciativa con la que se pretende hallar a pacientes no diagnosticados de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), y que está liderada por el Instituto de Innovación y Desarrollo de la Responsabilidad Social Sociosanitaria (Inidress) en colaboración con la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica (Neumomadrid) y el Colegio de Farmacéuticos de Madrid.
“El inicio ha costado bastante. La formación es nueva y difícil, y los farmacéuticos se tienen que ir adaptando al uso del espirómetro”, explica Ana González Salazar, responsable de Investigación y Promoción de la Salud de Inidress y neumóloga del Hospital La Paz de Madrid, que es quien gestiona este proyecto y forma a los farmacéuticos en el uso de las herramientas para medir la capacidad pulmonar de sus clientes. “Hay muchas cosas que ellos no están habituados a usar, pero tienen una gran disposición para aprender todas las novedades que les voy contando para adaptarlas a su trabajo diario”.
El farmacéutico Óscar López
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Concretamente, el curso que habilita a los farmacéuticos para hacer espirometrías consiste en 20 horas técnicas y ocho horas de práctica. “La experiencia ha sido dura”, reconoce López. “Algunos ya conocemos los conceptos, pero tenemos que reciclarnos y volver a estudiarlo. Y la parte práctica es aún más dura. Estamos acostumbrados a hacer otro tipo de pruebas, mucho más sencillas y amigables para el paciente. Esto es casi agresivo. Tienes que coger al paciente por la pechera para que sople y pueda cumplir los parámetros que buscamos”.
“Cuesta, ¿eh? Es difícil”, asegura Virginia González, adjunta de Far. “Mi compañera y yo hicimos el curso y el temario nos pareció denso, porque nunca habíamos tocado este tipo de materia. El resto es práctica, pero bueno, también es complicado”.
Lograr que el paciente participe
El reto real está en conseguir que el paciente acceda a hacerse la prueba. “Hasta que se decide cuesta, porque le da miedo, porque el que es fumador tendría que dejar de fumar… La gente no quiere saber que está mal“, opina González. Por su parte, López explica que “al menos con los clientes del barrio ya hay cierta costumbre de hacer una labor preventiva en otras facetas de sus patologías. A estos solo hay que decirles: ‘pasa, que vamos a ver tus pulmones’. En cambio, en el caso de las personas que van de paso es diferente. Hay que abordarles y decirles lo importante que es la prevención y que estén al tanto de cómo están sus pulmones”.
Ana González Salazar, de Inidress.
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“En cualquier caso, yo he cogido un truquillo”, añade el también vocal de Oficina de Farmacia del Colegio de Farmacéuticos de Madrid. “Huelo a los pacientes. Si entra en el establecimiento y huele a tabaco, ese es candidato y al que hay que convencer”, afirma, con una sonrisa. De hecho, está claro que el tabaco es clave para la selección de pacientes objeto de esta iniciativa, que va dirigida a fumadores mayores de 40 años. Virginia González asegura que si la persona que entra por la puerta del establecimiento en el que trabaja en el centro de Madrid lleva una cajetilla, va a ser ‘carne’ de prueba, aunque espera que la iniciativa se amplíe en el futuro. “Hay muchos jóvenes que quieren conocer el estado de sus pulmones que nos han preguntado por ella”, afirma
Eso sí: ambos aseguran que el agradecimiento del ‘sometido’ siempre está asegurado. “Los pacientes valoran que te preocupes por ellos, incluso los más reticentes”.
La epoc, en cifras
Aunque no goza de la notoriedad de otras patologías, particularmente del ámbito de las infecciosas, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) supone un problema de salud pública de primer orde. Al menos una de cada diez personas de entre 40 y 80 años padece esta dolencia, que causa 50 muertes diarias en nuestro país. Sin embargo, lo más preocupante es el alarmante grado de infradiagnóstico, que es del 73 por ciento.
El impacto económico también es destacado. La EPOC cuesta en España unos 1.000 millones de euros al año. De forma detallada, sus costes directos suponen un 0,5 por ciento del presupuesto sanitario y los indirectos un 0,25 por ciento del producto interior bruto (PIB).
Virginia González, adjunta de farmacia.
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¿Nuevos servicios profesionales?
Pero con esta labor, ¿no están los farmacéuticos inmiscuyéndose en las competencias de otros profesionales sanitarios? López no lo ve así. “Al final, lo que tenemos que pensar es que el paciente no es de nadie, sino de todos, para que todos tiremos en la misma dirección”. Asimismo, recalca y recuerda que “la farmacia tiene acceso a la calle, y un horario muy extendido. En Escocia se ha convertido en un punto de vacunación, porque en regiones muy dispersas se han dado cuenta de que estos establecimientos pueden dar ese servicio. Pues lo mismo queremos que ocurra con las espirometrías”, y propone que este servicio se pueda incorporar algún día a una cartera remunerada en Madrid, “aunque tenemos que lograr resultados que avalen el proyecto”.
Y en camino de ello están. “A día de hoy tenemos 905 espirometrías”, explica González Salazar. De estas pruebas, en al menos 102 pruebas se dieron resultados sospechosos que se derivaron a su consulta en el Hospital de La Paz, y allí se han determinado unos 20 casos de EPOC, cifra que ratifica que farmacia puede servir para combatir el elevado infradiagnóstico de esta enfermedad.
Sin embargo, la meta es mucho más ambiciosa: realizar 25.000 espirometrías durante 12 meses, con las que se prevé diagnosticar 1.000 nuevos casos de EPOC en la Comunidad de Madrid y demostrar así la efectividad de este programa de cribado. Todavía queda mucho por delante. Por cierto: Miguel, el vendedor de cupones, por fortuna no reveló síntoma alguno de la enfermedad. Está claro que cuando se fumó su último cigarrillo (“me lo encendí tras una noche de juerga, me supo mal, lo tiré y dejé de fumar”) lo hizo a tiempo.
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