La habitación está vacía. Sólo se escuchan las máquinas que mantienen vivo al paciente en estado terminal. Un estudiante en prácticas se aproxima al borde de la cama, observa a su alrededor y, tras comprobar que está solo, extrae su móvil para tomarse una última foto, un
selfie, con uno de sus primeros pacientes. Sólo segundos después, la imagen se vuelve viral en las redes sociales. La acción, injustificable a todas luces, pone en tela de juicio la ética profesional del futuro médico, al mismo tiempo que compromete a toda la estructura de formación sanitaria, donde los pacientes y centros de salud dan un voto de confianza a quienes serán la generación del futuro.
A pesar de que hay casos en España, uno de los
selfies sanitario más criticado ha sido el registrado en México. Específicamente, se trataba de la alumna de la Universidad del Valle de México, María José González, quien, tras tomarse una fotografía con una paciente convaleciente, decidió postearla, acompañada de la frase: “Fui a hacer una guardia y una señora estaba agonizando y pues
selfieee”. Las denuncias del hecho llevaron a que el Comité de Honor y Justicia de la institución académica analizara los acontecimientos.
De vuelta en España, la imprudencia de los estudiantes en las prácticas clínicas puede, incluso, terminar con la participación de las fuerzas de seguridad. La Policía Nacional ha detenido, este mismo año, a un estudiante de 23 años que había sustraído fármacos de la familia de los opiáceos de los centros de salud en los que realizó sus prácticas. Los productos robados tenían un efecto 100 veces superior a la morfina y, según la investigación, eran utilizados para el autoconsumo del futuro médico.
Específicamente, se detectó la ausencia de casi unas 50 ampollas de este material en dos hospitales de la región de Murcia, habiendo sido sustraídos con un pleno conocimiento de los protocolos de las instituciones. Ante las sospechas de que se tratase de un miembro del equipo, los oficiales de policía realizaron una investigación que, junto a las imágenes de las cámaras de vídeo, permitieron la captura del estudiante. Aunque pueda parecerlo, no estamos ante un hecho aislado. Así se lo han confirmado a LA REVISTA de Redacción Médica varios de sus compañeros, que aseguran que la sustracción de fármacos de forma ilegal, aunque en menores cantidades, es algo frecuente.
Cuerpos como maniquíes
Una de las prácticas más comunes es el uso inadecuado de los cadáveres. A pesar de que tienen una mera finalidad académica, algunos alumnos suelen jugar, fotografiarse o colocar los cuerpos en posiciones comprometedoras por diversión. En la privacidad del laboratorio de Anatomía, los futuros médicos abren y cierran los ojos del difunto, así como le dibujan una sonrisa al recolocarle los labios o, incluso, juegan con sus órganos sexuales. Una práctica que poca relación tiene con el aprendizaje académico.
Juan Antonio Vargas, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid.
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“Una vez estábamos en los mortuorios. Comenzamos a tomarnos fotos con los cuerpos. Me acuerdo que los sentábamos y nosotros posábamos en medio de ellos. Ese día casi nos pilla la supervisora. Menos mal que, cuando oímos que venía, tuvimos el tiempo de dejar todo en orden y escondernos debajo de un sofá que había en el área”, cuenta una estudiante de Medicina.
La falta de respeto por los cadáveres puede ir escalando hasta puntos absurdos, como el que se registró, por ejemplo, en Uruguay. Uno de los estudiantes de la principal universidad pública decidió llevar uno a la sala de médicos del hospital donde, previamente, se había realizado una celebración por el final de las prácticas clínicas. La ‘gracia’ le costó un total de seis meses de suspensión de la facultad, así como el rechazo expreso de sus compañeros y del propio decano, Fernando Tomasina.
Las áreas ocultas de los hospitales españoles también facilitan otro tipo de hechos. Por ejemplo, en los subterráneos se organizan carreras espontaneas de sillas de ruedas entre los estudiantes, arriesgándose a dañar los equipos provenientes de la inversión sanitaria. No obstante, hay quienes incluso han dado un paso más y aseguran que “una vez aposté que podía salir y llamar a los pacientes del día sentado en una silla de ruedas, mientras que después, en la consulta, permanecía de pie”.
“Los estudiantes deben ser conscientes de que un comportamiento inapropiado afecta el profesionalismo y la ética. Es necesario que comprendan que trabajan con personas y no con números o una patología en general”, ha explicado Juan Antonio Vargas, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. En este sentido, pide que no solo se modere la forma de actuar dentro del centro de salud, sino también fuera, donde “se habla en algunas ocasiones de forma que pueda resultar ofensiva para quienes escuchan sobre la situaciones de los pacientes”.
LOS FUTUROS MÉDICOS... DE LA YIHAD
Uno de los casos más emblemáticos de los últimos años ha sido la detención de una estudiante de Medicina de 19 años. La futura doctora, residente en Figueras (Gerona), ha sido capturada una vez que han quedado demostrados sus vínculos con el yihadismo. No se trata de una mera medida preventiva, sino de una operación conjunta entre la policía española y alemana, ya que el nombre de la alumna de Medicina figuraba entre los contactos próximos de Ayoub Moutchou, yihadista detenido en Stuttgart (Alemania). Según la investigación, la joven había establecido una red de apoyo a la organización terrorista Daesh en España, donde también se aliaban otros miembros y simpatizantes.
No solo los estudiantes se equivocan
Las malas prácticas no se limitan al alumnado. Los docentes encargados de la formación de la próxima generación de médicos también tienen su porción de responsabilidad. “En los últimos años he visto cómo nuestro tutor hacía una serie de comentarios deplorables o de índole machistas con respecto a los pacientes y, en alguna ocasión, con alguna de mis compañeras de la práctica clínica”, asegura a este medio un estudiante que prefiere no revelar su nombre.
Asimismo, en un intento por aproximarse a los grupos, pueden terminar formando parte activa en algunas de las prácticas desaconsejables de jugar con los cadáveres o de llevar la relación médico-paciente a un ámbito muy alejado del profesional. “Los docentes nos han visto en más de una ocasión tener una actitud o comportamiento inadecuado, pero al parecerles gracioso no nos han sancionado, sino que se han reído con nosotros”, apunta la estudiante del cuarto año de Medicina.
Cuidar la formación sanitaria
Con el objetivo de proteger al paciente, el Ministerio de Sanidad ha publicado, a través de la Comisión de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud, el ‘Protocolo mediante el que se determinan las pautas básicas destinadas a asegurar y proteger el derecho a la intimidad del paciente por los alumnos y residentes en Ciencias de la Salud’. Un documento que recuerda las normativas que regulan el derecho del paciente a contar con un trato digno durante su presencia en el centro y a su confidencialidad.
La iniciativa ha sido valorada positivamente por Joan Monés, secretario de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC). “Es un refuerzo en la ética profesional para evitar que existan hechos que, por fortuna, son absolutamente excepcionales. Cada vez son menos las prácticas inadecuadas, quedando solo algunos flecos, como el cuidar la vestimenta o el tono de la voz en las reuniones que se realizan al inicio de la jornada”, precisa.
Para Monés se tratan de problemas de fácil solución. De esta manera, asegura que una medida que se podrá tomar para facilitar la relación entre los estudiantes y los pacientes es que “se explique a todas las personas que se trata de un hospital universitario, por lo que es posible que haya un estudiante durante la asistencia, al menos que expresen estar en contra”. Con esto, “se evitaría tener que explicar a todos los pacientes que entran a la consulta que habrá un alumno, haciendo que la relación sea más fluida y natural”.
Las instituciones están trabajando para garantizar que los alumnos de Medicina tengan un comportamiento ejemplar durante las prácticas clínicas, permitiéndoles aprovechar la experiencia para reforzar sus conocimientos teóricos y actitudes. De cierta forma se trata de un pequeño simulacro donde los futuros médicos deben aprender que su función es ofrecer la mejor asistencia al paciente, respetando su integridad e intimidad, ya que son quienes, ciegamente, entregan su vida a las manos del profesional sanitario.
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