Tras muchos meses pasados entre libros, esquemas, apuntes y nervios, mirando de reojo las notas medias del instituto y las de corte de las
universidades, muchos alumnos españoles se sientan a poner sobre un papel cuál es su elección para seguir
formándose. Es el momento en el que se decantan por una de las opciones si contaban con varias, o en el que marcan con ansiedad la casilla donde figura esa carrera que siempre han querido hacer. En el caso de
Medicina, existe una diferencia mayor respecto al resto; es lo que llaman
vocación.
A punto de comenzar un nuevo curso académico, serán muchos los que se enfrenten a ese momento, a su primer año en el que todo es nuevo y tienen que meter la cabeza en lo que marcará el resto de sus vidas. ¿Pero cómo son realmente esos primeros meses?
LA REVISTA de Redacción Médica ha hablado con varios de ellos para que resuman cuál ha sido su experiencia, qué les ha sorprendido o qué cambiarían para las próximas generaciones.
Y todos coinciden en que su decisión no está condicionada por la
tradición familiar sino por un deseo totalmente personal.
“No se puede elegir sin vocación, por la dedicación y formación constante que requiere. La profesión pide siempre dar lo mejor de nosotros mismos y buscar lo mejor para el paciente. Siempre fue mi primera opción, porque además está el gusto por la ciencia y la posibilidad de investigar”, explica
Javier Melgosa, alumno de la
Universidad de Salamanca (USAL).
Pero no siempre es tan fácil, y algunos han pasado por algún que otro curso estudiando otra carrera en el que han comprobado por qué no funcionaba: tenían que pasarse a Medicina. Es el caso de
Jaume Ramon, un mallorquín de 20 años que estudia en la
Universidad Complutense de Madrid (UCM) y quien ‘penó’ un año por Ingeniería Aeronáutica en la Politécnica de Madrid por no tener clara su decisión sobre
Medicina. Para él, la vocación profesional
“se tiene con aquello que nos gusta por el hecho de que se nos da bien. La vocación no es necesariamente algo innato o inherente al deseo, sino aquella profesión que nos motiva porque en ella podremos desarrollarnos al cien por cien y
sentirnos plenamente realizados”.
Todos coinciden: el paso del instituto a la universidad es un importante "escalón de autonomía" que cada uno debe de administrar
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Algo parecido le ocurrió a Inés Bedmar, que invirtió un año estudiando Enfermería porque la nota no le daba para Medicina en un primer momento, pero que descubrió que le compensaba presentarse de nuevo a las pruebas específicas para acceder a la que también es su vocación por ser “un carrera muy completa y humana”.
Todos coinciden en que el paso del instituto a la universidad es un importante “escalón de autonomía”, donde cada uno tiene que gestionarse sus horarios, sus apuntes o su formalidad con las clases, algo que no es exclusivo de esta carrera, pero donde aseguran que también cuentan con ayuda incluso en las propias universidades. La UCM, según recoge Inés, ofrece programas de apoyo para los nuevos estudiantes donde alumnos de cursos superiores ayudan a los de primero.
El trato al paciente tendrá que esperar
Pero también coinciden en que los primeros años las asignaturas son más generalistas, con modelos en los que las prácticas reales con pacientes no llegan hasta tercero. Javier se pasó primero con prácticas de laboratorio y algunas en salas de disección, llegando a tener varias incluso el mismo día. “Los estudios de Medicina se estructuran de tal modo que los dos primeros cursos sirven para
aprender la estructura y el funcionamiento del cuerpo humano cuando está sano y los últimos cuatro cursos se estudia la patología y cómo tratarla. No me he llevado ninguna sorpresa porque ya me habían advertido, pero me hubiera encantado que la formación en Ética y Humanidades fuera tan fundamental como lo es la Medicina del cuerpo. Un médico nunca, jamás, será sólo un especialista científico”, matiza
Jaume, con menos vocación científica que la que muestra Inés, para quien el primer año ha sido
“fantástico”.
Jaume junto a una compañera en un acto de Ifmsa en la Complutense sobre la depresión.
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“Para mí ha sido todo muy interesante, he aprendido muchísimo, más de lo que esperaba. A mí me encanta la ciencia pero es cierto que hay compañeros a los que no les gustan tanto las asignaturas del primer año por ser más ‘de laboratorio’ como dicen ellos, y prefieren un enfoque práctico de los contenidos, pero los profesores casi siempre tratan de hacernos ver su utilidad.
Las prácticas con pacientes no son hasta tercero, pero mientras sí que hemos tenido prácticas de anatomía (visita al museo, disección de cadáveres, análisis de radiografías); de fisiología (aprender a medir la presión arterial, entender un electrocardiograma); de bioquímica (pruebas de laboratorio como medir la hemoglobina o colesterol en sangre); de genética (llevar casos de análisis de genes) y otras muchas actividades, como trabajos en grupo sobre casos clínicos”, cuenta
Inés a esta revista.
Organizar su tiempo, en este primer curso, es de vital importancia. Todos coinciden en que se enfrentan a mucho contenido que hay que estudiar en poco tiempo, y si pudieran cambiar en algo este primer contacto las propuestas son variadas. Desde una mayor orientación a lo que luego será el
examen MIR hasta una reducción del temario para desarrollar mayores habilidades del trato con el paciente, pasando por más contacto clínico real.
Compañeros, aliados
Común es también la sensación de satisfacción que han tenido respecto a los compañeros. "Desde fuera siempre te pintan mucha competitividad, que es cierto que existe, pero en la mayoría de los casos es sana, forjando relaciones muy buenas”, cuenta
Javier. “Me sorprendió el amplio abanico de conocimientos descubiertos y por descubrir.
Creo mucho en el avance de la ciencia y la mejora del servicio sanitario. Me encantó también la cantidad de actividades y conferencias a las que podemos asistir, creo que es muy importante formarse tanto dentro como fuera de las clases. Por último, el compañerismo, es de mucho agradecer la ayuda entre los estudiantes, siempre vas a dar con alguien que te ayude si no entiendes algo o faltaste un día a clase”, comparte Inés.
Del mismo modo, Jaume destaca que le ha enganchado el
“buen ambiente que se respira en mi Facultad, los compañeros maravillosos que me he encontrado, la competitividad cero –tenemos comisiones de apuntes para compartirlos y ayudarnos- o las asociaciones de alumnos”.
CONSEJOS A QUIEN DUDA
Ante la tesitura de quien esté dudando ahora mismo sobre si decantarse por Medicina o no, los tres lo tiene claro: Adelante.
Javier: Le animaría a elegirla sin duda, sobre todo si son gente con vocación, espíritu científico y ganas de ayudar a los demás. También les diría que no se guíen sólo por tener una nota alta en selectividad ni posibles presiones externas.
Inés: Le diría que Medicina es una carrera preciosa, mas es importante reflexionar sobre cómo se ve uno mismo en un futuro. Alguien que estudia Medicina debe estar comprometido con el estudio diario tanto durante la carrera como durante toda su vida, pues los médicos están continuamente formándose. Como consejos le diría que no se agobie, lo importante es organizarse y disfrutar del estudio; preguntar siempre las dudas en clase y hacer muchos amigos, pues son los que te van a dar mucho apoyo durante la carrera.
Jaume: Le aconsejaría pensárselo como hice yo, de manera razonada, considerando pros y contras. Medicina puede gustar, y mucho, como me ocurre a mí, o puede ser una pesadilla. Es una carrera de fondo, que requiere paciencia y sobre todo valorar el camino. Es la carrera más larga de todas, seis añazos, ¡como para no disfrutarlos! Las pocas condiciones para triunfar como estudiante de Medicina son: capacidad de esfuerzo y sacrificio relativamente grandes (siempre tiene que compensar), vocación de servicio público, vitalidad y seguridad en uno mismo. ¡Y adelante!
Más diversidad hay en cuanto a aquello que les ha sorprendido en sentido negativo, puesto que Javier lamenta que a veces no se les facilita el estudio con material colgado a tiempo o se tiene poco en cuenta su opinión en la toma de algunas decisiones que les incumben, mientras que
Jaume resalta la dificultad de los estudios. “No es que el temario sea incomprensible, sino que hay que estudiar muchísimo, demasiado”, explica. Inés, por su parte, señala que le disgustó la “falta de aprecio por la carrera” de algunos estudiantes.
“Hay mucha gente que lucha por entrar en Medicina, entre los cuales un alto porcentaje no lo logra, y en su lugar ves a gente que sólo está para calentar la silla, o personas que no les gusta relacionarse y cuyo fin es elegir una especialidad que les dé mucho dinero”, critica la joven.
Ellos, de momento, no tienen claro qué especialidad van a coger, aunque mientras que Inés prefiere una que englobe el cuerpo entero (Endocrinología, Inmunología, Hematología o Medicina Interna), Javier baraja opciones como Urología, Dermatología o Traumatología. Más claro lo tiene Jaume, quien se ve como Médico de Familia y Atención Primaria, “donde se resuelven la mayor parte de los problemas de salud, por ser tremendamente genérica y porque me gustaría desarrollarme en temas de salud pública, gestión de pacientes y procesos de fin de vida”.
Panorama futuro
En este primer año en la Facultad también les ha dado tiempo a entrar en más contacto con el mundo sanitario, con mayor interés por la información, que buscan especialmente en redes sociales y en medios de comunicación especializados “puesto que a los generalistas sólo llegan las noticias más llamativas”. También han empezado a tomar conciencia de cómo está el panorama para los médicos una vez que terminan su formación, ya que si bien no consideran que haya problemas para acceder a la residencia, sí conocen los males de la profesión una vez terminada.
“Es una lástima que se ande tan justo de recursos económicos y de personal”, cuenta Jaume. “Tengo amigos médicos y la situación por lo que me cuentan es peor de lo deseada, con muchos contratos temporales y poca estabilidad laboral, pero
confío en que la situación mejore poco a poco”, añade Javier.
Estudiantes de Medicina de la Universidad de Salamanca.
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Saben cómo está la situación, confían en que mejore, pero
solo uno de ellos no baraja irse de España si las condiciones no son favorables. Mientras, en un intento de participar en las decisiones que les incumben, se dejan informar por las asociaciones estudiantiles. Inés acudirá al próximo Congreso de CEEM en Cantabria, y tanto ella como Jaume forman parte de la International Federation of Medical Students’ Associations (Ifmsa), que favorece el intercambio entre su más de un millón de socios.
No se arrepienten
Quienes ya han iniciado su andadura en Medicina se muestran muy satisfechos por ello, esperando que en un futuro los pacientes aprecien su trabajo y ellos mismos puedan influir en el bienestar de la sociedad. “Mi mayor satisfacción sería conseguir que todo paciente al que atendiese saliese de la consulta satisfecho, sintiendo confianza en sí mismo, en mí y con una sonrisa en la cara.
Además me gustaría potenciar las aptitudes investigadoras del colectivo médico o al menos contribuir para poder curar una enfermedad compleja”, defiende Inés.
Jaume va más allá y aspira a influir en la sociedad a nivel individual con cada paciente y a nivel colectivo mediante actividad política.
“Cambiar, dentro de mis competencias, un poquito la vida de los demás a mejor. Y concretando aún más, en los procesos de fin de vida. Intento y seguiré intentando formarme en la muerte, para poder ayudar a prevenir penas, dolores y desasosiegos innecesarios”, expone.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.