Mercedes Alburquerque comienza su jornada laboral a las 8 de la mañana como tantos otros profesionales, pero no lo hace en un centro de salud sino en la Casa del Mar, donde pasa consulta a los
marineros que quieren emprender un nuevo viaje. Ella es
médica de Sanidad Marítima en la Dirección Provincial de Huelva y, cada día, suele atender entre siete u ocho pacientes.
Principalmente, se encarga de realizar los
reconocimientos médicos de las personas que se suben a bordo de un barco, tanto de pesca como mercantes. Además, redacta la historia clínica de sus pacientes y, por lo general, solicita que el personal de Enfermería les haga pruebas como un electrocardiograma, una audiometría o una espirometría. “Les hago una exploración completa y suelo tardar media hora por paciente”, afirma a
Redacción Médica. A su vez, se encarga de la atención preventiva de los marineros: “Derivo a mis pacientes a sus respectivos médicos de Familia”. Concretamente,
comprueba que las condiciones de los marineros son las adecuadas para el tipo de navegación que van a hacer, así como para el puesto que ocupan en ella.
Los botiquines de los barcos también dependen de esta médica. Ella se encarga de dar la formación adecuada a las personas encargadas de ellos durante las salidas a mar. También comprueba que todo está en su sitio y que las condiciones “higiénico-sanitarias” de los barcos son las adecuadas. Aun así, eso no es todo. La médica de sanidad marítima, cuando no pasa consulta,
dedica su tiempo a investigar sobre los factores de riesgo de los marineros y a poner en marcha campañas epidemiológicas.
Un camino distinto al MIR
En julio de 2022, Mercedes acabó la carrera de Medicina, pero algo se interpuso entre ella y el temido examen MIR: “Por una situación personal, solo pude acabar la carrera y no pude preparar la segunda parte intensiva de sexto”. Por ello,
el futuro le llevó a cubrir una baja en el Instituto Social de la Marina (ISM) de Cartagena, tras haberse apuntado como demandante de empleo.
En el instituto le propusieron que se presentara a las oposiciones para conseguir una plaza fija en el propio organismo. En marzo de 2023, Mercedes se preparó la oposición y se la adjudicaron en Huelva, lugar donde trabaja actualmente.
“Quería seguir en el ISM por mis pacientes”, cuenta esta médica murciana. “Al llegar al instituto me di cuenta que tenía delante un sector huérfano lleno de personas a las que no se les hacía el caso que se merecían”, insiste.
“Si tuviera delante a un estudiante de Medicina le diría que entiendo su miedo a desviarse del camino al MIR, pero existen alternativas”, explica Mercedes. Aconseja que si al estudiante le gusta “el trato al paciente” hay oportunidades en el ISM, en las direcciones provinciales o en otros organismos.
Unos pacientes completos de "factores de riesgo"
Para Mercedes, su trabajo consiste en
ser “como la médica de familia de los marineros”. Según cuenta, es una población que no acude al médico para nada y, como los reconocimientos que se realizan en la Dirección Provincial de Huelva son obligatorios por ley, aprovechan “para contarme todo lo que les pasa”.
La vida que llevan los marineros, según Mercedes, es muy difícil y tienen unos horarios de trabajo muy variados. “Sus condiciones de sueño son nulas,
casi todos son hipertensos, diabéticos, obesos o cuentan con factores de riesgo como el tabaquismo. Es gente que no practica deporte”, añade.
Lo que más le gusta de su día a día es “lo agradecidos que son”.
“Siento que puedo cambiar factores que influyen en su vida”, afirma con orgullo. De hecho, cuenta que muchos de ellos, cuando la ven por la calle, le dicen que han dejado de fumar, “como usted me recomendó”, o que se han tomado la pastilla que Mercedes les avisó que su médico de Familia les mandaría tomar.
El reto de no poder ofrecer una asistencia sanitaria completa
Aunque le encanta su trabajo, afirma que su mayor reto es “conseguir entender a la población con la que estás hablando". Indica que "
no puedes solo recomendar ejercicio físico o vida sana, la vida de un marinero es muy complicada”. Según ella, un navegante puede pasar alrededor de 10 horas seguidas en un barco y puede llegar a su casa a las seis de la tarde, después de haber salido a las tres de la mañana.
Aun así, sin duda, Mercedes confiesa que el mayor inconveniente de su trabajo es “lidiar con la frustración que te puede causar como médico ser únicamente preventiva”. Es decir, “no poder meter mano en las patologías”. Para ella es muy difícil "querer hacer más y no poder".
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