Estudiar la
carrera de Medicina no es tarea fácil cuando eres ciega. En la actualidad, del total de personas afectadas con patologías visuales,
el 80,80 por ciento tienen baja visión, y el 19,20 por ciento son ciegos legales. En España,
más de un millón y medio de personas tienen problemas de visión, según la Organización Mundial de la Salud.
Redacción Médica une tres historias desarrolladas en diferentes tiempos, sobre las vivencias y experiencias de
sanitarias con discapacidad visual. La falta de medios, escasez de información en braille y la adaptación
dificultan a los sanitarios con problemas de visión en España a encontrar hospitales donde desarrollar su puesto de trabajo dentro de las circunstancias.
La primera mujer ciega licenciada en Medicina de España
Pepi Casas
empezó Medicina en 1979 en la Universidad de Barcelona, y sus problemas comenzaron con la asignatura de
Farmacología, cuando un profesor no le dejó realizar un parcial de febrero llevándola directamente a la convocatoria final de junio.
"Algunos profesores te ayudan pero otros
te ponen bastantes palos en las ruedas", argumenta la sanitaria, que cuenta cómo se sentía de
"perjudicada" ante la
falta de medios en la universidad y el r
echazo por parte de algunos de los profesores de la época.
Pepi es licenciada en Medicina y Cirugía desde 1985.
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Es la
primera mujer ciega en finalizar una carrera de Medicina y tomaba
apuntes con la pauta, una especie de rejilla con varias filas de cajetines que
le servían de guía para escribir con el punzón, y al darle la vuelta al papel, poder encontrar el braille que le permitiría estudiar.
Además,
utilizaba el optacon, un dispositivo electromecánico que permite a las personas ciegas leer material impreso. Principalmente, Pepi leía consultas sobre
cómo era un electro o imágenes lineales asegurando que para su estudio,
"era muy lento". "Y eso que antes se hacían muy pocas prácticas, no es como ahora", añade.
La sanitaria muestra cómo se utiliza el optacon sobre un libro de Medicina Interna.
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"Durante el MIR,
transcribía las preguntas en braille y el funcionario apuntaba las respuestas"
. El primer
examen MIR lo suspendió, y tras cuatro convocatorias más, Pepi aprobaría finalmente a la
quinta el MIR en 1992. "Me presenté por presentarme al estar tan cansada de luchar contra las adversidades", señala.
Pepi se encontraba trabajando en la ONCE como docente de braille para adultos, y una vez con el
MIR aprobado, escogió plaza en el
Hospital Vall D'Hebron donde realizó la especialidad de
Medicina Preventiva y Salud Pública con la obligatoriedad del
máster de Salud Pública.
Recuerda sus últimos años de residencia con tristeza, al contar que su tutora
"se desentendió" de ella, incluso cuando podía elegir entre continuar en el hospital o realizar la extrahospitalaria, el jefe del hospital le
"sugirió volver a la ONCE".
Tras finalizar la residencia, su única opción era la de opositar, pero ese año en Cataluña no se convocaron plazas, y tras no querer desplazarse a otra comunidad, Pepi decidió regresar a la ONCE, donde
trabajó como profesora de informática hasta la jubilación.
Defiende que
"hubiera preferido trabajar como médica, pero no pudo ser", destacando los prejuicios de la sociedad
ante la discapacidad que presenta por el
"no valemos y no servimos".
No tener miedo a formarse a pesar de las circunstancias
Alba Mestres es farmacéutica y padece retinosis pigmentaria. Durante la
carrera de Farmacia, recuerda alguno de los inconvenientes a los que se enfrentó:
"No contar con tiempo extra durante la realización de un examen pese a ser una
persona con discapacidad".
"Un profesor de Química Inorgánica me puso muchos
problemas para adaptarme a la prueba. No me dejó hacer la prueba por ordenador,
lo tuve que hacer a boli". Tras una denuncia con ayuda del defensor del estudiante de la Universidad de Barcelona,
"se empezaron a tomar más en serio mi caso
, dándome más tiempo para la realización en las pruebas, y
dejándome examinar con un ordenador".
Al querer
"tener más conocimientos para poder ayudar a las personas" decidió continuar estudiando y
empezar la carrera de Medicina, pero no la terminó. Alba se sintió nuevamente desplazada, desilusionada... y tras finalizar primero de Medicina, le ofrecieron un trabajo en la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
"Lo dejé porque me desanimé. Encontré mucho
pasotismo tras hablar con algunos profesores que
veían las adaptaciones bastante inviables".
Alba teletrabando junto a su perra guía, Luna.
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Mestres, que actualmente trabaja en el Ayuntamiento de Barcelona, señala que
"las nuevas tecnologías han avanzado, pero hay mucha falta de información". Tras su experiencia, anima a que no se tenga miedo a formarse a pesar de las circunstancias.
"A mí lo que me gustaría es animar a la gente a que
no tenga miedo a formarse, y a las instituciones sanitarias a
no poner barreras para que la gente estudie y trabaje a pesar de su discapacidad", señala.
"Tras aprobar el BIR no puedo realizar mi residencia en el hospital"
Carmen Lafuente no puede realizar su residencia en el hospital tras casi dos años después de aprobar la oposición BIR. Esta madrileña de 25 años, posee
glaucoma congénito desde nacimiento y, tras
obtener la mejor nota, esta sanitaria sufrió inconvenientes para realizar la especialidad de Bioquímica clínica en el Hospital Universitario de Basurto. Aunque
durante las prácticas de la carrera no tuvo incovenientes al desarrollar tareas que se adaptaran a sus capacidades, como la del análisis de datos.
Carmen durante su graduación.
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Carmen argumenta que
"el jefe de servicio me puso pegas por mi discapacidad" por lo que decidió regresar a Madrid e intentar desarrollar su residencia en el
Hospital Universitario Ramón y Cajal con el infortunio de que la historia se volvería a repetir tras experimentar
"el rechazo por el servicio de bioquímica clínica".
"¿Cómo vas a manipular las muestras? ¿Cómo vas a sacar toda la carga de trabajo?". Son algunas de las preguntas que la sanitaria recibió por parte de algunos trabajadores sanitarios por su discapacidad.
Tras casi un año de comunicaciones sin éxito con el Ministerio de Sanidad, informan a Carmen de la resolución de la
pérdida de derechos de la plaza. Ante esta situación, y apoyada por la ONCE, interpone un recurso de alzada para poder mantener abierto el proceso que desencadenará en una reunión con Sanidad.
La reunión, que se produjo esta semana no tuvo éxito ya que la demandante, Carmen LaFuente esperaba que
"rectificaran la resolución". Ante esto, la bióloga continuará con el proceso planteándose realizar el
recurso contencioso admnistrativo.
Descolocada, y decepcionada tras la reunión, Carmen asegura que no va a dejar de luchar para poder conseguir realizar su residencia.
"A la sociedad le gusta mucho utilizar la palabra inclusión, pero todavía queda mucho camino por recorrer", argumenta.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.