"Felicitamos por adelantado a los enfermos que fíen la curación de sus dolencias al
nuevo doctor con faldas". Con estas palabras se refiere
El Liberal, uno de los periódicos más progresistas del siglo XIX, a
Dolors Aleu Riera, la primera médico en abrir
consulta propia y
ejercer la
Medicina en la Historia de España.
Este acontecimiento tuvo lugar en 1882, tras grandes
esfuerzos y dificultades, como relata
Javier Santamarta en su libro
Siempre estuvieron ellas, donde dedica un capítulo a narrar los
obstáculos que tuvieron que superar las primeras doctoras. La
primera barrera de cristal que hubo que romper fue la que impedía a las mujeres estudiar en la universidad. Quien protagonizó esta hazaña fue
Concepción Arenal, sin cuyo sacrificio hoy no habría doctoras en el sistema nacional de salud.
Arenal quiso
estudiar Derecho en 1841 y para ello tuvo que
disfrazarse de hombre. Se cortó el pelo, se puso levita, pantalones, sombrero de copa y una capa para poder asistir a las clases de la
Universidad Central de Madrid. Al descubrirla, el rector permitió que asistiera a clases dado los buenos resultados académicos que había logrado, aunque, eso sí, solo como
oyente.
Apartada del resto de alumnos
Una vez traspasada esa primera barrera, la primera mujer que dio el
paso para estudiar Medicina fue
Elena Maseras, una catalana perteneciente a una familia de larga tradición en el sector médico. Por aquel entonces (1872) la
ley no decía nada sobre la posibilidad de que las mujeres estudiasen carreras universitarias. Maseras intentó aprovechar ese resquicio legal para poder hacer Medicina.
Elena Maseras necesitó un permiso del rey Amadeo de Saboya para poder estudiar Medicina
|
Tuvo que ser el mismísimo rey,
Amadeo de Saboya, quien concediera un
permiso real a Maseras para poder acudir a la universidad. No obstante, ni siquiera el permiso real le habilitaba para poder ir a clase como una alumna más. Tuvo que estudiar de forma privada, pese a estar matriculada. Su excelente rendimiento llevo a los catedráticos
Juan Giné y Partagás y
Narciso Carbó y Aloy a introducirla en el aula junto al resto de estudiantes.
A su entrada en clase,
el resto de alumnos rompió a aplaudir. Habían pasado tres años desde que Maseras pudo estudiar como una alumna más. Sin embargo, los prejuicios seguían presentes, como demuestra el hecho de que tuviera que
sentarse en la tarima, alejada de sus compañeros, al lado del profesor.
Elena Maseras acabaría la carrera en 1878, aunque sus esfuerzos no lograron que le permitiesen ejercer como médico.
Con escolta a la universidad
Título de Medicina de Dolors Aleu.
|
A pesar de ello, abrió la puerta para que otras mujeres estudiasen Medicina, siendo la siguiente en la lista
Dolors Aleu Riera, que entró dos años después en la universidad. Hija de Joan Aleu, farmacéutico,
gobernador general de Cataluña, teniente alcalde de la Ciudad Condal y
jefe de la Policía municipal, lo tuvo menos difícil que se antecesora.
A su entrada a la facultad, algunos
exaltados le lanzaron piedras, y su padre tomó la decisión de
ponerle dos escoltas, que le acompañarían hasta el final de los estudios. De la misma forma que a Maseras, los compañeros de pupitre de Aleu
aplaudieron a su entrada en clase. Aleu se licenció con la calificación de
excelente, convirtiéndose en la primera mujer a la que permitieron ejercer la Medicina en España.
Especializada en
Ginecología y
Medicina Infantil, su
consulta de Barcelona fue todo un éxito, pues, dada la época, cientos de mujeres preferían ser tratados por una mujer que por un hombre extraño.
El protocolo de la tesis... para mujeres
La tercera pionera fue
Martina Castells, también catalana, que fue la primera mujer en obtener el doctorado en Medicina con una tesis titulada
Educación física, intelectual y moral que debería darse a la mujer para que contribuyese en grado máximo a la perfección y la dicha de la Humanidad, un estudio que es una reivindicación del papel femenino, llegando a relacionarlo con la
felicidad de la Humanidad.
Cabe destacar que Castells no lo tuvo fácil, a pesar del camino abierto por sus dos antecesoras. Valga como ejemplo lo que sucedió tras defender su tesis. El protocolo marcaba en aquella época que el tribunal debía abrazar al nuevo doctor tras la defensa de la tesis,
cosa de la que se prescindió en este caso al ser mujer Castells.
Según el
Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de mujeres colegiadas ha superado por primera vez en la historia de España al de hombres al situarse en 127.979 colegiadas, por los 125.817 colegiados. Esta realidad ha sido posible gracias a figuras como Concepción Arenal, Elena Maseras, Dolors Aleu y Martina Castells, y aunque queda camino por recorrer, su
legado ha sido imprescindible.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.