Un
reciente estudio elaborado por el del Consejo General de Colegios Médicos (Cgcom) revelaba que tan sólo un 33 por ciento de los
Médicos Internos Residentes (MIR) están correctamente supervisados por su
tutor. Ante esta tesitura, los propios tutores sostienen que no reciben la
formación ni los medios adecuados para un óptimo seguimiento de las actividades de los internos.
A esto hay que sumarle las propias dificultades estructurales de la profesión médica, que puede resultar bastante
exigente y estresante para el general de los profesionales, y lo cual, a su vez, puede desembocar en tensiones que deriven, de un modo u otro, en
conflictos laborales. En este sentido, la carga de trabajo puede ser doble para los tutores, ya que, además, deben encargarse de la
supervisión de un MIR.
De este modo,
Fernando Salgado, excoordinador del Grupo de Formación de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), desgrana en
Redacción Médica cómo debe actuar en caso de encontrarse con un interno conflictivo, y recuerda que “todo MIR, como cualquier trabajador, está sujeto a una
normativa laboral y a una estructura jerárquica”.
Salgado afirma que el
tutor de la especialidad es el “responsable directo del residente” y a quien debe dirigirse en primer lugar las quejas sobre un comportamiento inapropiado de los residentes que estén a su cargo.
Sanciones para faltas muy graves
“El tutor es el que debe analizar los hechos en primera instancia y valorar las medidas a seguir y en el caso de que se trate de una falta grave o que no se enmiende la situación transmitirla a los organismos pertinentes como son la
comisión de docencia -jefatura de estudios- y también, cómo no, a los
cargos intermedios del servicio donde esté adscrito el residente”, señala Delgado a este diario.
"Un buen tutor debe explorar el comportamiento de ese residente conflictivo y encauzar la situación sin tener que recurrir a recursos punitivos"
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Para evitar que esta dinámica laboral conflictiva continúe, las gerencias de los centros sanitarios tienen la potestad de “imponer
sanciones a los trabajadores que cometan infracciones que pueden llegar hasta la
suspensión de empleo y sueldo si se trata de faltas graves, muy graves o reiteradas”.
Además, la comisión de docencia puede no dar el apto al residente durante la evaluación anual “si su comportamiento así lo merece”, con lo que no obtendría el título de especialista.
Casos excepcionales
Por otro lado, Salgado reitera que estas situaciones de conflictividad de internos “son excepcionales a pesar de la falta de tiempo y formación específica en el manejo de conflictos que tienen gran parte de los tutores MIR de nuestro país”, y asegura que, en muchos casos, estas carencias
se suplen “con vocación y dedicación” del tutor.
“Un buen tutor debe explorar el por qué del comportamiento de ese residente conflictivo y encauzar la situación sin tener que recurrir a recursos punitivos”, concluye el excoordinador del Grupo de Formación de la SEMI, quien, además, atestigua que durante su experiencia de ochos años como tutor sólo tuvo que enfrentarse a una sola situación que le obligó a “recurrir a instancias superiores”.
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