Once meses después de la irrupción del
Covid-19, con la detección del primer caso en la provincia de Wuhan, su
origen contiúa siendo una incógnita a nivel mundial. Aunque se mantiene la teoría de la procedencia natural y no artificial del virus, ninguna de las numerosas investigaciones y estudios realizados desde entonces han conseguido demostrar casos de
zoonosis.
La
transmisión de SARS-CoV-2 a humanos por parte de un huésped animal permanece por tanto en el "terreno de la hipótesis", según explican desde la Sociedad Española de Virología.
Aún así, solo la posibilidad supone ya un riesgo. "Si el
virus se adaptase exitosamente a alguna especie animal sería un problema, porque el virus evolucionaría de manera independiente y con el tiempo
podrían generarse variantes que escapasen a la inmunidad conferida por vacuna o por infección natural", detalla Juan Emilio Echeverría, jefe del laboratorio de rabia del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).
Si se tratase de animales domésticos, sería posible frenar su avance con
vacunas. Algo que "
en animales salvajes resulta enormemente difícil, sino imposible", explica el científico. Aún así, admite que por ahora se trata solo de "una posibilidad teórica no sustentada por hechos observados o experimentales".
"La conclusión evidente de todo esto es que hay que
establecer un buen sistema de vigilancia de infección por SARS-CoV-2 en animales", asegura, al igual que la investigación del origen de la pandemia.
¿Cuál es el origen de Ómicron?
De momento, solo una de las
tres hipótesis principales sobre el nacimiento de la variante Ómicron tiene que ver con el mundo animal. Según esta, la mutación se habría generado en una
especie a la que los humanos le transmitimos el virus, que logró adaptarse a ella y evolucionar de manera independiente hasta llegar a Ómicron. Después, se produciría el contagio en sentido inverso es decir, del animal al hombre.
Para dar validez a este planteamiento sería necesario, según el experto,
detectar la circulación de Ómicron o una variante similar de SARS-CoV-2 en una población animal. Hasta el momento, se ha documentado la transmisión a diferentes especies animales de forma natural y experimental (visón, hurón, gato, tigre, león, leopardo, perro mapache, perro, ciervo y ratón).
"Solo en el caso del
visón en ambiente de granja y según parece, del
ciervo de cola blanca americano en estado natural, se ha podido observar
transmisión sostenida", aclara Echevarría. En el resto de los especímenes "se han observado solo casos aislados" y se ignora la existencia de "otras especies animales a las que se le haya podido transmitir el virus".
Sin embargo, no todas las investigaciones en esta dirección gozan de la suficiente solidez. El experto hace referencia en concreto a un estudio publicado en la revista
Journal of Genetics and Genomics en el que se señala a los ratones como posible origen de la variante Ómicron.
Los autores, seis investigadores chinos, estudian 'in silico' el patrón de mutaciones de la cepa inicial de Ómicron con respecto a la variante de la que se supone que ha evolucionado de aquellas detectadas por el sistema de vigilancia, con el
patrón de mutaciones de las cepas actualmente circulantes respecto de las iniciales.
Concluyen que este último es el esperable tras la evolución en un entorno humano, a diferencia del primer patrón, por lo que "
lo más probable es que la evolución que llevó a Ómicron se produjese en otra especie animal", aclara Echeverría, más aún cuando el ratón "no es precisamente uno de los animales más sensibles a infectarse por el coronavirus".
Análisis adicionales, igualmente en el ordenador, no experimentales, basándose en el patrón de mutaciones de otros coronavirus de diferentes animales, les lleva a inferir que el que más se ajusta sería el de
ratón. Su teoría sugiere que "los humanos contagiamos el virus al ratón, evolucionó durante unos meses en éste, dando lugar a Ómicron y luego el ratón contagió a los humanos".
De ahí es de donde surge la hipótesis de que la variante sudafricana evolucionó en ratones. Sin embargo se trata solo de eso, de "una atractiva hipótesis plausible en el terreno de la hipótesis, donde lo es casi todo, pero
totalmente especulativa", a ojos del experto, que explica que
nunca se ha documentado la transmisión sostenida de SARS-CoV-2 en poblaciones naturales de ratones ni ningún evento de transmisión de ratones a humanos.
"En ausencia de evidencias, el estudio del origen de la variante se mueve en el
terreno teórico, que es en el que opera este trabajo", asevera, tras reseñar el índice de impacto medio-bajo que tiene la publicación donde aparece el estudio en el ámbito de la genética.
Vigilancia deficiente o paciente inmunodeprimido
La comunidad científica sostiene otras dos posibilidades en torno a la aparición de Ómicron. La primera de ellas sospecha de su evolución en una población humana residente en un país donde la vigilancia de variantes de SARS-CoV-2 es deficiente. Esto habría permitido que fuera detectada al extenderse a un país con una buena vigilancia, como es Sudáfrica. "La variante se generó y llevaba mucho tiempo circulando en algún lugar remoto antes de que los sistemas de vigilancia la pudiesen detectar", detalla el científico.
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