¿Es posible hacer una investigación científica desde una cueva? Este es el reto al que se ha enfrentado Beatriz Flamini, una alpinista que ha permanecido 500 días aislada con la única compañía de un ordenador que preparó el equipo de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, junto a otros, para realizar un estudio sobre las alteraciones del tiempo.
"Cuando el decano nos remitió el email con la propuesta de Beatriz solo unos pocos levantamos la mano", explica Julio Santiago, experto en Psicología experimental en la Universidad de Granada, a Redacción Médica. El experto confiesa que tuvieron poco tiempo para preparar esta 'aventura' y que no pudieron hacer un trabajo previo con la alpinista. Sin embargo, matiza que las actividades propuestas que se realizaron durante los primeros días de aislamiento sirvieron como línea base para esta investigación.
El equipo de
Julio Santiago quería comprobar cómo se
altera el tiempo en aislamiento y si esto afecta también al espacio, como apuntan algunas investigaciones previas. Para ello, dotaron a la cueva (que se encuentra a 70 metros de profundidad) de conexión a Internet para que un ordenador (preparado para que Beatriz Flamini solo pudiera acceder a las tareas diarias) enviara toda la información al equipo de la
Universidad de Granada. "Ella se ha grabado en vídeo todos los días y ha dejado las tarjetas de memoria con sus bolsas de deshechos en el punto de intercambio fijado con el equipo. Además, en el ordenador podía hacer, entre la tareas propuestas, un diario y cada vez que guardaba una entrada nueva con ese archivo se envíaba por email. De esta forma, sabemos el día y a la hora que ha escrito", expone el experto.
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Beatriz ha contado en su aislamiento con un ordenador con el único acceso a las tareas propuestas por el equipo de psicólogos
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Tareas para conocer la aleteración del tiempo
Desde la Universidad de Almería, que también han participado en este reto, han trabajado con ella con actividades relacionadas con la memoria, la atención y el control ejecutivo. Por su parte, el equipo de Granada se ha preparado para analizar la percepción del tiempo y para ello, entre otras actividades, han propuesto a Beatriz una actividad en la que tenía que determinar si el tiempo que un cuadrado permanecía en pantalla era largo o corto. De esta forma, con el paso de los días, se puede observar si existe una alteración en la percepción del tiempo.
Aunque se explique de una forma tan simple, lo cierto es que las conclusiones tardarán un tiempo en llegar. "Calculo que no será hasta después del verano cuando podamos publicar algo", confiesa Julio Santiago. Por delante, quedan largas jornadas para analizar toda la información recopilada y determinar los efectos del aislamiento. En esta investigación, los datos extraidos se compararán con los que ofrezan un grupo de control que realicen las mismas actividades propuestas a Beatriz Flemini, lo que también alargará el tiempo de verificación de información y sus correspondientes conclusiones.
"Analizar, por ejemplo, el contenido de los diarios puede ser muy complejo. Hay que ver qué tipo de análisis se puede hacer con lo que se puede extraer de un texto que escribe una persona porque le da la gana de escribir y Beatriz ha escrito mucho en este tiempo", confiesa el experto.
Pese a que Beatriz Felmini tuvo que abandonar durante ocho días su aislamiento en la cueva por problemas de conexión con su ordenador, tiempo en el que Santiago afirma que permaneció completamente aislada, no afecta a los resultados de esta investigación. "Pasó solo una vez cuando ya llevaba 300 días en la cueva. Aunque con la luz solar recuperaría los percepción del tiempo, al volver a aislarse rápidamente volvería a estar descompensado pronto".
El camino para el equipo de investigación de la Universidad de Granada es largo: "Es un proceso que se alargará en el tiempo, no sacaremos todas las conclusiones de golpe". Un exhaustivo trabajo que verá la luz poco a poco, en pequeñas entregas para las que aún faltan unos meses.
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