Entrar a un hospital, a un centro de salud, a una tienda, a un restaurante... Y que nadie sea capaz de entenderte. Esta es la realidad que viven cada día miles de personas de la
comunidad sorda en España
. Desde el
Servicio de Salud Mental del Adulto del
Hospital Universitario Gregorio Marañón (HUGM), se plantearon las múltiples trabas que supone esta barrera comunicativa en el diagnóstico y tratamiento de los propios pacientes, y por ello les ofrecen
asistencia especializada.
En concreto, fueron cuatro
profesionales de Psicología del HUGM quienes propusieron en primera instancia impulsar esta prestación sanitaria. Tuvieron esta idea "al constatar que las
personas sordas con enfermedad mental no estaban siendo adecuadamente tratadas, a diferencia de lo que ya ocurría en otros lugares de Europa", tal y como explica una de las integrantes de este cuarteto, la
psicóloga y coordinadora del programa, Ana García. Ella misma recuerda que el siguiente paso fue también el más complicado: había que hacer entender a las administraciones la necesidad de esta iniciativa y "encajar las singularidades de este trabajo dentro del funcionamiento de un hospital".
Alternativas en el hospital con discapacidad auditiva
Y es que hasta ese momento, las personas sordas apenas tenían alternativas sobre la mesa en el HUGM a la hora de
pedir asistencia sanitaria en servicios como el de Salud Mental. Lo más normal era acudir al centro con familiares y amigos que les ayudaran con la interpretación de Lengua de Signos Española (LSE), pese a no dedicarse a ello profesionalmente. Esta alternativa generaba problemas e interfería en la
comunicación con el personal sanitario. Tal y como explica
Laura Zaragoza, trabajadora social que participa en el proyecto, "esto sigue ocurriendo hoy en día en aquellos lugares que carecen de unidades especializadas".
En algunos casos, el paciente podía solicitar la ayuda de un
Intérprete de Lengua de Signos Española (ILSE), pero no siempre era suficiente. En palabras del
Jefe de Servicio de Salud Mental del Adulto, Francisco Ferre, el prinicpal motivo es que "la competencia de los pacientes
no siempre es suficiente para una correcta entrevista psiquiátrica". Si algo ha descubierto este psiquiatra con la implantación de esta inicitativa, es que saber signar no siempre es suficiente para entender psicopatológicamente a estos pacientes, dado que "hay que conocer su entorno cultural, lo que viene a llamarse la '
comunidad sorda'”, asegura.
Abordaje de personas sordas en salud mental
Él mismo ha observado que los pacientes que reciben son "una minoría dentro de otra minoría", dado que "la la comunidad sorda es minoritaria y a su vez los
trastornos mentales en dicha comunidad también lo son". Por este mismo motivo, un programa enfocado especialmente en pacientes que hasta ahora habían sido 'olvidados' por las administraciones y entidades sanitarias, tuvo una respuesta positiva desde el primer momento, ya que hasta entonces estos enfermos apenas contaban con alternativas eficaces para sus respectivos tratamientos.
El agradecimiento de los pacientes sordos y sus familias fue inmediato, tal y como recuerda García, ante "la posibilidad de comunicarse directamente con un
profesional de la salud mental". Sin embargo, a aquellos profesionales que no estaban familiarizados con la LSE les costó en un primer momento percibirlo, ya que tal y como recuerda el jefe de Servicio, "las personas sordas son a veces muy gestuales para acentuar, o poner énfasis en sus palabras y puede parecer que están enojados cuando es todo lo contrario".
Las
carencias que las personas sordas siguen viviendo en otros servicios hospitalarios, hacen que la ayuda que se les proporciona en esta unidad les acompañe muchas veces en
el resto de sus visitas médicas: "Nuestro personal que conoce la LSE les acompañan a otros especialistas del hospital, lo cual no solo es muy agradecido por el paciente sordo sino también por los especialistas que les atienden", explica Ferre.
"Nuestro personal que conoce la LSE les acompañan a otros especialistas del hospital, lo cual es agradecido por el paciente sordo y por el especialista que le atiende".
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De hecho, el propio motivo de la mayoría de estas consultas es la primera prueba que demuestra lo necesario que era este programa. La mayoría de los
pacientes con discapacidad auditiva que acuden al Servicio de Ferre lo hacen por motivos relacionados "con las
dificultades que tienen en adaptarse a un mundo de oyentes".
Poco a poco, la inciativa se abrió camino y se convirtió en un
programa de referencia para todo el Sistema Nacional de Salud, con un total de 800 intervenciones anuales de las cuales un centenar corresponden a pacientes nuevos.
Adaptaciones comunicativas en Psiquiatría
La clave está en las adaptaciones comunicativas que permiten al paciente y al especialista entenderse respectivamente sin interferencias. Además de contrar con un ILSE, las consultas son más "prolongadas en el tiempo que una consulta de salud mental con una persona oyente", en palabras del propio Ferre.
Concretamente, la mayoría de estos mecanismo de comunicación "incluyen muchos elementos visuales", sobre todo para aspectos específicos de la consulta como la explicación de la toma de medicamentos: "Hemos de apoyarnos en pantallas o papel para que las pautas de tratamiento sean visuales y fáciles de entender para ellos", recalca el jefe de Servicio.
García añade que muchos de sus pacientes también presentan otros tipos de discapacidad -intelectual o visual- añadidas a la sordera, y que esto "anade complejidad a la intervención". Por, una vez establecidos los métodos de comunicación, sostiene que el procedimiento es similar al de cualquier otra área de esta especialidad: "Lo que nos hace diferentes no es lo que hacemos si no cómo lo hacemos", asegura.
Dificultades diagnósticas con personas sordas
"Lo que nos hace diferentes no es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos".
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Otro de los beneficios que ha supuesto este programa es la posiblidad de ofrecer respuestas a enfermos que previamente no las tenían, dado que contaban con diagnósticos erróneos ante la imposibilidad de comunicarse con el personal sanitario.
Pero no solo eso,
sus propios seres queridos tampoco conocían lo que sentían por este mismo motivo: "Han sido muchos los casos en los que por primera vez, durante la intervención l
os familiares han sido conscientes de las vivencias y del sufrimiento del paciente, que hasta ese momento no se había identificado", expone García.
No obstante, pese a los buenos resultados cosechados, el propio equipo profesional es consciente de todas las
mejoras pendientes. Para Zaragoza, los
recursos humanos, materiales y económicos destinados al
abordaje sanitario de la comunidad sorda siguen siendo inexistentes, así como la educación que se brinda al resto de la sociedad al respecto: "Queda pendiente una labor de sensibilizar a la población en general sobre la realidad del colectivo", sentencia.
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