Nacho García es médico y músico, y músico y médico. Prefiere no tener que elegir, pues ambas profesiones son parte de él y encuentra similitudes entre ellas. Desde que comenzó la preparación del MIR ha dejado en un plano más secundario su faceta musical, pero aun así saca diariamente un hueco para seguir componiendo y trabajando en su proyecto, llamado
Mardom.
A escasos días del examen, confiesa estar tranquilo y cree que
en eso tiene mucho que decir su experiencia artística: “Cuando toco me suelo poner bastante nervioso los últimos cinco minutos antes de empezar. Luego en el escenario estoy bien. Espero que sea lo mismo con el MIR”.
Su inclinación sanitaria viene de muy atrás. Desde siempre
le ha interesado todo lo relacionado con la ciencia. También recuerda que contaba con “la famosa vocación” de ayudar a las personas e intentar dejar el mundo un poco mejor de lo que está. Es por ello que se decantó por estudiar Medicina en la Universidad de Oviedo, muy cerca de su Gijón natal.
A escasos días para el examen no tiene clara sus preferencias. “Siempre he tenido la mentalidad de esperar a tener el número y a partir de ahí empezar a jugar para no llevarme desilusiones ni frustrarme mucho”, explica. Con la pandemia no pudo rotar en muchas especialidades porque estaba de Erasmus y en el lugar en el que se encontraba se cerraron los hospitales para estudiantes. Es por ello que en el pos MIR se va a centrar en hacer gira en hospitales y en los servicios para ver qué le gusta. Lo que sí que tiene claro es que, en principio, no le llaman demasiado la atención las especialidades únicamente quirúrgicas.
Nacho García durante una consulta.
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Músico desde joven
Su historia con la música también tiene recorrido. Antes de llegar a la adolescencia empezó a tocar la guitarra clásica y comenzó a juntarse con otros músicos, con los que fundó un grupo. Al cumplir la mayoría de edad, se animó a sacar las canciones que llevaba componiendo años. Con su gran
proyecto, que
define como música indie española con raíces del soul y del hip hop, tuvo la oportunidad de tocar hace unos meses en el estadio de fútbol de Gijón, “fue algo loquísimo”, rememora. “Tenía claro que
las cosas importantes no quería dejarlas paradas, ni tampoco perder oportunidades como esa, pero centrado la mayoría de mi tiempo en el MIR”, detalla. Los próximos planes se centran en sacar canciones que ha creado en los últimos meses, empezar a mandar la película que grabó el año pasado para acompañar al proyecto e intentar dar conciertos en otras ciudades.
La música y la Medicina como complementos la una de la otra
Para García la música y la Medicina son cuestiones muy importantes y que le han acompañado la una a la otra durante todo su crecimiento. Durante la preparación del
MIR,
la música le ha ayudado en aportarle resiliencia: “He tenido que recibir 100 ‘noes’ y dos o tres ‘síes’ para hacer lo que estoy haciendo. Ese seguir trabajando pese a los 'noes' continuos, me ha venido muy bien en la preparación para no agobiarme, para saber que si sigues trabajando acaba llegando”, resume. Además, durante la carrera, que la define como “muy absorbente” ha sido un punto de desconexión de las obligaciones académicas. Pero también al revés. “La Medicina también me sirve como punto de desconexión para la música, es ambivalente. También absorbe mucho, puede llegar a frustrar…”, relata.
La creatividad es algo que une a ambas disciplinas. García apuesta porque la carrera científica que estudió tiene una pequeña parte artística. “A veces un nuevo descubrimiento, un nuevo tratamiento, una nueva vía quirúrgica se basa en ese punto de creatividad e innovación”, desarrolla. Pero este aspecto no es el único que une a estas ramas, a priori, tan diferentes: “La Medicina y la música son similares en el componente emocional y humano”.
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