El acceso al
sistema MIR es cada vez es más difícil, y eso lo saben los principales afectados: los
estudiantes de Medicina. Para ello solo hay que mirar los números. En esta convocatoria,
más de 8.670 aspirantes no conseguirán una plaza, siendo este año el acceso más disputado de los últimos seis. Uno de esos candidatos es
Carlos García, estudiante de Medicina de la
Universidad Jaume I, y que se presenta al
examen MIR por primera con una sensación "agria".
“No es justo que cada vez se presente más gente y más gente al
MIR y no
aumenten el número de plazas. A ese número hay que sumarle las personas que ya se presentaron el año pasado, o incluso los que repiten para hacer una nueva especialidad. Se está generando un
embudo de estudiantes de Medicina sin futuro”, denuncia.
Aun así, él no desiste y llega al examen MIR 2019 esperanzado de
poder escoger una plaza de “casi cualquier especialidad”. “Conforme he ido avanzando en el estudio he ido ampliando mi abanico de opciones para escoger
especialidad. Si al principio quería
hacer Cirugía Plástica, a día de hoy haría cualquier especialidad que se ofertara en
Madrid”, confiesa.
De las 44 especialidades médicas que se oferta, García Martí le ha echado el ojo a
Medicina de Familia. “Al principio era una especialidad que no me llamaba la atención, pero con el paso de los meses
me parece una opción muy interesante. Sobre todo si luego puedo especializarme en un área más concreta”, asegura a falta de un mes para presentarse a la prueba.
Adaptación
Su caso es uno más entre los
15.475 aspirantes que se presentan este año al examen MIR. Él tuvo que
volver de Madrid a Castellón en mitad del curso por motivos personales, y eso ya le supuso un importante hándicap en su rutina de estudio.
“Necesité más de un mes y medio para volver adaptarme de verdad. Me sumé directamente a la rutina de la tercera vuelta y en algunas asignaturas estaba realmente perdido, pero ahora he mejorado los resultados”, relata.
"Mi habitación parece una auténtica sábana de pósit con apuntes del examen MIR"
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Él, como muchos otros, es de los que
se decanta por estudiar en casa, “porque la biblioteca me pilla muy lejos”. Su habitación, según cuenta,
“parece una auténtica sábana de pósit con apuntes del examen MIR. Me ayudan a recordar”.
A menos de un mes de celebrarse la prueba, Carlos García explica que no va a cambiar su
rutina de estudio que comienza a las seis de la mañana y termina a las siete de la tarde, de lunes a domingo. Siempre intenta desconectar en el gimnasio o entrenando al aire libre, aunque “sin dejar de pensar en el futuro que me deparará el examen MIR dentro de un mes”.
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