Una
emergencia sanitaria cada 604 vuelos. Esa es la media estimada por las autoridades estadounidenses en lo referido a
actuaciones sanitarias durante el un trayecto aéreo. Según un reciente estudio elaborado por investigadores estadounidenses, este tipo de sucesos involucran, en la mayor parte de los casos,
síntomas de síncope cercano y gastrointestinal, respiratorio y cardiovascular.
En documento (elaborado por
Christian Martin-Gill, Thomas J. Doyle, y Donald M. Yealy) muestra que, por cada millón de pasajeros que se decida a emprender un vuelo, entre 24 y 130 sufrirán algún tipo de emergencia sanitaria. Añade que, el entorno único del vuelo -con una presurización de la cabina del avión equivalente
a una altitud de 5000 a 8000 pies- expone a los pasajeros a una baja presión parcial de oxígeno y baja humedad.
Según el informe las emergencias más comunes incluyen síncope o casi síncope (32.7 por ciento) y
problemas gastrointestinales (14.8 por ciento), respiratorios (10.1por ciento), y síntomas cardiovasculares (7por ciento).
Además, muchos de estos imprevistos suelen ocasionar el desvío de la aeronave pero esto solo ocurre en un
4.4 por ciento de las emergencias.
Informar en todo momento a tierra
Respecto a la actuación de los sanitarios, el documento aboga por que los profesionales de la salud
pueden ayudar durante estas emergencias “como parte de un equipo colaborativo que involucra a la tripulación de vuelo y a los médicos en tierra” puesto que ocurren en un entorno complejo con recursos médicos limitados.
En el caso de Estados Unidos, las protecciones para los voluntarios médicos que responden las emergencias durante el vuelo incluyen una disposición del
Buen Samaritano de la Ley de Asistencia Médica de Aviación y los componentes del
Convenio de Montreal. En este sentido, el informe explica que los voluntarios médicos deben identificar sus antecedentes y habilidades, realizar una evaluación e
informar los hallazgos al personal de asistencia médica en tierra a través de la tripulación del vuelo.
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