Cuando
Rocío Romero, cordobesa de 19 años, decidió que abandonaba la gimnasia rítimica para empezar con el toreo, su familia le mostró su incredulidad. "Al principio sí que chocó. Nadie pensó que fuera en serio, pensaban que iba a ser una cosa nueva pero que no me iba a dedicar a esto", explica la joven, que estudia segundo de
Enfermería en la
Universidad de Jaén. Para la estudiante, todo sería más sencillo si pudiera trasladar su expediente a la Universidad de Córdoba. "Aquí podría compaginarlo mejor y asistir más a clase. Las dos provincias están cerca pero es un tirón todos los días que no puedo hacer. Ojalá lo pueda cambiar", desea Rocío, quien demuestra su valor para
sacarse la carrera: "Quiero conseguirlo igual que el resto. A veces me ponen pegas por no ir a la parte teórica y para la evaluación tengo que hacer un doble esfuerzo. La ilusión y las ganas son lo que consiguen que avance esto. De momento no me va mal", se congratula la
torera y, proximamente, también enfermera.
Rocío estuvo practicando gimansia rítmica desde los cinco a los trece años. Fue en Dos Torres, el pueblo de sus abuelos, donde "cambió el chip". "En las fiestas sueltan vaquillas por las calles. Yo estaba en la plaza y cuando vi a una becerrita, pensé que yo la podía torear", recuerda la cordobesa, que ni corta ni perezosa, saltó del tendido para dar
un par de muletazos, "algo que no había hecho nunca", reconoce la joven, que siempre había tenido la necesidad de expresarse con su cuerpo.
SENSACIONES FUERTES
"Desde siempre he sentido que tenía algo en mí que quería sacar fuera. Cuando era pequeña me encantaba bailar y me apunté a
gimnasia rítmica. No me imaginaba mi vida sin ella hasta que me puse delante de aquella becerrita", reconoce Rocío, que asume que dejó atrás algo a lo que había dedicado un gran esfuerzo durante años: "Hubo un poco de sorpresa pero en el fondo mis padres lo que quieren es que sea feliz y si torear lo hace, lo aceptan."Mis padres no me animan, pero me apoyan. Mi madre pasa mucho miedo, es un mundo complicado, peligroso, y ella lo pasa mal", confiesa la joven.
"Llevaba mucho tiempo y un camino ya andado, pero me pudo lo de los toros. Me di cuenta que todo lo que sentía dentro era capaz de sacarlo con un muletazo. Fueron sensaciones muy bonitas y muy fuertes. Es lo que hizo que los entrenamientos no fueran lo mismo para mí porque en la cabeza solo había toros", confiesa la torera, quien no considera que haya ningún tipo de
discriminaciónen su ámbito: "Siempre me han tratado como a un novillero más que está aquí para cumplir su sueño".
Antes de conocer el mundo del toreo, Rocío practicaba gimnasia rítmica.
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EL GUSTO POR ESTUDIAR
Rocío, a la que siempre se le ha dado bien estudiar, tuvo claro que quería hacer una
carrera relacionada con la salud "desde chica", pero no decidió cuál sería hasta bachillerato. "Cuando me empecé a informar en segundo me llamó muchísimo la atención la Enfermería y su parte humana. Es una carrera muy bonita, que me gusta y con la que me despejo. Me aporta muchas cosas", argumenta la joven, que compagina como puede sus estudios en la
Universidad de Jaén con su carrera como torera.
"Entreno cada día por la mañana y por la tarde, y la noche la dedico a estudiar", relata Rocío, quien tiene dificultades para asistir a todas las clases y compaginar sus dos pasiones: "Pero tengo los apuntes y me voy
preparando las asignaturas como puedo. Sí que me desplazo para hacer las
prácticas, que es algo más puntual. Si te organizas bien hay tiempo para todo", añade la futura enfermera.
Para ella, sacar adelante la carrera está resultando todo un reto. "Ahora que soy joven hay que aprovechar. Hago lo que me gusta y tanto el momento de los toros como el de estudiar, son ahora. De momento todo va para delante, relata Rocío, a la que algunos profesores han reconocido por la televisión: "Se sorprenden, no se lo imaginan, les choca que esté
estudiando la carrera a la vez. En esta sociedad parece que está mal visto el toro, pero los toreros somos personas normales y también estudiamos", reivindica.
DESPEJAR CUERPO Y MENTE
Rocío está encantada con la experiencia universitaria. "Al estar estudianto y vivirlo todo, te hace ver la suerte que tenemos y se valora más la salud y algunos detalles que no tienen tanta importancia como se la damos. Das la vuelta a tu mundo y eso me aporta mucho", confiesa la joven, a quien le encanta perderse por la sierra de Córdoba para despejar cuerpo y mente: "Aunque mi vida es entrenar y estudiar. Apenas tengo
tiempo de salir ni de hacer otras cosas".
De momento, le apetece compaginar las
dos facetas de su vida, aunque en un futuro le gustaría dedicarse por completo al mundo del toro. "Es mi sueño, pero no es una carrera muy larga y la vida da muchas vueltas, nunca se sabe. Es fundamental estudiar y tener algo ahí", razona la joven, quien acaba cada día exhausta: "Hay veces que te saturas de ese ritmo, pero realmente no estoy haciendo nada que no haya elegido. Cuando me acuesto, me quedo frita", bromea Rocío, que no padece insomnio.
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