En pocas semanas, las
Islas Baleares empezarán a recibir a miles de turistas en busca de sol y playa. Muchos de ellos, en su mayoría jóvenes, también viajarán atraídos por el
alcohol y las drogas, cuyo consumo desmedido provoca cada año accidentes irreparables. Juan José Segura, médico del
Hospital Son Espases de Mallorca, ha decido poner su granito de arena para evitar que los que tienen toda la vida por delante, la pierdan realizando saltos estúpidos desde las terrazas de los hoteles a las piscinas de los mismos,
una práctica conocida como balconing.
Desde la
Unidad de Cirugía General y Aparato Digestivo del hospital, decidieron tomar datos de los jóvenes que llegaban al hospital tras haberse precipitado al vacío. “El estudio nace porque en 2015, cuando yo llegué a la isla, con todo el fenómeno del
balconing, nos empezamos a preguntar si de verdad existía como tal, ya que lo veíamos en los medios de comunicación pero no sabíamos
qué paciente lo realizaba, ni qué factores de riesgo había ni qué tipo de lesiones provocaba”, recuerda Juan José, que llegó a Mallorca tras haber acabado su residencia en el Hospital Virgen del Rocío.
El médico Juan José Segura
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ALCOHOL Y DROGAS
“En la literatura médica no había nada recogido. Revisamos todas las historias del hospital e hicimos un estudio retrospectivo de los últimos cinco años rescatando todos los casos de
balconing registrados. Nos sirvió para
limitar qué subpoblación sufre los daños de cara a establecer
medidas de prevención”, explica el médico, que detalla que la gran mayoría son varones, jóvenes, con un alto consumo de alcohol y hasta en un 30 por ciento también han consumido otras drogas.
La mayoría de los accidentes, destaca Segura, se producen en verano. “También estudiamos qué tipo de lesiones tenían: de cuello, medulares,
traumatismos craneo-encefálicos… E hicimos algunas recomendaciones como que todo paciente que llegara y se presupusiera que había sido un
balconing, no se le achacara el estado de inconsciencia al estado del alcohol, sino tener en cuenta que este grupo de pacientes tienen un porcentaje muy alto de lesiones cráneo-encefálicas e ir
encaminados al diagnóstico precoz y al tratamiento”.
46 CASOS EN 5 AÑOS
En los años que estudió el equipo de Juan José, se llegaron a registrar 46 casos, pero la cifra podía ser mayor. “Solo podemos recoger los que llegan al hospital, los que viven lo suficiente para que les atendamos. Son Espases es el centro de referencia en Baleares, por lo que llegan todos los
traumatismos importantes, también de otras islas. Pero el que muere en el acto, no lo podemos contabilizar, por lo que nuestros datos subestiman el problema del
balconing”.
La Unidad de Cirugía General y Aparato Digestivo del Hospital Son Espases
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A raíz del estudio, los médicos se dieron cuenta del
alto porcentaje de ciudadanos británicos que practicaban este sinsentido, ya que el 70 por ciento de los pacientes que atendían tenían esta nacionalidad frente, por ejemplo, a los alemanes. “
Concertamos una cita con el Consulado Británico para exponerle nuestros datos y ver qué información tenían ellos también sobre el fenómeno, de cara a seguir investigando el tema”.
Tras varias reuniones de trabajo, les ofrecieron la posibilidad de participar en la campaña de turismo seguro que estaban realizando. “También vinieron algunos psicólogos que estaban estudiando el tema en Reino Unido y pusimos datos en común.
PEQUEÑO RECESO
Afortunadamente, y tras evaluar las cifras, “parece que desde 2014 va un poco en descenso, pero hay que tomarlo con precaución porque
puede no ser una tendencia, sino un dato anecdótico”, subraya el médico, orgulloso del trabajo que está realizando junto con su equipo.
“La verdad es que no nos esperábamos en absoluto la repercusión que está teniendo la campaña de prevención. Todo lo que sea i
mpacto social, va a beneficiar a que llegue a todo aquél susceptible de hacerlo”, se congratula Segura, que apenas ha tenido tiempo de ver las reproducciones de sus vídeos por la gran cantidad de guardias que acumula los últimos meses.
SITUACIONES DIFÍCILES
El médico y su compeñero, que estudiaron el perfil de los pacientes.
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“Una de las hipótesis que planteábamos al inicio era
ver si alguno tenía antecedentes previos de alguna enfermedad, como depresivos o trastornos de déficit de atención o hiperactivos”, relata el especialista, que añade: “La verdad es que ninguno de ellos tenía ninguna patología psicológica o mental. No tienen ningún problema, son chicos de 24 años, con toda la vida por delante y que de un día para otro se matan o quedan con una incapacidad para siempre.
Ellos hundidos y sus familias igual, es realmente dramático. Muchos de ellos no se van con el alta, sino en un avión medicalizado para continuar el tratamiento en Reino Unido”, lamenta Juan José.
El médico llegó a la isla antes de que se complicara la estancia para los
profesionales sanitarios. “El tema de los alquileres y el idioma limita. Yo tuve la suerte de que cuando llegué no había pegado el subidón grande del arrendamiento y no pedían ningún tipo de requisito el idioma”, recuerda Juan José, que ya tiene un B2 pero sufrió
cierto desasosiego hasta controlar el idioma tras convertirse esto en una exigencia para trabajar en el hospital: “Ves peligrar tu puesto”.
El sevillano está encantado en la isla por la vida que tiene y por las
oportunidades que le ofrece como médico. “No le puedo poner ni una pega, de momento me quedo aquí”, sentencia el médico, que rotó en su día por Reino Unido.
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