Cámara en mano,
Leticia Ruiz se prepara para iniciar su
guardia MIR. Entre risas, hace posar a sus compañeros del hospital a solo instantes antes de las 24 horas de trabajo continuo que les esperan. La jornada empieza y, con ella, los primeros pacientes. El recuerdo de la instantánea se queda disperso entre conceptos médicos, precisos cálculos de fármacos y el
agotamiento tanto físico como mental. Al día siguiente, antes de poder ir a descansar, la residente recopila las energías restantes y vuelve a retratar a todos sus compañeros. Esos que, ante el objetivo de la cámara, ya parecen ser otra persona.
Leticia Ruiz. Foto: Joaquín Puga.
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Estas fotografías comenzaron como un proceso de catarsis, de
terapia personal. “Tenía la necesidad de expresarme. Fue una época donde la Medicina invadía todo mi tiempo, años duros que consistían en mucho trabajo y estudios, así como de tantas
renuncias personales de las que fui consciente posteriormente, muy poco a poco”, precisa la joven andaluza que, desde
los 17 años, descubrió que su vocación estaba en el conocimiento del cuerpo humano y el cuidado del paciente. Un camino que defendió a capa y espada, incluso ante su familia. “Mi padre, más realista con el futuro profesional de un médico que yo, me intentó persuadir sin éxito.
Soy el primer médico de mi familia”.
Sus instantáneas tomaron vida en 2014 con
‘Limites’, una muestra fotográfica que dio a conocer el efecto generado por las guardias de 24 horas en los rostros de los residentes. Para su autora, el proyecto fue una forma de “expresar qué se vive durante tantas horas en un hospital. Un grito que encontró en la fotografía una herramienta”. Sin embargo, no se trata de una voz al vacío, ya que ha encontrado su eco en
Granada (donde ha sido expuesta en dos ocasiones),
Dublín, Estados Unidos y Holanda. El secreto recae en los miles de residentes que se sienten identificados por las largas jornadas laborales a las que son sometidos.
“Realmente plasmar en fotos esas vivencias fue terapéutico, un caramelito motivador para llegar al final de esa etapa, a la meta”, apunta Leticia, quien cursó inicialmente dos años de
Medicina de Familia y Comunitaria en
Alicante y que, finalmente, decidió dar una vuelta a su vida al convertirse en residente de
Medicina Interna en
Granada. Ahora, cuando mira hacia atrás, recuerda que su guardia más difícil la vivió el 1 de junio de 2006. “Justamente era la primera. “Me sentí como si a un abogado, recién licenciado, le das un fonendo y le pones a las
puertas de Urgencias. Sola y perdida. Tengo borradas muchas guardias, me imagino, como un mecanismo defensivo ante el estrés vivido.
Ya ha llovido desde esa época. Leticia apunta que “ya sé usar un fonendo, pero sigue siendo igual de inhumano hacer guardias de 24 horas en un hospital”. Quizás, de ahí, que ‘Límites’ mantenga su vigencia dentro del
Sistema Nacional de Salud (SNS), a pesar de que han pasado tres años desde su primera exposición en una pequeña sala de la
facultad de Medicina de Granada (previamente utilizada para la exposición de pintura y cuadros), donde rápidamente se extendió por medio de las redes sociales y medios de comunicación. “Se me fue de las manos, pues era imposible prever tal impacto”, apunta.
Un amor crítico
Detrás del ojo de la cámara, a Leticia le gusta hacer suya una reflexión de Gregorio Marañón: “Sentiría mucho que alguien concluyera que no soy respetuoso para con la Medicina y que soy pesimista sobre su presente y su futuro. Yo respeto la Medicina porque la amo [...] pero el amor es también y debe ser crítico. Solamente cuando desmenuzamos el objeto amado, retirando lo que tiene de deletéreo, acertamos a encontrar en el fondo, lo que tiene de imperecedero [...] El que va puliendo con críticas justas su profesión, ese es quien la sirve con toda su plenitud.”
“La reacción de mis compañeros fue de lo más variopinta. Más aún al verse, de repente, tan famosos dentro del sector. Pasaron desde las frases más previsibles como
‘qué pintas’ o ‘vaya careto’ hasta algunas que invitaban a una mayor reflexión, como ocurrió con uno de ellos que aseguró que participar en el proyecto había sido
lo mejor que había hecho a lo largo de la residencia”.
UN MENSAJE ATEMPORAL
“Muchos compañeros se sienten reflejados en mis fotos. Sin embargo, su impacto no ha quedado limitado al sector médico. Me consta que a muchos
pacientes y familiares de personal sanitarios la exposición también les ha tocado de alguna forma, llevándoles a escribirme
correos muy emotivos”. En la misma línea, recuerda una anécdota particular: “Un compañero se encontraba en la guardia y un paciente, que le reconoció de una de las imágenes de la exposición, le preguntó cuántas horas llevaba trabajando. Esta es una de esas experiencias que
acompañan y apoyan”.
Leticia espera tener la oportunidad de volver a romper los
esquemas sanitarios a través de la fotografía. Entre sus pensamientos está un ambicioso proyecto: una exposición que permita comparar el efecto generado por la
hospitalización a domicilio en la imagen del paciente. Sin embargo, advierte que se trata de una iniciativa más complicada, primero por requerir de los permisos de los propios pacientes y, segundo, porque en Granada no existen iniciativas relacionadas con la hospitalización a domicilio, esos en los que trabajó durante su estancia
en País Vasco.
A la espera de poder materializar este nuevo sueño, la profesional sanitaria se plantea dos grandes metas. “Mientras esté delante de un paciente, defender con mis actos la Medicina como un
acto humano por excelencia. Y, cuando abandono mi labor en el hospital, intentar contribuir a crear belleza, bien sea
haciendo fotografía o apostando por
otro tipo de creaciones.
Una de las piezas de la exposición 'Limites'.
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