Ajusta su cabello ondulado con la punta de los dedos. Sonríe y admite sin titubeos: “Soy una friki, y no me avergüenzo”. Rocío Alfaro es la encargada de dirigir la Asociación Estatal de Estudiantes de Enfermería (AEEE). Dedica incontables horas a su formación, así como a solucionar los problemas de sus colegas y cuidar de los pacientes. Sin embargo, en su ámbito personal disfruta de los videojuegos ‘Indie’ y del ‘Magic’, unas pasiones que combina con otras más tradicionales como “tocar el piano, disfrutar de un buen libro o poder ir a mi casa a descansar”. Apoyada en una personalidad envolvente, la futura enfermera reconoce que ha superado miedos, como el que sentía al ver sangre, para cumplir uno de sus sueños de la infancia: cuidar de quienes lo necesitan.
¿Cómo decide que su futuro está en Enfermería?
Desde pequeña quería dedicarme a algo relacionado con la salud, ayudando a personas, animales... Cuando indagué un poco en qué hacían cada uno de los profesionales, me di cuenta que lo que más me llamaba y lo que más se acercaba a lo que a mí me gustaba era la Enfermería. Me gusta el contacto directo con las personas, el estar todo el día, prácticamente, enfocada solo a ellos y a todo lo que les pasa.
¿De niña ya jugaba a curar a sus amigos?
Solo me pasaba con los pajarillos. Me gustaba mucho cuidarlos. Realmente, con las personas me mareaba cuando veía sangre, entonces intentaba no curarles ni ver ninguna herida. De lo contrario, caía redonda al suelo.
¿Aún le tiene un poco de miedo a la sangre?
No, para nada. Afortunadamente ya se ha pasado. Si no, malamente. Viviría prácticamente desmayada (risas).
¿Es una vocación heredada de algún familiar sanitario?
No, extrañamente soy una de las pocas personas de mi clase que no tienen a alguien relacionado con la salud. Nadie en mi familia se acerca, siquiera, al sector. Mi padre es fontanero y mi madre es ama de casa, realmente muy alejado de la Enfermería.
Alfaro, en una imagen de infancia.
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¿Qué sorpresas se llevó cuando accedió al grado?
Enfermería es una profesión con muchos mitos alrededor, pero realmente desconocida para la gran mayoría de las personas. Por ejemplo, una de las cosas que más me sorprendió fue su papel en Atención Primaria, en los centros de salud. No sabía que se tuviera tanta autonomía, tanta independencia a la hora de trabajar, que se disponga de una consulta y pacientes propios. Es algo que la gente normal que está alejada de los centros de salud no conoce.
¿Cuándo descubrió que estaba ante la profesión de su vida?
Cuando empecé las prácticas. En primero, cuando tienes toda la teoría, dices: me encantan estas asignaturas, pero tengo el miedo al primer contacto con el paciente y darme cuenta de que no puedo hacerlo. Sin embargo, en cuanto fui al hospital tuve la suerte de contar con enfermeras y enfermeros maravillosos que me supieron transmitir el amor por la profesión. Una vez que ya estuve delante de los pacientes, descubrí que sí, que esto era lo mío, que no me había equivocado para nada.
¿Recuerda alguna anécdota de sus prácticas clínicas?
Una de las más graciosas me pasó en mi primer día de prácticas. Tenía que viajar dos horas para llegar al centro de salud donde estaba haciéndolas y llegué a las ocho de la mañana, corriendo, porque iba tarde. Había desayunado a las cinco y para ese momento ya no tenía comida en el cuerpo.
¿Y qué pasó?, que haciendo las extracciones, era la segunda vez que sacaba sangre en mi vida, me dio una hipoglucemia y me desmayé. Llegó la supervisora de Enfermería, me miró, y dijo: “¿qué pasa, se ha desmayado un niño?” Y fue como, “no, soy la de prácticas, es mi primer día”. Sí, creo que es lo más triste que me ha pasado en todas las prácticas. Ahora desayuno muy bien para que no me pase eso (risas).
¿Y alguna experiencia más difícil de llevar?
Todo lo relacionado con maltrato y familias que tienen algún miembro sumido en las drogas o el alcohol. Cuando te están contando eso, es imposible separarte. Al menos al principio, cuando aún no sabes establecer bien las barreras para no sobrepasar los límites de la empatía. Hubo bastantes días que salimos llorando, es muy duro cuando estás empezando saber distanciarte de todo eso.
¿Qué opinión tiene de la ‘prescripción enfermera’ que se ha impulsado en el último año?
Dejando de lado el debate sobre si podemos recetar o prescribir, en la práctica diaria es un inconveniente enorme. Las enfermeras tenemos competencias que son casi exclusivamente de nuestra profesión como, por ejemplo, las úlceras por presión. Somos nosotras las que decidimos con qué se va a tratar esa herida, con ayuda de las unidades de la piel y con las unidades de úlceras por presión, que también son enfermeras. Sin embargo, tenemos que pedir a los facultativos o residentes que nos ‘expidan’, por decirlo de alguna forma, los medicamentos, las cremas y los apósitos que ese paciente necesita.
¿Las diferencias entre médicos y enfermeros también se perciben en las universidades?
No. En la vida real, ese problema entre un sector y otro no existe. Es decir, son barreras que se imponen desde fuera de los trabajadores. Entonces, no hay ningún problema entre estudiantes, al igual que no hay ninguno entre profesionales.
¿Considera que la unión de las facultades sanitarias en una sola ayudaría a fomentar el trabajo en equipo entre todas las partes?
Sí, porque cuando se unen varias facultades, normalmente, se suelen integrar los medios de representación y las asociaciones. Esto hace que al final tengamos que trabajar desde la base de que somos estudiantes, como un grupo. En este sentido, acabamos conociendo el trabajo de uno y el trabajo de otro. Si estamos solo con estudiantes de Enfermería, o con estudiantes de Medicina o de Farmacia, acabamos sin conocer lo que hace el resto de personas. Si los pones a todos juntos acabarán hablando, acabarán conociéndose y, por tanto, eso repercutirá en el futuro.
¿Cómo es la relación con el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina?¿Se ven trabajando juntos, o más bien yendo a tomar unas cañas?
La verdad que ahora mismo con el CEEM tenemos muy buena relación. Estamos trabajando en la alianza de sectoriales de Ciencias de la Salud, mantenemos reuniones de forma relativamente frecuente y no tenemos ningún tipo de problema a la hora de trabajar juntos o de salir a tomar algo juntos. Hacemos ambas cosas.
¿Qué le falta a la AEEE para convertirse en una institución de influencia dentro del sector sanitario?
Lo más necesario es llegar a todas las facultades. Estamos sobre todo trabajando en eso este año. Pretendemos retomar, otra vez, la importancia de la representación en Enfermería, para que nos tomen en cuenta los propios estudiantes de esas facultades. Una vez tengamos eso, lo demás viene solo.
La presidenta de la AEEE se considera una "solucionadora de problemas".
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¿Qué ha sido lo más difícil que le ha tocado vivir llevando a las riendas de la AEEE?
Creo que lo he tenido todo muy fácil. Nunca me he visto en la obligación de tomar una decisión sola o en la conjetura de escoger entre dos o más opciones sin poder dar vuelta atrás porque va a marcar el recorrido de la asociación. Tengo una suerte tremenda con el equipo que hemos formado, y nunca nos hemos visto obligados a tener que decidir algo crucial.
¿Qué características comparte con los presidentes de otras instituciones, o incluso de los países?
Tengo una gran ventaja con respecto a los grandes dirigentes de países: no cuento con grupos de presión que estén en mi contra. Tengo la suerte de que no tengo que lidiar constantemente con poderosos que intentan boicotearme. A esto se suma la seguridad de que la mayoría de los que están en mi asociación comparten conmigo la mayor parte de las ideas que tenemos.
¿Considera que la presidencia le da más visibilidad, ya sea profesionalmente o incluso para ligar?
(Risas) A nivel profesional, la verdad es que no lo pienso. Aún me queda mucho y no sé realmente las repercusiones que esto va a tener en mi vida profesional. Sin embargo, sí es cierto que personalmente me da la oportunidad de ver más allá, porque cuento con muchísimos contactos, tengo gente que sabe de muchas cosas y me puede ayudar. Por lo que es más fácil conseguir las cosas que me propongo, los proyectos que quiero hacer en esta facultad o en la propia universidad.
En la facultad de Enfermería me conoce mucha gente, prácticamente todo el mundo, pero es porque soy la solucionadora de problemas en muchas ocasiones. Entonces, normalmente si me paran en un pasillo es mala señal, porque me están dando más trabajo (risas). Pero bueno, intento ayudar a todo el mundo.
¿Cómo compagina su vida personal, académica y de representación estudiantil?
Entendiendo que si estás con tus amigos no se está pensando en que tienes una reunión dentro de media hora o que hay que elaborar un dossier para dentro de dos días. Se debe estar en lo que estás en el momento, teniendo muy claras las cosas que tienes que hacer, pero teniendo una agenda enorme, eso es muy importante.
A mí me ayuda apuntar todo, escribirlo y marcarme unos buenos tiempos. Aún así, hay veces que el único modo de llegar a todo es durmiendo poco.
¿En qué invierte su tiempo de ocio?
Básicamente a tocar el piano, leer, intentar ir a mi casa o estar con mis padres. Trato de disfrutar y hacer las cosas que en el día a día no puedo. Por ejemplo, perder el tiempo.
¿Cuál es el ‘pecado’ que más le avergüenza?
Cuando quiero perder el tiempo veo ‘Sexo en Nueva York’. Creo que eso es algo vergonzoso, pero bueno, todo el mundo tiene algún defecto.
¿Y nada de juegos de rol?
Soy más de cartas ‘Magic’ y videojuegos. Sí, también tengo ahí mi lado oscuro, ‘friki’. Pero de eso no me siento para nada avergonzada, soy una ‘friki’ orgullosa, he de decirlo.
¿Hay algún videojuego con el que se compararía?
Sí, ‘Tothemoon’. Es un juego 'Indie' para PC que trata de unos científicos cuya labor es cumplir los sueños de la gente que va a morir. El objetivo del videojuego es lograr que un paciente que ya está terminal cumpla con su última voluntad: llegar a la luna junto con su mujer, que también ha fallecido. Creo que me compararía con esos científicos que intentan lo imposible.
¿Se considera una buena estudiante?
Tengo la suerte de contar con muchísima facilidad para estudiar, no necesito un tiempo excesivo. Obviamente hay que echarle horas, nada se regala, pero por ahora voy bastante bien. Soy una estudiante media, que no destaca pero tampoco busca destacar. He aprobado todo a la primera, con notas relativamente buenas. Estoy en el notable, y la verdad es que me siento muy orgullosa. Tampoco voy a pedir más.
¿Cuál cree que es su mayor miedo personal y profesional?
Probablemente comparta este miedo con mucha gente: hacer daño a alguien. Un daño irreversible. Es decir, voy a estar toda mi vida trabajando con las vidas de personas, y cometer un fallo puede ser algo muy grave. Creo que es a lo que más miedo tengo, a fastidiarla con las vidas de las personas.
A nivel personal, probablemente verme dentro de diez años y no reconocerme con la imagen que tengo ahora de mí en el futuro. No haber conseguido todo lo que yo quería, al menos a nivel personal. Convertirme en una persona que ahora mismo me avergonzara, en definitiva.
EN CORTO
Libro de cabecera
‘1984’ de George Orwell.
Película preferida
‘Yo soy Sam’, de Jessie Nelson.
Canción favorita
‘Rapsodie in Blue’ de George Gershwin.
Ciudad para vivir
Madrid.
Ciudad donde viajar
Viena.
Objeto imprescindible
El móvil.
Un personaje de su vida
La pianista Alicia de Larrocha.
Un protagonista histórico
Federico Mompou, también pianista.
Un lema vital
Vive el momento.
Un equipo de fútbol
El FC Barcelona.
¿Qué le hace feliz?
La tranquilidad
Si tuviera que comparar la Enfermería con una serie o película, ¿cuál escogería?
Tal vez mejor con un videojuego. Compararía la Enfermería con ‘Stanley Parable’, que tiene muchísimos finales alternativos, pero siempre se inicia igual: en una pequeña oficina donde tienes dos opciones, seguir lo que ordenan o encontrar tu propio destino. Según el camino que tomes, acabarás en un sitio o en otro, de una manera o de otra.
Te puedes limitar a seguir el camino establecido, a seguir el camino que el narrador te está diciendo, que podemos decir que es a lo mejor la antigua Enfermería, o lo que el antiguo concepto de Enfermería te está mandando. Pero también puedes tener el valor de decir no, “voy a empoderarme como profesional y voy a decidir hacer las cosas tal y como creo que son, basándome en artículos, libros y otras fuentes de información”.
¿El gran reto de la Enfermería para los próximos 10 años?
Renovarse. Tenemos una gran suerte de contar ahora con muchos más graduados, con gente que ya ha terminado sus estudios de cuatro años, con un nuevo planteamiento de la Enfermería, más basado en la teoría, en el estudio.
Es el momento de dejar a un lado la antigua concepción de la Enfermería, eliminar todos los rastros un poco casposos y, al fin, levantarnos y decir: somos una profesión autónoma, con nuestras propias normas y con nuestra forma de trabajar. Creo que ese es el mayor reto y va a ser complicado, pero ahí estamos.
¿Y el personal?
No dejarme comer por el ambiente de desidia al que se llega algunas veces en una profesión tan dura como la Enfermería, en la que la saturación llega muy rápido, porque es muy complicado trabajar como tú quieres cuando tienes a 12 enfermos a tu cargo. Es muy difícil hacer las cosas como se tienen que hacer cuando te están poniendo trabas por todas partes. Pero mi objetivo es trabajar como creo que se tiene que hacer y no dejarme arrastrar por la marea de la inercia.
Un titular para su vida
La chica que quería hacer muchas cosas y acabó consiguiéndolo siendo enfermera.
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