Ni la homeopatía ni un pacto con el diablo tienen nada que ver con el lozano aspecto que Luis González, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Madrid (COFM), exhibe a sus 67 primaveras. A la hora de revelar el secreto de su ‘eterna’ juventud apunta que la clave está en “trabajar duro”, algo que aprendió de su madre, quien acaba de cumplir 95 años. Estas dos palabras guían en su día a día a este enamorado de la farmacia al que, a pesar de todo, no se le pasa por la cabeza disputarle puesto como líder del Consejo General a Jesús Aguilar.
¿Usted es farmacéutico por vocación o por herencia?
Tengo un antecedente, mi bisabuelo, que tuvo farmacia en mi pueblo, Talavera. Pero mi padre era médico. De hecho, a mí me gustaba muchísimo la profesión médica, y le dije que me gustaría estudiar Medicina. Pero él me respondió: “Mira, hijo, yo no te lo aconsejo”. Hay que recordar que estamos hablando de aquellos años en los que no había ni centros de salud ni urgencias, y los médicos estaban de servicio las 24 horas todos los días del año en sus propias casas. En aquella época se les pagaba en dinero o en obsequios. A mi padre más de una vez le pagaron con un pollo, un pavo o un cartón de huevos.
Durante una conversación con el actual ministro de Sanidad en funciones, Alfonso Alonso.
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Se licenció en el año 1977, al tiempo que en España daba sus primeros pasos hacia la democracia.
Sí, pero antes tuve que hacer la ‘mili’ en El Aaiún, en el Sáhara. Desde allí viví acontecimientos históricos como el asesinato de Carrero Blanco o la Marcha Verde. Fue un servicio militar ‘movidito’, por decirlo así.
Después de eso, acabé la carrera y conseguí una farmacia en Alcorcón, que logré a la antigua usanza. Es decir, por distancia y por habitante y el primero que llegaba se hacía con la plaza. Además, coincidió también con mi boda, que celebramos el cinco de marzo. De hecho, en 2017, Blanca, mi mujer, y yo cumplimos 40 años de casados.
¿Cómo conoció a su esposa?
En la facultad, de donde era raro que el hombre soltero no saliera casado. Dese cuenta de que Farmacia es una carrera en la que predomina la presencia de mujeres, y era raro que no encontraras alguna a tu gusto, por decirlo de alguna manera. Nos conocimos a través de un amigo íntimo, que me pidió que quedara con él, su novia y la hermana de su novia, que resultó ser Blanca. A raíz de ahí, empezamos a salir. Fue en un mes de enero, si mal no recuerdo. Y fue curioso, porque en octubre me fui a hacer la ‘mili’, que hizo que nuestro noviazgo fuera de ‘carteo’ diario.
Usted vivió acontecimientos históricos como la Marcha Verde durante su tiempo en El Aaiún…
La Marcha Verde en particular no resultó preocupante. En cambio, sí que lo fue el asesinato de Carrero Blanco, puesto que provocó nuestro acuartelamiento. Recibimos la noticia por ‘radio Macuto’. Alguien que casualmente ese día estaba en transmisiones lo escuchó, e informó al resto de los reclutas.
En su tiempo de ‘mili’… ¿Qué prefería, manejar el rifle o la botica militar?
Sinceramente, manejar el rifle. Siempre que podía en Talavera iba con mi padre de caza, que era cazador. No soy aficionado a pegar tiros, pero en aquella época era más entretenido estar haciendo la ‘mili’ que en la facultad, y más en las condiciones en las que yo la hice. Porque en El Aaiún, quitando los tres meses de campamento… Yo era sanitario y me destinaron a Transmisiones. Ya se puede imaginar usted lo que era aquello. Estábamos un poquito avanzados, fuera de El Aaiún, en una especie de ‘jaima’ en la que montamos una central de transmisiones. Así que toda la información que llegaba a El Aaiún pasaba por nuestras manos. Y estábamos en turnos de seis horas, libres de todo lo demás. Fue un destino muy cómodo.
¿Cómo vivió estos momentos tan complejos para la historia de España?
En aquel momento la que sí que estuvo muy bien fue la clase política. Se vivió un periodo de transición en el que todos actuaron por el pueblo español y el paso a la democracia. Costó muchísimo trabajo, con los asesinatos de ETA y todo lo que pasó. Hubo días realmente preocupantes. De hecho, uno de los atentados fue en Vallecas, contra la Guardia Civil, del que me salvé por tres minutos, sinceramente, porque tuvo lugar en la ruta por la que yo volvía de mi farmacia de Alcorcón a casa. Si no hubiera sido por una pequeña retención que me retrasó en la carretera, me pilla.
¿Considera que ese espíritu es el que está faltando durante las últimas semanas?
Los tiempos van cambiando. Yo creo que es cuestión, sencillamente, de sentarse a hablar. No tiene nada que ver, pero nosotros cuando negociamos un concierto con la Seguridad Social a las comunidades autónomas, es cuestión de sentarse, ver todo y lograr lo mejor para farmacéuticos y ciudadanos. Esto es lo mismo. No entiendo por qué no se juntan todos los partidos y ponen fin al lamentable espectáculo que todos están dando.
En los 80 usted pasa a ser vicesecretario de Adefarma y tesorero de FEFE. ¿Qué tipo de relación mantienen a día de hoy patronales y colegios de farmacéuticos? Da la impresión de que la mayor parte del tiempo se la pasan ‘enganchados’…
No se trata de estar ‘enganchados’, sino de las personas. Cada institución farmacéutica tiene que dedicarse a sus funciones, y las patronales farmacéuticas tienen un campo muy amplio para lograr sus objetivos: hacer un buen convenio.Luego quieren coger más terreno del que ocupa su parcela. Me parece muy bien, siempre que se les permita. En lo que hay que hacer conjuntamente, debemos colaborar por el bien de los farmacéuticos tanto colegios como patronales. Pero en todo lo demás, se deben respetar las acciones que se lleven a cabo.
Con todo, quiero que quede muy claro que en ningún momento he propiciado la separación de FEFE, Adefarma y el Colegio de Farmacéuticos de Madrid. Si hubiera querido, lo hubiera podido hacer dándome de baja de Adefarma, y no lo he hecho, a pesar de todo lo que se ha hecho entre personas, a pesar de todo lo que pasó en las elecciones… A pesar de todo eso, sigo en Adefarma. Y vamos a colaborar, pero cada uno desde su parcela.
Usted fue uno de los protagonistas, precisamente, de las elecciones al Colegio de Farmacéuticos de Madrid más polémicas que se recuerdan.
A ver, siempre ha habido elecciones en el Colegio, pero en otras ocasiones no ha habido más que una candidatura, que resultaba electa automáticamente. Cuando presentamos nosotros la nuestra, con una lista cuyos miembros son sensacionales, se propusieron cuatro candidaturas más que estaban en su perfecto derecho de presentarse. ¿Que fue la primera vez que de la propia Junta de Gobierno salen tres candidaturas? Perfecto, como si salen cuatro. Estaban en su perfecto derecho. Y había unas normas electorales, que todo el mundo conocía y que estaban puestas desde hace años. Tres candidaturas sí las cumplían y dos no. Existió un parón electoral por unas fichas que alguien sacó de este colegio y publicó, hasta que se decidió que el proceso continuara. Por fin, hubo elecciones limpias y transparentes que ganamos nosotros.
gran aficionado a la pesca
Aunque no quiere “quedar como un pedante”, Luis González asegura que su principal afición es “la oficina de farmacia”. Sin embargo, también tiene tiempo para otras, como el cine y, particularmente, la pesca. Su zona de actuación es la sierra de Gredos, “y toda el área que va del parador hasta el Barco de Ávila, tanto en el río Alberche como en el Tormes”, con una pieza predilecta: la trucha.
Precisamente, recuerda ir con su padre, ya jubilado, entre semana a estas expediciones, “porque estábamos solos y más a gusto. Y me decía: ‘Fíjate si te aconsejé bien; mientras estás aquí pescando, estás ganando dinero, porque la farmacia sigue abierta. En cambio yo, si no paso consulta, no gano dinero’. Esto se me quedó grabado”.
¿Qué había detrás de toda esta controversia?
Pues está claro que lograr hacerse con la Presidencia y la Junta de Gobierno del Colegio de Farmacéuticos de Madrid, que es el más importante en materia de Farmacia de España.
¿Intereses políticos e intereses económicos entonces?
El único interés que tiene la junta actual es servir como lo estamos haciendo. A mí, gracias a Dios, no me interesa la cuestión económica y políticamente estoy donde la junta de Gobierno dice que esté como presidente, y donde yo creo que sirvo mejor a la profesión. A partir de ahí, no me pueden buscar más. Sinceramente, otras cuestiones, no las conozco. Ni las conozco ni las quiero conocer. Hablo en nombre todos: esta junta está aquí para servir a los colegiados, no para servirnos de los cargos.
Asimismo, también tenido un papel relevante en el retorno del Colegio a la junta de gobierno del Consejo General de Farmacéuticos.
La primera persona que me dijo que tenía que entrar a formar parte de la nueva junta de Gobierno del Consejo es doña Carmen Peña, a la que le respondí que yo no tenía ambiciones políticas, que no me iba a presentar al Consejo y que con el Colegio de Madrid ya tenía bastante. Pero que si creía que el Colegio de Madrid debe formar parte de ella, podía contar conmigo para lo que quisiera.
Cuál fue mi sorpresa cuando Carmen me dijo que no se iba a presentar y que con quien tendría que ir sería con Jesús Aguilar, con quien siempre me he llevado muy bien, igual que con otros miembros de la candidatura y ahora junta, como Práxedes Cruz y Jordi de Dalmases. Aunque es cierto que siempre me he llevado muy bien con todo el mundo.
¿Y qué hay de, en un futuro, presentarse a la presidencia del Consejo General?
No creo que pueda. A pesar de mi juventud (se ríe), no creo que pueda. Acaba de llegar don Jesús Aguilar, y don Jesús Aguilar tiene mucho recorrido. No tengo ni edad, ni tiempo. Yo, mientras pueda colaborar y ayudar con el Consejo, estoy feliz y contento.
Hablando de su edad, nadie diría que tiene 67 años. ¿Ha firmado algún tipo de pacto con el diablo, se ha bañado en la fuente de la eterna juventud? ¿Homeopatía, quizá?
No, no. La clave está en el trabajo duro (sonríe). Yo antes le nombré a mi padre, que era médico, pero también he tenido una madre que me enseñó a trabajar en unas condiciones muy duras. Al final de la Guerra Civil, ella había perdido a sus padres y tuvo que ocuparse de llevar un negocio que teníamos allá en Talavera.
Estamos hablando de unos años muy, muy duros (suspira) en los que se tuvo que responsabilizar de gestionar un negocio, un bazar en el que tenía a su cargo entre 50 y 60 personas. Allí vendíamos un poco de todo: muebles, juguetes, loza…
Una tienda como la que describe debía ser una gozada para un niño.
Pues la verdad que sí, porque llegaba Reyes y me lo pasaba muy bien con los juguetes. Estabas entretenido. Hice muchas trastadas. Siempre que llegaba algún juguete, lo probaba. Si me lo cargaba, decía que había llegado roto, y mi madre me decía: “No, no ha llegado roto, te lo has cargado tú”.
Usted era el catador de los juguetes, claro está.
Hombre, era el hijo de la dueña (se ríe). Era muy emocionante que llegara el día de Reyes, porque se trabajaba hasta las once de la noche, algo que era extraordinario por entonces, cuando a las siete y media se cerraba. Para esa noche, precisamente, teníamos roscón de reyes y sidra, para no tomar alcohol, que compartíamos con los empleados.
¿Por qué la farmacia no hace un debate abierto sobre la homepatía?
Se tendrá que hacer. Pero quiero que quede bien claro que no se trata de homeopatía, sino de medicamentos homeopáticos que han estado muchos años en la oficina de farmacia. De hecho, yo me los encontré allí. Hay médicos homeopáticos y hay médicos que recetan medicamentos homeopáticos. Y cuando esas recetas llegan a tu farmacia tú tienes la obligación de dispensarlas. Ahora, que científicamente se haya demostrado su efectividad o no… eso es otra cosa.
Que se estén metiendo en Twitter conmigo y que haya tuiteros que pidan mi dimisión por decir que los medicamentos homeopáticos deben estar en farmacias no lo entiendo. Tendrían que pedir la dimisión de aquellas personas que autorizan los susodichos medicamentos homeopáticos, ya sean del Ministerio de Sanidad, de la Aemps, de los laboratorios o los propios médicos que los recetan.
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