Llegó a la política de casualidad tras una vida, la de médico e investigadora, planificada.
Consejera de Sanidad de la Región de
Murcia, Encarna Guillén vivió
tres años en Nueva York. Solo en su barrio neoyorkino vivían 162.910 personas más que en toda la comunidad en la que ahora dirige el sistema sanitario. Pero ella volvió a casa tras un viaje que en realidad era un proyecto para mejorar la calidad de vida de todos sus paisanos. Salir para volver y aun así, que la vida sorprenda.
¿Cómo se dedicó a vivir la niñez?
Mi infancia se desarrolló en un pueblo de Murcia, Archena, conocido por su balneario. En una familia de clase media, con dos hermanos, un chico y una chica. Con el entorno familiar y de amistades estable y muy agradable que me hace recordar una infancia paseando, jugando por las calles, caminando por la vía del río… Una infancia muy tranquila, muy de pueblo, de relacionarse con toda la gente y creo que muy enriquecedora.
¿En esa infancia había algún referente sanitario?
En la familia tenemos muchos precedentes de médicos en distintas áreas y disciplinas; la Medicina y la sanidad están muy inmersas. La decisión de hacerme médico probablemente pueda depender de esa circunstancia, pero también de esa sensación de dedicarte a algo que tenga que ver con servir a los demás. Creo que el cuidar a los demás y poder tratar de paliar distintas situaciones que pueden ser importantes en la vida de una persona me ayudó también a tomar la decisión de dedicarme a la Medicina.
¿Pero un recuerdo o persona que despertara la vocación?
No hay una persona en concreto. El ambiente quizá lo propicia y luego es un poco el desarrollo y el devenir de la infancia, en el sentido de que soy muy aficionada también a distintos tipos de lecturas en la que la Medicina estaba presente. Posteriormente, mucha filosofía, y al final todo eso se mezcló para decidir finalmente el dedicarme a esta disciplina.
¿Cómo convive su labor médica e investigadora con sus creencias religiosas?
La razón, el corazón y el alma tienen partes con excelente tolerancia y normas de convivencia. La tradición familiar y la cultural me parece que son elementos de enriquecimiento personal muy importantes y, desde luego, marcan el desarrollo de una persona. En mi caso, conviven perfectamente con la investigación y otras áreas en las que parece ser que puede primar más la razón.
¿Pero ningún compañero le ha planteado cómo puede darle la razón a la ciencia y a la Fe?
No, realmente no he tenido momentos complicados entendiendo el significado de cada una de esas esferas.
¿Y de los años de universidad qué me cuenta?
Una etapa feliz. A partir de la mitad de la carrera empecé a tener aún más ilusión y entusiasmo puesto que las asignaturas tienen más que ver con la práctica clínica. La recuerdo yendo y viniendo a la Facultad con un grupo de amigos excelentes con los que sigo haciendo reuniones periódicas y que lógicamente han influido también mucho en decisiones posteriores en mi vida como puede ser la elección de la primera especialidad.
¿Qué aprendió fuera de las aulas?
A ser crítica con el conocimiento, empezar a plantearte qué suponen determinadas áreas, la implementación de determinadas acciones… Y cómo la Medicina se puede ver de distintas maneras; si tienes el concepto de la salud pública en global o si se particulariza con una especialidad concreta en una parte muy pequeñita. Todo eso ahora cobra importancia, porque quiere decir que, desde un puesto como el que ahora desempeño, la perspectiva global y acercarse a los problemas de salud desde esa situación, ayuda muchísimo.
Guillén no se fue becada a Estados Unidos sino que compitió y entró directamente en el sistema americano.
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¿Cómo se llamaba el bar en el que pasó esas horas de producción subversiva por las que todos hemos pasado?
Pues no he sido muy visitadora de bares (ríe). Recuerdo la cafetería de la Facultad de Medicina de Murcia, que estaba en el Campus de Espinardo, fue uno de los primeros edificios, y en aquel tiempo el campus no estaba tan animado, entonces no teníamos la posibilidad de ir a sitios cercanos a la ciudad entre clase y clase o entre prácticas y clase, con lo cual nuestro sitio de reunión común era la cafetería de la Facultad. Todavía recuerdo los camareros, las comidas allí, los cafés, pero era muy difícil, salvo los fines de semana ese típico jueves, viernes, en los que se sale, el quedar por Murcia.
Y de Murcia a Nueva York…
Una vez que terminé la licenciatura me especialicé en Pediatría y es entonces cuando compruebo que la parcela de las malformaciones genéticas y congénitas en los recién nacidos estaba poco estudiada en España. Ya de residente hice mi primera estancia en Nueva York, pero me doy cuenta que, efectivamente, quiero profundizar en esos aspectos y al no existir la especialidad en España averiguo la forma de realizarla en Estados Unidos. Durante los últimos años de residencia solicito la formación especializada allí compitiendo con el resto de americanos, porque en realidad no me fui becada sino que entré en el sistema americano. Para eso tuve que convalidar todos los estudios de Medicina primero y después solicitar al lugar donde quería hacer el programa de la especialidad. Fueron casi 3 años realmente impactantes en todos los sentidos. Vivir en Nueva York tiene muchas consecuencias, hacerlo además en Manhattan todavía más. Desde el punto de vista científico fue tremendamente enriquecedor, en el sentido de que era estar al lado prácticamente de aquellos científicos que estaba leyendo.
¿Y fuera del despacho?
Cada vez que tenía un ratito libre, aprovechaba cualquier circunstancia. Desde una ópera en el Metropolitan, un concierto de la Filarmónica, ver los Knicks en el Madison... Me dio la oportunidad de conocer a mucha gente que estaba en Nueva York y con la que eventualmente nos reuníamos, cada uno con un background muy diferente: periodistas, artistas… Eran conversaciones y jornadas que aportaban muchísimo. Uno de mis momentos preferidos era juntarme con un grupo de amigos, siempre los viernes, de otras nacionalidades. También las noches de jazz en un club de músicos noveles que empezaba a las 12 de la noche hasta las 4 de la mañana.
Guillén participó recientemente en Bruselas, donde compartió sus planes para el envejecimiento activo.
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El contraste de volver a Murcia no debió ser pequeño…
Intenso, porque el principal aliciente era volver a tu región pensando que puedes aplicar aquellos conocimientos adquiridos y te encuentras en una fase distinta de desarrollo, como lo era España en cuanto a la genética. A partir de ese momento se establece una lucha con otros compañeros que también en España hicieron algo similar en algunas otras comunidades, por el reconocimiento de la especialidad, de la importancia de la genética en el sistema sanitario.
Pero entiendo que de ir a ver a los Knicks al Madison Square Garden a conformarse con La Condomina hay un proceso.
Evidentemente, hay una ruptura importante, una situación de mucha actividad y después de nuevo el volver a coger un ritmo distinto. Eso conlleva un ajuste, indudablemente. Pero la decisión se basa en algo que está muy pensado y racionalmente estructurado; eso ayudó muchísimo. Desde el punto de vista afectivo, el contar con una estructura de apoyo tremenda y con la idea de que los ciudadanos de Murcia pudieran disfrutar en el futuro de esa posible mejora en la asistencia también sumó.
en corto
Un libro de cabecera.
"Aires Murcianos" de Vicente Medina. Y “El amor, las mujeres y la vida”, Mario Benedetti.
Una canción.
"Viva la Vida", de Coldplay.
Una ciudad para vivir.
Murcia.
Una ciudad para viajar.
Cualquiera.
Un objeto imprescindible.
El teléfono.
Un personaje de su vida.
Mis padres.
Un personaje histórico.
Rosalind Franklin, porque fue crucial para identificar la estructura del ADN y, sin embargo, no fue reconocida en su momento ni estuvo en la terna de los Nobel.
Un lema vital.
Apasiónate con lo que haces.
Un equipo de fútbol.
El de mi hijo: el Real Madrid.
¿Qué le hace feliz?
Pasear y estar con mi familia.
¿Coincidió con algún famoso? Digo en Nueva York, no en Murcia.
Sí, Nueva York es un tremendo escenario, como un tremendo plató y frecuentemente observas el rodaje de película. Recuerdo una noche saliendo tarde del hospital, que estaba todo tomado, porque estaba rodando Mel Gibson y creo que Julia Roberts. Ahí te puedes colar en alguna escena pero, desde luego, no me ofrecieron ser extra de la película (ríe).
¿Cómo le van las amistades desde que es usted consejera de Sanidad?, ¿hablan del sector o se dedican a otros temas?
Han cambiado un poco los parámetros pero, en general, los amigos siguen siendo amigos y las conversaciones se centran en temas que están alejados de las decisiones y del entorno político. Es de agradecer, puesto que esta nueva etapa es intensísima y a veces necesitas el refugio de las conversaciones comunes, no trascendentes, amistosas. En ese sentido, los amigos están ahí para eso, para apoyarte en todo momento.
¿Y esto de la política cómo fue?
Entra de una forma inesperada, sin ningún tiempo de planificación previa pero por un ofrecimiento del presidente de nuestra Comunidad, Pedro Antonio Sánchez de incorporarme. Supuso un shock importante, desde luego; es un honor poder servir a los ciudadanos de tu región, un agradecimiento intenso a la posibilidad que me brinda el presidente, pero, desde luego, es una etapa absolutamente distinta y poco previsible desde ese mismo momento. Vivo el día a día de la forma más intensa posible, porque además el momento en que me ha tocado desarrollar este cargo es un tiempo bastante crítico en el país.
Con lo cartesiana que es usted, llegó la política sin planificarlo…
¡Sin duda! ¡Sin duda! Las agendas que se intentan planificar pueden modificarse de un momento a otro, en segundos, y las incidencias pueden surgir en cada instante, pero eso no debe dejar de lado la estrategia general que debe uno plantear cuando entra en una Consejería. Porque hay muchas cosas que pueden desviarte la atención, problemas que hay que solucionar y hay que hacerlo inmediatamente, pero es muy importante no perder de vista cuál es el objetivo general, cuál es la estrategia que tú quieres para reorientar la Sanidad.
¿Y por qué desde el Partido Popular?
En realidad nuestro presidente fue muy valiente, porque pensó en personas independientes para su Gobierno, como yo. Personas con una trayectoria profesional que creyó idónea para servir a la región.
Usted está casada y tiene dos niños. ¿Se complica la vida en familia?
Esa conciliación está lejos de ser la más óptima pero cuento con una gran ayuda, que es mi marido, una persona que colabora absolutamente en los sueños y objetivos que tenemos. Nos apoyamos mutuamente, pero ahora él tiene que poner mucho más. Afortunadamente, los hijos están en una época que ya empiezan a ser algo más independientes, aunque lógicamente nuestra tutela debe de ser permanente, y en ese sentido la compenetración en el ámbito familiar lo hace posible. De otra manera sería muy angustioso.
¿Su marido es médico también?
¡También!
Encarna Guillén, con traje regional, el día que fue pregonera de la Virgen de la Salud.
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¿Se conocieron en la Facultad?
Nos conocimos durante la especialidad.
¿También es pediatra?
¡No! Es neurólogo.
¿Le queda tiempo para las aficiones?
¿Aficiones? Tengo sobre todo el estar con mi familia y amigos, hablar me encanta y me relaja. La lectura y la cocina también. Viajar es otro de los placeres en los que intentamos unirnos la familia y esos tiempos que a lo mejor no hemos podido disfrutar juntos hacerlo de esa forma, conociendo otros lugares.
¿Cómo lleva la fama?
La sensación impacta, el hecho de convertirse de repente en un personaje público; y es indudable que al principio parece que te puede influir en ciertos comportamientos. Como todo en la vida, la adaptación es algo importante y conforme va pasando el tiempo, lo vas incorporando a tu modo de vida y, en realidad, lo vas normalizando y en ese sentido pues ya no sientes tanta presión. Así que ahora estoy más tranquila y lo llevo de una forma más natural.
¿Me puede contar el momento más surrealista de su vida?
Soy una persona tremendamente apasionada. Eso hace que haya detalles que otro los puede interpretar como mínimos y que yo le doy un significado y un placer tremendo. Hay cosas cotidianas de las que disfruto, o me sorprenden, o hago que tengan un significado muy especial. Ahora mismo no podría relatar una, porque serían un montón, y creo que eso me hace ser una persona muy vital en la que, si en algún momento tengo episodios de más cansancio, enseguida lo supero. Tengo la necesidad de seguir adelante.
¿Haría política en Madrid?
Esta etapa la entiendo como un camino de ida y de vuelta, creo que es aportar desde mi trayectoria profesional, desde mi objetivo de servicio máximo a mis conciudadanos este periodo de vida, pero de momento no lo contemplo como una vía para seguir avanzando en la política.
Usted que es una persona tan racional, con lo que lleva conocido de la política ¿por qué cree que hay gente que no puede dejarla?
Indudablemente encontrarán satisfacciones que les permitirán seguir por esa vía y entonces me parece una decisión legítima y óptima. Juzgar es muy difícil.
¿No cree que sea una satisfacción a veces narcisista, más que de bien público?
No puedo juzgar eso. No puedo calificarlo. Creo que, efectivamente, necesitas una fuerza y un impulso vital muy importante para tener como objetivo absoluto el mantenerte en la política, pero hay personas que, desde luego, pueden hacer toda su actividad y desarrollarla en ese plano y de forma eficiente.
¿Ha visto alguna vez la gala "¡Murcia, qué hermosa eres!" que emitían antes en Televisión Española?
Eso, me acuerdo que era joven. Yo creo que la vi, sí, cómo no verla ¿no? Fueron durante unos años y yo creo que sí, ¡claro!
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