A Lola Montalvo, enfermera de profesión, escribir le sirvió como terapia. En su novela 'Historia de una enfermera', da vida a dos profesionales, Marian y Marina, que descubren los entresijos de esta profesión desde distintas épocas de la historia de nuestro país. Amante de la lectura, Lola se lanzó a escribir esta historia durante una crisis vocacional que, lejos de hacerla abandonar, le impulsó a retomar su trabajo con más fuerza y reflejar en un libro todos los sentimientos que atraviesan los profesionales de la Enfermería, no siempre tan valorados como se debiera. La escritora, aficionada al bricolaje y voluntaria animalista, trabaja ahora en un centro de Análisis Clínicos mientras estudia un máster en Nutrición Clínica y Dietética. Todo un torbellino dispuesto a que el mundo entero conozca, a través de sus personajes, cómo trabaja una enfermera.
¿Cómo acaba una enfermera escribiendo novelas?
Yo empecé a escribir porque tuve una crisis profesional, pensé que no quería seguir siendo enfermera. Lo sigo siendo pero hubo un momento en que los contratos en algunos sitios hacen que te plantees si estás en el trabajo correcto y en el sitio correcto, sobre todo cuando te tratan un poco mal, digamos.
¿Qué pasó?
Fue un contrato un poco peculiar y hubo unas cuantas personas que no me trataron demasiado bien, me hicieron un poco de
mobbing. Viendo que a lo mejor me podía tocar en otro sitio similar, tal y como funcionaba la bolsa del TAC, viendo que era una enfermera que llevaba 15 años trabajando y todavía no tenía interinidad... Entonces creí que ya no quería ser enfermera y me empecé a preparar para bibliotecaria, dado que tengo una licenciatura en Historia. Me dolió tanto lpensar que no iba a trabajar más de enfermera y que no quería volver hacer lo que tanto me gustaba que un día empecé a escribir. Ya era mayor, tenía 34 ó 35 años y estaba embarazada de mi hija. Ahora lo pienso y empecé a escribir porque quizá lo necesitaba.
Dos mujeres, Marian y Marina, ambas enfermeras, son las protagonistas del libro 'Historias de una enfermera', aunque pertenecen a épocas distintas ¿qué tienen en común a la hora de afrontar la profesión?
El gusto por lo que hacen y que les gustan las personas a las que cuidan. Lo que me ha entusiasmado de esta novela es que he hecho ver que nuestra profesión no ha cambiado tanto. Si realmente tu profesión te gusta, eres responsable con lo que haces y eres consecuente con lo que estás llevando entre manos. Son dos mujeres que se llevan un montón de años de diferencia y que se juntan en un momento muy concreto, tan delicado como es la muerte, que hace que se muestren realmente cómo son las dos, una que se va y la otra que se queda, es como darle el testigo. Ellas están unidas por su profesión.
Lola Montalvo se basó en inspiró en historias reales para su novela.
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¿A cuál de las dos se parece más?
A Marian, de hecho es que Marian soy yo, es tan petarda como yo y le he hecho que hable y se exprese como yo. Cuando yo intenté imaginarme un personaje, me dejé llevar. Para qué me voy a inventar a una enfermera si yo sé lo que quería decir. Lo único que hecho es utilizarla a ella para decir todo lo que yo llevo dentro y la he usado a ella como aspersor para soltar todo lo que tenía ahí comprimido y que necesitaba contarlo, tanto lo bonito como lo feo. Y yo creo que me sirvió, no sólo no he dejado mi profesión sino que encima sigo escribiendo.
¿Qué tiene de autobiográfica la novela? Ya me ha dicho que se parece mucho a Marian...
Por ejemplo, el accidente laboral que sufre Marian es mío y también el moobing. A mí también me hicieron un placaje en la planta donde yo trabajaba en Medicina Interna, me dejaron sola, me dejaron de hablar durante un año y pico. Muchas de las cosas que cuento son verdad, hay personajes que están basados en compañeros míos de verdad.
¿Cómo se documentó para dar vida a Marina, la enfermera que desarrolla su profesión en los años 30?
Una de las partes que más me gusta es documentarme. Es un reto apasionante porque no siempre es fácil. En este caso me resultó bastante complicado porque yo en esa época no me podía desplazar a todos los sitios que yo quería. Tuve que tirar mucho de Internet, pero bueno, me he documentado utilizando todos los archivos que existen por ahí, que hay muchísimos, que la gente lo vuelca de una forma absolutamente altruista en Internet... También intentaba hacer un pequeño homenaje, las enfermeras de hoy hemos conseguido ser lo que somos gracias a personas como Marina.
Califica a la Enfermería como una "profesión bonita, interesante y satisfactoria pero a la vez ingrata, dura y agotadora". ¿Cómo explica esa dualidad?
Yo empecé a escribir por esa dicotomía entre el dolor y el gusto. Es una profesión que te encanta, que sabes cómo puede llegar a ser mejor, que hay mucha gente que se está esforzando por investigar, por no conformarse... Pero luego hay una rémora de gente que está en esta profesión y no debería estar. El sistema está viciado, no cuida al trabajador, cuida a la plaza y el sitio. Es un trabajo en el que disfrutas mucho de lo que haces, tienes unas enormes satisfacciones, pero también te da muchos bofetones, a nivel profesional y también porque vemos la parte más fea de la vida. Vemos la parte bonita, como un nacimiento, pero también vemos el abandono, el sufrimiento, el dolor, las muertes. Tiene cosas muy bonitas pero también tiene un montón de cosas estúpidas, absurdas y que te hacen mucho daño.
¿Es imprescindible la vocación para ser enfermera?
Desde que era pequeña con mi maletín de la señorita Pepis, yo sabía que quería ser enfermera, pero me he encontrado personas que no tenían vocación y ahora son unos excelentes profesionales. No sé muy bien en qué momento se produce esa chispa, pero hay gente que la ha tenido sin tener vocación y que ha llegado a la profesión por casualidad o porque no encontraba otra cosa mejor que hacer. No lo sé, pero sí que es cierto que he tenido que cambiar mi punto de vista. Yo siempre pensaba que las mejores enfermeras son las que son vocacionales y no es cierto, ha habido gente que ha llegado, digamos por casualidad, y ahora son de lo mejor. Lo que sí tengo muy claro es que jamás he visto un buen profesional, no he visto nunca a una buena enfermera, que no fuera una buena persona.
¿Hasta qué punto es invisible la labor que se hace desde Enfermería?
Las enfermeras siempre hemos estado a la sombra de los médicos, esa es la cuestión. Siempre ha estado personalizado en el hombre médico y la mujer enfermera, que era la que tenía que obedecer sus órdenes, no tenía capacidad de decisión. La Enfermería ha seguido avanzando con mujeres que han estado a la sombra de un montón de hombres que no las han dejado mover una pestaña.
Lógicamente, hoy día seguimos siendo invisibles, pero no tanto como en esa época. Creo que la culpa también es nuestra como enfermeras porque muchas no desean moverse para hacer más de lo que hacen o no desean reivindicar nada porque es muy cómodo estar en una zona de confort con tu plaza fija y que nadie te la quite. También hay mucha mujer machista, por lo tanto, ese machismo que nos han inyectado desde que somos pequeñas, desde que nos ponen los pendientes y nos visten de rosa, condiciona también nuestra labor como enfermeras.
Lola Montalvo en sus comienzos como enfermera.
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En la novela, a Marian, la enfermera coetánea, pasa unos días terribles al empezar el trabajo en el hospital ¿cómo recuerda esos primeros pasos?
Describí lo mío (ríe). La parte más dura para una enfermera es cuando dejas de ser una alumna y estás protegida por las enfermeras que velan porque tu labor se haga bien; a tomar tú las decisiones y a llevar tú sola los enfermos. Ese es un momento muy peliagudo, muy difícil, que te hace plantearte que a lo mejor te has equivocado de trabajo. Ahora me río pero los primeros días yo volvía a mi casa y le decía a mi madre: "Mamá, creo que no vuelvo, es que me he equivocado de trabajo". Lloraba y mi madre me decía: "Pero cómo te vas a equivocar, si eres la mejor". Al día siguiente volvía y ya es un camino conocido, los pacientes, la hoja de Enfermería lleva tu letra, lleva tus anotaciones. Y un día te das cuenta de que estás en el sitio que tienes que estar.
He leído en varias paginas que a las protagonistas de vez en cuando se dirigen a ellas como 'nena,' ¿cómo ha podido ver la relación esa que existe entre médicos y enfermeras?, ¿hay machismo todavía en la Sanidad?
Yo he sufrido acoso sexual, a mí me han metido mano tanto médicos, como familiares y enfermos. Lógicamente te llaman nena, pero no solo los médicos, también los familiares. El mismo enfermo muchas veces te ve a ti como un elemento inútil en su cuidado y ve al médico como el importante, como el sanador, como el salvador, como el que le va a curar. Generalmente las personas que más valoran el trabajo de las enfermeras son las personas que ,por desgracia, han tenido relación con las enfermeras por una situación personal o familiar en el que han tenido que estar ingresados durante mucho tiempo. Ahí es cuando dejamos de ser invisibles, cuando la gente realmente se da cuenta de lo importante que es el cuidado y de que el cuidado también cura, que no solamente cura la medicina y los médicos.
En la novela aparecen situaciones hospitalarias menos trágicas, como que durante un partido de fútbol importante y nadie haga sonar el timbre....
Sí hija, sí. Eso está basado totalmente en la realidad.
¿Qué momentos buenos aporta también esa rutina hospitalaria?
El trabajo hospitalario es tan bonito... Cuando llega la Navidad son momentos en los que la gente vive las cosas de otra manera, oves mucha amabilidad, a ONGs que hacen visitas de forma altruista a personas que saben que están solas, también ves a mucha gente que trabaja por amor al arte. Realmente el estar con las personas cuando lo están pasando mal, en un momento tan feo como es la enfermedad, el ayudar a una persona y a una familia cuando hay un enfermo terminal que se está muriendo, por ejemplo, es muy gratificante, la verdad que sí, es un trabajo bien hecho.
Para esas situaciones más complicadas, ¿considera que están realmente preparadas o es algo que da la experiencia?
La verdad es que te lo da la experiencia. Yo he visto compañeros míos llorar en un pasillo cuando se ha muerto un enfermo. Para mí eso es una parte muy humana pero también es una parte muy poco profesional. No les estoy criticando, pero creo que si tú reaccionas así cuando se te muere un enfermo, no puedes reaccionar así frente a la muerte de tus enfermos. Tienes que intentar protegerte a ti mismo frente a una pérdida tan horrible como es la pérdida de una persona, ampararte en que tú le has ayudado lo más posible o pensar que la muerte es una solución inevitable, pero que has ayudado a esa persona a que llegue a ese momento en paz.
Nadie te prepara frente a que se te muera un bebé, por ejemplo. O sea, te lo cuentan en clase, hacemos grupos de trabajo en los que nos ponemos en situación, pero no te das cuenta de lo que supone hasta que te encuentras con ello. Yo las peores situaciones que he llevado es cuando trabajé en Neonatos y se morían los bebés, eso no te prepara nadie frente a eso, la verdad es que no, se te encoge el corazón demasiado.
¿Qué opina de la corriente que está habiendo ahora por la humanización de la
Sanidad?
Yo pienso que es necesario sobre todo el humanizar espacios: Humanizar el espacio de Urgencias, o humanizar el espacio de la UCI, que es un ambiente siempre tan duro tanto para el enfermo como para los familiares. Pero es que humanizar la asistencia... tendría que venir humanizada ya. Lo que pasa es que hemos llegado a tal punto de estandarización de cuidados, de cosificación de personas y de técnicas, que estamos perdiendo el foco en donde realmente nunca deberíamos haberlo quitado, que es la persona.
Entonces cuando empezaron las primeras corrientes de humanización pues me dio un pellizco el pensar que por qué tenemos que recordar que tenemos que ser humanos si se supone que nuestro trabajo. Pero también yo soy enferma, he estado ingresada y me he dado cuenta de lo muy necesario que es que se lleven acabo corrientes de cambios de actitud de los espacios del personal y de no perder nunca el foco de donde nunca se tenía que haber movido, que es la persona que cuidamos. Por un lado pienso que tendría que ser innecesario, pero por otra considero que es imprescindible. Y me siento muy orgullosa de compañeros que han sido capaces de hacerlo visible y de moverlo tal y como lo están haciendo.
¿Hasta qué punto el empleo enfermero está falto de recursos?
Los recortes se han llevado por delante montón de personal, de enfermeras, de auxiliares, de celadores y aún así el trabajo sigue saliendo adelante, porque el personal que está trabajando en hospitales, en centros de salud, en residencias es de primera. Se están aprovechando de tanta gente que quiere trabajar y que quiere tener puntos en la bolsa de empleo público y lo están haciendo
en unas condiciones horribles. Si ya de por sí trabajar en esto es complicado, en estas condiciones es heroico.
Me comentaba que ahora está trabajando en un Centro de Análisis Clínicos, ¿saben los pacientes y sus compañeros que trabajan con una escritora?
(Ríe) Mis compañeros de trabajo sí, porque además es que yo creo que son mis mejores fans, pero las personas a las que atiendo no. Todavía no creo que sea conocida. Ni me lo planteo porque cuando entro por la puerta de mi trabajo me pongo mi bata y me pongo a trabajar. Yo soy enfermera, no me reconozco de otra manera.
Marina y Marian, las protagonistas de 'Historia de una enfermera', son dos profesionales de distintas épocas que se encuentran.
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Dice que su madre fue la primera mujer feminista que conoció, ¿por qué?
Me crié, por desgracia, en un ambiente muy machista. En mi familia éramos cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos. En mi casa mi padre estableció que los únicos que iban a estudiar eran los chicos y que las chicas nos íbamos a dedicar a limpiar casas, a corte y confección, o a peluquera. Imagíname a mí, que yo de toda la vida quería ser enfermera... pero te chocas con el que tiene que decidir cuál va a ser tu futuro y si no te da esa posibilidad, no tienes nada que hacer. Entonces mi madre defendió que mi hermana y yo teníamos que estudiar, y lo hizo a capa y espada. Gracias a ella soy hoy lo que soy, con su respaldo, con su apoyo, ella siempre me dio mucho ánimo, me dijo que era yo la que tenía que conseguir las cosas, que nadie me iba a regalar nada, y que nunca dejara de trabajar, y que yo estudiara, y que hiciera siempre lo que quisiera. Ella siempre ha sido feminista y ella así misma, fíjate, nunca se ha definido así, y de hecho ella no cree ni que lo sea. Pero por instinto natural, por defender a las mujeres, mi madre realmente es la primera feminista que
he conocido.
Me comentaba que vive en Sevilla, pero es madrileña, ¿no?
Sí, yo soy de Vallecas (ríe).
¿Viene mucho por Madrid? ¿Qué es lo que más le gusta del barrio?
A mí mi barrio me gusta mucho. Lo recuerdo con una idea un poco idealizada de cuando era pequeña. Mi barrio ha cambiado muchísimo, las personas que había ya casi no viven. Madrid me gusta mucho lo que pasa es que yo ya soy de una ciudad pequeña. Ya no me veo viviendo en Madrid, o sea que ya es un recuerdo de cariño, pero no hago yo por ir, la verdad, estoy muy a gusto aquí.
Me decía que justo cuando le entró esa crisis vocacional, iba a ser madre. ¿Cómo ha llevado el tema de la conciliación con el trabajo?
Mi conciliación fue que dejé de trabajar y estuve en el paro en los dos embarazos. Mi conciliación ha sido cero, porque yo en esa época tenía un contrato horrible de docencia en el que si faltaba yo tenía que recuperar las horas bajo mi responsabilidad. Es muy duro y aparte con mi marido, enfermo
en diálisis, con los niños, con las actividades extraescolares,la verdad es que no te lo ponen nada fácil. Los políticos se llenan la boca hablando de conciliación pero a la hora de la verdad, en el día a día, en el trabajo, va a depender mucho del tipo de contrato que tengas para que se asuma que tienes unos derechos o no
Cuando tiene un poco de tiempo libre ¿a qué le gusta dedicarlo?
Me encanta leer, dibujar y ver cosas: Me gusta ir a museos, al teatro y al cine. Y si viajo, me
encanta ver todo el aspecto cultural que me ofrezca la ciudad o la zona a la que voy,
o sea que me gusta hacer un montón de cosas, yo no me aburro. Me encanta
cocinar, he descubierto el hacer el pan, me encanta todo ese tipo de cosas.
EN CORTO
Un libro favorito
El Nombre de la Rosa.
Una película
La Milla Verde.
Una canción
'Lucía' de Joan Manuel Serrat, la cantó para mí y él no lo sabía nunca.
Una ciudad para vivir
Aparte de Sevilla, Granada.
Una ciudad para viajar
Escocia.
Un objeto imprescindible
Un libro.
Un personaje de su vida
Mi madre
Un personaje histórico
Marie Curie
Un equipo de fútbol
El Rayo Vallecano
Un lema vital
Vive y deja vivir.
¿Qué le hace feliz?
Levantarme todas las mañanas y ver a mi familia bien.
¿Qué libro está leyendo ahora?
Ahora mismo me estoy leyendo el de ‘Los enfermos del doctor García, de Almudena Grandes el . Y me estoy leyendo también el último de Victor del Árbol.
¿Con dos a la vez?
Sí, yo es que siempre leo dos o tres libros al mismo tiempo porque tengo uno en el bolso para cuando salgo por ahí, tengo otro en el móvil y luego tengo el de la mesilla. El tiempo que pierdo esperando para entrar al médico o para coger autobús, yo me abro mi libro y me pongo a leer, me encanta leer.
¿Cree que ‘Historia de una Enferma’ se podría llevar al cine o a la televisión?
Yo creo, mira te lo digo de corazón, yo creo que sí es factible. No sé si serían capaces
de respetar el espíritu de la novela. Hasta sería beneficioso el que se pudiera llevar por la sencilla razón de que mi novela es realmente un punto de vista enfermero, porque está escrita desde dentro. Sería un buen punto para que la gente entendiera cuál es nuestro trabajo y que no estamos a la sombra precisamente de nadie.
¿Le gustaría que alguno de tus hijos siguiera tus pasos?
Pues a mí me gustaría que mis hijos hicieran lo que les guste, que sean felices porque yo he luchado mucho por conseguir lo que tengo ...Yo quiero que lo que hagan les encante, lo que sea, pero que les guste tanto como me gusta a mí lo que hago yo.
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