No hay charco que deje sin pisar. Se le conoce por un apellido -Mulet- y por unas siglas -J.M.- que en realidad responden a José Miguel. Este profesor de biotecnología de la Universidad de Valencia es conocido por su labor divulgadora de la ciencia en general y por librar su particular batalla contra las pseudociencias. Le llaman "talibán de los transgénicos", le acusan de cobrar de multinacionales y él se defiende diciendo: "Ya le gustaría a mi mujer ver una nómina de Monsanto a final de mes". Ahora publica
Transgénicos sin miedo, un libro en el que defiende su y desmiente los mitos a su alrededor. LA REVISTA de Redacción Médica aprovecha la ocasión para entrevistarle y preguntarle qué falla para que algunos sectores de la sociedad se arrojen a las manos de los antivacunas, la homeopatía y el resto de pseudociencias.
Cuenta que siempre había querido escribir este libro, pero que nunca había podido, ¿por qué?
El problema no era escribirlo sino encontrar editorial. Se lo había propuesto a la mía, pero siempre le gustaban más otras opciones que les proponía. Quizá pensaban que era un problema que no interesaba al gran público. Creo que ahora está en el debate social y por eso he conseguido que la editorial apueste por este tema, que es mi favorito.
¿Considera que con los transgénicos se reproducen algunas actitudes acientíficas de la sociedad?
Sucede que hay buena información y mala información y esta última predomina. Mala información que, a veces, viene del propio ámbito científico porque en ocasiones se impone la ideología o los prejuicios al rigor científico. Esta mala información ha hecho que en el imaginario popular se cree una imagen del transgénico que no tiene nada que ver con la realidad.
¿Qué imagen?
De que es una tecnología peligrosa, que es prescindible o que no sirve para nada. Todos estos conceptos son falsos: no hemos tenido ningún problema de salud o de medioambiente y es una tecnología que estamos usando todos los días. Curiosamente, donde más lo usamos, además de los ámbitos agrícolas, es en el médico, pero los ecologistas solo se quejan del ámbito agrícola. Nunca hemos visto a un ecologista en la puerta de un hospital quejándose por utilizar insulina transgénica.
En el capítulo dedicado a salud usted afirma: "Los transgénicos son seguros. Punto. Ya está".
Sí, el problema es que los científicos a veces no sabemos transmitir la información y no nos gustan las frases tajantes. A la pregunta de si los transgénicos son seguros, un científico diría: "Con los datos que tenemos hasta la actualidad, yo diría que sí". Si estás en un debate y haces un argumento científico y el otro te responde que han matado a millones de personas, por mucho que preguntes de dónde sale el dato, el mensaje que cala es ese. Dado que estoy en divulgación científica, me permito la libertad de utilizar las técnicas de comunicación que no entran en el debate científico, sino que entran en el debate social. Si en 20 años no se ha muerto ninguna persona, no hemos tenido ninguna crisis de salud ni de medioambiente y hemos hecho un montón de estudios sin detectar ningún problema, podemos decir que los transgénicos son seguros. Luego ya matizo: ¿puede ser que en algún momento surja algún problema? Puede. Como también puede ser que en algún momento nos caiga un meteorito. Esta precisión a veces se confunde con ambigüedad. No es lo mismo que estés hablando de probabilidades que digas que no lo tienes claro.
Mulet en plena acción divulgativa.
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Usted habla de transgénicos buenos para la salud.
Estamos hablando de alimentación, pero la insulina que se pinchan los diabéticos es transgénica y gracias a eso la calidad de vida que tiene un diabético hoy en día no es comparable con la que tenía hacer 30 o 40 años. Hoy en día tenemos enfermedades tratables que antes de sintetizar la hormona de crecimiento difícilmente se podían tratar. Tenemos trigo apto para celíacos, tenemos tomates que previenen el cáncer, tenemos alimentos enriquecidos en antioxidantes y tenemos vitaminas. Sí, los transgénicos pueden ayudarnos a tener una vida más saludable.
¿Estamos en un momento de la sociedad en el que priman los argumentos anticientíficos?
Tenemos más acceso a la información que nunca, pero eso no va a acompañado de un filtro. Es decir, que la información buena cohabita con la mala y esto supone un esfuerzo para el receptor. Se dispersan mensajes sin ningún tipo de base o falsos.
¿Qué podemos hacer con casos como el de Cárdenas cuando defendía que las vacunas generan autismo o con Rosa Montero mezclando transgénicos con gluten y homeopatía?
Poner las cosas en su contexto. Cuando tú llevas al niño a la revisión, ¿lo llevas a un pediatra o lo llevas a Cárdenas? Cárdenas puede saber presentar un programa de televisión, pero en su trabajo no está saber de Pediatría. Rosa Montero es una excelente escritora y una gran periodista, pero quizás no sea ingeniera agrónoma y por eso no valore la obra de Borlaug. Hay que tener en cuenta que la gente a veces opina de cosas que no son su campo y pueden meter la pata como la podría meter yo si me pongo a hablar de filosofía moral.
Pero ese mensaje llega a mucha gente.
Ese es el problema. Es un mensaje que llega a mucha gente. Yo no me imagino a un periodista deportivo que dijera que Messi es portero del Betis o a un periodista político que dijera que Rajoy está en Podemos. ¿Por qué con ciencia sí se permiten hacer estas afirmaciones y no pasa nada? Dejo la pregunta abierta y que los medios de comunicación reflexionen sobre el rigor de la información que están dando.
Da la sensación que el debate se encona entre burbujas de opinión y que cuando se rozan se llega solo al insulto.
Las opiniones son libres, pero los hechos son los que son. Si Cárdenas dice que las vacunas provocan autismo, ahí no hay debate: no es cierto. Si te empeñas en querer tener razón, no es debate: es hacer el ridículo. Yo puedo opinar si Messi juega mejor que Cristiano Ronaldo porque no hay objetividad. Tú puedes decir que Messi ha metido tantos goles y Ronaldo tantos otros y medir las estadísticas, pero ¿quién juega mejor? Ahí sí puedo opinar. ¿Las vacunas producen autismo? No. Ahí no hay opinión posible. Si no hay opinión, no puedes debatir.
Sin embargo, ese debate se da.
Sí, pero es un debate en el que una posición está viciada de inicio y todo lo que diga esa posición va a ser una falacia.
Hablando de falacias, usted tuvo un episodio con Mercedes Mila…
Un incidente.
Sí, un incidente a propósito del libro La Enzima Prodigiosa. ¿Cómo lo vivió usted?
Creo que le habéis dado más importancia vosotros que la que le di yo. Yo fui allí porque me dijeron que iba a hablar de mi libro y ¿quién no quiere hablar de su libro? El día de antes me enteré que era con Mercedes Milá y no conocía el formato del programa. Yo dije lo que tenía que decir, algo que la productora sabía, y Mercedes Milá reaccionó como todo el mundo vio. Yo dije que había venido a hablar de ciencia y que esta señora estaba proponiendo otro tipo de debate en el que no puedo entrar. Si el problema de lo que estoy diciendo es que estoy gordo, el argumento se desmonta solo. Fue todo tan explícito que no hay mucho que comentar.
Está acostumbrado a recibir críticas por Twitter y otros canales, ¿no le afectan?
Si me afectaran no haría divulgación. Una cosa es recibir una crítica por decir algo mal o incorrecto que eso me pasa en el blog y lo corrijo y doy las gracias. Otra es recibir insultos o amenazas. La gente que se mete contigo, que te llaman gordo o se meten con tu físico, ya está diciendo que no sabe rebatir lo que estás diciendo o que no tienen ningún argumento. A partir de ahí, se descalifican a sí mismos. Una persona que te insulta es que no sabe qué decirte.
¿Ha trascendido de Twitter y los medios a alguna situación física?
En Argentina tuve un episodio feo en 2015 en una conferencia que había programada en la Universidad de Córdoba no la di porque aparecieron un grupo de violentos y se pusieron a pegar a la gente. Eso ha sido lo peor. A mí no me pegaron porque me avisaron, pero si agredieron a personas del público.
Mulet con Ángel Nieto en una imagen que colgó en su Twitter para darle ánimos tras el accidente de quad que sufrió el motorista.
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¿Cómo lo viven en casa?
Mi mujer tiene el cielo ganado. Tengo la suerte de estar con gente que tiene bastante paciencia. También depende del carácter de cada uno. Yo tengo un carácter tranquilo y no me altero con nada. Por ejemplo, con lo de la Milá podría haberme enfadado y me lo tomé casi que a risa. De hecho, se me ve medio riéndome. Esa actitud ante la vida me evita mucho estrés y darle importancia a estas cosas. Si recibes un mensaje furibundo, algunas veces bloqueas sin más, otras veces te entretienes un poco y lo picas un poquito y otras veces lo mandas a tomar viento amablemente o no amablemente. Diez segundos después se me ha olvidado.
Porque usted no es de los que se callan.
¿Por qué tendría que callarme? El problema es que los científicos nos callamos demasiado y no deberíamos hacerlo.
Recientemente, la OMS ha declarado a Bután y Maldivas libres de sarampión y, sin embargo, en Europa están aumentando los casos. ¿Qué estamos haciendo mal?
El problema es que de repente se haya puesto de moda en un sector de la sociedad que las vacunas son malas. Esta gente está esparciendo su información sin ningún tipo de control. Hay gente que puede dar conferencias en colegios médicos y en universidades diciendo que las vacunas son malas cuando esto es mentira. Se está transmitiendo un mensaje muy peligroso. Si este mensaje llega a la gente y se lo cree, la gente no se vacuna, se pierde el efecto rebaño y sucede que se mueren niños de difteria por primera vez en 30 años. Lo que tendrían que hacer los colegios médicos es ser más estrictos con estas cosas y no estar con el relativismo de tener una sección de homeopatía y medicinas alternativas escudándose en que hay un interés del público y que es mejor que lo haga el médico y esté regulado. Están siendo cómplices.
Dado que las vacunas han hecho su trabajo y ya no vemos esas enfermedades, ¿se ha perdido la perspectiva?
Había un dato, que pongo en mi libro
Medicina sin engaños, que es demoledor: hay más vacunación en Sudán del Sur que en los barrios ricos de Los Ángeles. Esto nos debería hacer reflexionar. Los que tenemos 40 o 50 años no hemos visto a los niños con polio con muletas en el colegio, pero la gente de 60 o 70 años, sí. Explícale a esta gente para qué sirven las vacunas. No hace falta. Nosotros hemos visto la época en la que todos estábamos vacunados y no hemos visto enterrar a nadie por sarampión, viruela o polio y parece que esto sea magia y que es la madre naturaleza que nos cuida. Si estamos así es porque nos hemos vacunado y, si dejamos de vacunarnos, volveremos a enterrar a niños. Mejor vacunar que enterrar.
¿Deberían ser obligatorias?
Deberían ser obligatorias. Ahora mismo tenemos la paradoja legal de que es obligatorio vacunar a un perro, pero no es obligatorio vacunar a un niño. Aquí no puedo ser moderado. La ley dice que un padre tiene la obligación de educar, proteger y dar un trato correcto a sus hijos. Un padre que no vacuna no les está dando un trato correcto y le deberían quitar la patria potestad.
Como lo sucedido en Italia con el niño con otitis que falleció por tratarse con homeopatía.
Esos padres no están cumpliendo con las obligaciones como padres. Hay que proteger a los niños de los padres irresponsables.
EN CORTO
Libro (no vale uno suyo): No puedo quedarme con uno: ahora leo 'La invención de la ciencia' de David Wootton y me está gustando, 'El mundo y sus demonios' de Carl Sagan y muchos de Asimov.
Una película
'La delgada línea roja' de Terrence Malik y 'El hombre tranquilo' de John Ford.
Una canción
'Hallelujah' de Leonard Cohen.
Una ciudad para vivir
Valencia o Denia
Una ciudad para viajar
Valencia o Denia
Un objeto imprescindible
El móvil y, cuando estoy de promoción, el libro electrónico.
Un personaje de su vida
Mi familia y mi esposa.
Un personaje histórico
Norman Borlaug.
Un equipo de fútbol
El Barça, el Levante y el Basilea, todos azulgranas.
Un lema
"Vive y deja vivir".
¿Qué le hace feliz?
"Escribir, investigar y estar en el laboratorio. Cosas sencillas".
¿Qué falla desde las autoridades para que la homeopatía se siga vendiendo?
Está fallando que tú vas a una farmacia que se supone que no es negocio libre sino que es una concesión administrativa y en la que te piden una formación. Si ves homeopatía das una imagen de que es un tratamiento eficaz como cualquier otro. Si la vendes junto a medicamentos con un paquete que tiene aspecto de medicamento y un prospecto que tiene aspecto de medicamento, la gente se puede creer que es un medicamento de verdad porque la vende alguien que vende medicamentos de verdad. No se dan cuenta de que es una especie de broma o estafa en la que te están vendiendo azúcar a precio de oro. Si tú das la información, la gente se lo cree.
¿Debería prohibirse?
No. Debería decirse que no es un medicamento y que es azúcar. De hecho, en EEUU se está retirando por publicidad engañosa porque estás vendiendo una pastilla diciendo que cura el dolor de cabeza. ¿Qué estudio tiene usted que demuestre que esto cura? ¿Ninguno? Pues es publicidad engañosa. De la misma forma que si vendes algo diciendo que es zumo de naranja y no tiene zumo de naranja, no puedes etiquetarlo así. Nos debería hacer sospechar la escasa cantidad de dinero que invierten en I+D y la escasez de pruebas y estudios para sacarlo al mercado. Cuando pasan 20 años de la comercialización de un medicamento la patente caduca y pasa a ser genérico. ¿Hay genéricos de homeopatía? ¿No parece que es muy diferente a cómo funciona un medicamento?
Muchas veces la crítica recurrente es que es preferible la homeopatía por las malas praxis de la industria farmacéutica.
La industria farmacéutica habrá hecho cosas malas, pero no puedes hacer una crítica general y utilizarla como argumento para apoyar otra cosa. Si tú tienes una crítica contra la industria farmacéutica, concrétala y defiéndela. Pero eso no hace bueno a la otra. Además, la homeopatía no la regalan.
Se está viendo un cambio de discurso en las asociaciones de homeopatía que ya hablan de prácticas complementarias en lugar de decir que son medicamentos alternativos.
Han estado cambiando de discurso siempre. Antes se llamaban alternativas, luego ya pasaron a ser complementarias para tomar además del tratamiento y ahora ya, como lo de complementaria no cuadraba, se llaman integrativas porque hay que ponerlo todo junto. A mí me parece bien que esté todo a la vez, pero con los mismos controles y que pase un ensayo clínico. Cuando lo pases no te hará falta apellido: será Medicina y nada más.
¿Y qué se puede hacer con gente como Pàmies?
Es un tipo que va a lugares públicos, con gente que le paga el viaje, y que, al terminar, pone un tenderete con productos para el cáncer y la diabetes. ¿Aquí no hay una ley contra la venta ambulante? ¿No hay una ley que regula la publicidad? Que en pleno siglo XXI alguien pueda vender una cosa que dice que cura el cáncer… Yo no quiero que hagan más leyes, quiero que se cumplan las que ya hay. La situación de alegalidad que veo en todo eso es impresionante. Los colegios de Enfermería, cuando surgieron las doulas, enseguida salieron atacándolo y condenándolo. ¿Qué hacen los colegios de médicos ante este intrusismo? ¿Qué hace un señor diciendo que cura el cáncer? Ni los colegios de médicos ni las autoridades están actuando como deberían.
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