La presentación del
Plan de Humanización de la comunidad de Madrid ha estado rodeada de momentos, valga la redundancia,
humanos. El relato de
Claudia Teglen, una de las pacientes implicada en el proyecto, sobre su
lucha contra la espasticidad, ha emocionado a los asistentes, que han aplaudido su intervención
durante más de un minuto. Antes, la responsable de Atención ante el final de la vida –uno de los diez ejes del programa– ya había hecho brotar alguna lágrima, con una metáfora que identificaba su labor médica con un
campo de batalla. El consejero,
Jesús Sánchez Martos, ha estado durante la mayor parte del acto
oculto en las últimas filas, insistiendo en que eran los profesionales y no él los
protagonistas de la jornada. Cuando hacia el término se ha acercado al escenario para clausurar el acto, ha restado minutos a su discurso para
proyectar un vídeoclip casero –un ‘lipdub’–, realizado por personal de la Consejeria. De nuevo se ha visto entre el público
sentimientos a flor de piel, que van muy en la línea de un Plan que, en vez de sobre tratamientos, fármacos o euros, habla de
expresar, tocar y sentir...
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