La Fe de Valencia y el Gregorio Marañón de Madrid son los dos únicos hospitales españoles acreditados para tratar a las víctimas de una catástrofe nuclear, según ha trascendido de una reciente visita al primero por parte de la consejera de Sanidad valenciana, Carmen Montón. Pudiera parecer con ello que el fin de la Guerra Fría en el siglo XX hubiera relajado las medidas de salud pública ante ese hipotético escenario. Pero, por suerte, el Gobierno dispone de otra infraestructura especializada en la atención de la población irradiada o contaminada por el efecto de la energía nuclear, solo que no pertenece al Ministerio de Sanidad, sino al de Economía y Competitividad: el Centro de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat). De hecho, este organismo hace un estricto seguimiento de protección radiológica a los habitantes cercanos a Palomares desde el accidente de 1966 en el que se estrelló un avión estadounidense repleto de armas nucleares en la localidad almeriense. Así que la bomba atómica no pillaría a España desprevenida del todo.
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