Con elegancia. Así ha sido la entrada de
Carmen Montón en el
Ministerio de Sanidad. El auditorio a rebosar y el primer gesto ha sido tener un detalle con su predecesora: le ha cedido la palabra para que se despidiera de la que ha sido su casa durante dos años.
Dolors Montserrat ha hecho un
discurso breve y plano, nada nuevo en una exministra que ha estado con dos ojos puestos en Cataluña y ninguno en la sanidad española. Y ahí es donde ha marcado distancias Montón. Con cortesía, pero dejando claro que al
Paseo del Prado llega una ministra que sabe muy bien lo que es la sanidad y cómo quiere que sea el SNS en el
Gobierno “socialista y feminista” de Pedro Sánchez. Montserrat ha salido a los pocos minutos, por la puerta principal pero sin miradas que se fijaran en ella. En los corrillos se podía notar quién podía estar satisfecho de su trabajo ministerial estos años y quién no. Pesos pesados como
Javier Castrodeza o
Carlos Moreno recibían atención y abrazos sinceros de los representantes sanitarios, mientras que las caras de
Encarnación Cruz Martos y
Elena Andradas eran un poema, tal vez sabedoras de que el sector no se queda con buen sabor de boca de su paso por el Ministerio…
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