Tras muchos meses de trabajo para sacar adelante la propuesta para que la
relación médico-paciente fuese declarada patrimonio inmaterial de la humanidad
por la Unesco en 2019, su impulsor,
Patricio Martínez, presidente de honor de CESM, admite que le ha caído algún que otro “jarro de agua fría”, puesto que el calendario marcado ya ha visto que no podrá cumplirse. Su contacto con los diferentes responsables de ministerios –Sanidad y Cultura- y con algunas consejerías está
rebajando su optimismo, puesto que “les cuesta entender que la relación médico-paciente pueda ser un bien cultural”. Además, se han encontrado por el camino con un duro competidor a nivel nacional, puesto que también hay una propuesta para que las
tapas de los bares recorran el mismo camino que
las fallas valencianas. “Ya que tenemos la dieta mediterránea como un gran bien, ahora la cuestión de la tapa es una aberración gastronómica”, comenta con humor Patricio Martínez, que pese a los obstáculos, asegura que seguirán perseverando en su objetivo…
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