Muchas cosas han cambiado en el Vaticano con el
papa Francisco. Desde el mismo momento de su nombramiento, la cercanía ha marcado el mandato del máximo dirigente de la iglesia, que se ha querido desmarcar de la imagen de lujo y opulencia que rodea a la institución con gestos que no dejan de sorprender. El último de ellos se produjo por algo tan sencillo como la compra de unos zapatos. Sin asesores ni encargos, el propio papa, de 80 años, acudió a una
farmacia especializada en
ortopedia cercana para elegir personalmente los zapatos especializados que utiliza para contrarrestar el
dolor crónico que le provoca una neuralgia del nervio ciático. Tan inesperada visita causó una tremenda sorpresa en los trabajadores del establecimiento, que se quedaron con el recuerdo de un crucifijo bendecido como recuerdo del que, a buen seguro, ha sido y será su cliente más ilustre…
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