La amistad en política conviene cocerla a fuego lento por si salta, que queme lo menos posible. De eso se van dando cuenta en
Cataluña, donde el
procés ha hecho impresionantes cabriolas en la complicidad independentista, que ya no se acuerda de las izquierdas y las derechas sino del
único fin posible de la desideologizada secesión. En esas ha entrado de lleno el
exconsejero de Salud, Antoni Comín, que ha loado la entrevista que le ha hecho en su blog
Carles Bosch, que en 2013 era director de operaciones de Hestia Alliance. La paradoja es que
antes de este masaje mutuo, en los tiempos en los que Comín se publicitaba como el azote desprivatizador,
no tenía problemas en dar lecciones de moral por los presuntos beneficios que el citado grupo sociosanitario sacó de la Generalitat catalana
supuestamente a cambio de una donación de 80.000 euros. En concreto,
un contrato de gestión de un hospital por 500 millones de euros que era legal, pero nada ejemplar, y que a Comín le sirvió para tomar distancia con quienes ahora aplaude…
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