Los
ingenieros dedicados al sector de la sanidad van a integrarse de manera definitiva en el cuerpo de funcionarios públicos. La
Generalitat de la Comunidad Valenciana está trabajando en una reforma legislativa que permitirá a este colectivo formar parte del bautizado
Cuerpo de Tecnología Sanitaria, una escala dividida en diferentes categorías profesionales que se situará en el grupo del
A1, donde convivirán con médicos o farmacéuticos.
Este cambio se materializará a través de una reforma de la
Ley de Función Pública Valenciana de 2021, que el Gobierno de Carlos Mazón ya ha ido dando forma a través de un texto que se ha sacado a información pública. El documento persigue ampliar uno de los anexos de la norma para hacer hueco a este
nuevo cuerpo tecnológico sanitario que estará integrado por cuatro perfiles diferentes:
ingenieros de organización, ingenieros biomédicos, ingenieros informáticos y científicos de datos. A ellos se sumarán también los biotecnólogos.
La reforma contempla que todos ellos deben disponer una formación universitaria en calidad de
graduado, ingeniero o licenciado. Además, entre sus funciones se incluye el desarrollo de actividades de
“nivel superior” propias de su correspondiente campo del conocimiento, siempre y cuando se enmarquen en los servicios sanitarios dependientes de la Conselleria de Sanidad.
Este nuevo cambio responde al acuerdo que el
Consejo de Gobierno ya adoptó a mediados de abril cuando declaró la urgencia en la tramitación de la norma que afectará también a la Ley de Medidas Fiscales, de Gestión Administrativa y Financiera de la Generalitat. Para poder avanzar en la hoja de ruta marcada, el Gobierno ha concedido ahora un plazo hasta el próximo 24 de junio para que la
sociedad civil, las agrupaciones profesionales o las diferentes voces autorizadas del sector planteen sus aportaciones a la nueva ley.
El rol del ingeniero en la sanidad
La Comunidad Valenciana persigue con esta nueva norma solucionar algunos problemas que ha identificado a la hora de
captar perfiles de ingenieros dedicados a la sanidad que estén adaptados al actual avance de la ciencia. Además, la nueva clasificación permitiría mejorar también la
planificación de las actividades sanitarias.
La decisión abre una primera puerta para el reconocimiento del papel de los
ingenieros sanitarios en el conjunto del Sistema Nacional de Salud (SNS) donde llevan décadas prestando servicios clave ligados a la asistencia, aunque no tengan unos roles tan marcado a nivel oficial. Esta reglamentación se suma a otras reivindicaciones históricas como el desarrollo de un
programa de formación de ingenieros residentes (IIR) que permitiría a los ingenieros instruirse en los hospitales de una manera similar a los médicos o los enfermeros.
Este debate se ha planteado en un contexto de auge de la tecnología sanitaria, así como de nuevas herramientas que conectan al paciente con el ingeniero. La
inteligencia artificial, el big data, la gestión de procesos o la eficiencia energética son solo algunas de las nuevas competencias que han ido adquiriendo y que continúan en proceso de transformación.
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