Este jueves ha comenzado el gran debate que da inicio al
curso político en Euskadi, en el que los parlamentarios vascos han sido testigos de las promesas del
lehendakari Íñigo Urkullu. El presidente autonómico ha anunciado, en un discurso con autocrítica, que el
servicio vasco de salud recibirá 1.200 millones de euros durante la próxima década para que vuelva a la situación de 2019, antes de la
crisis pandémica originada por la irrupción del Covid-19. Uno de los objetivos marcados por su Ejecutivo es el de bajar de las 48 horas de espera en las consultas de la
Atención Primaria. “Nuestro compromiso es recuperar las cifras previas al inicio de la pandemia en seis meses. Lo lograremos. Para ello, optimizaremos recursos y trabajaremos codo con codo con las y los profesionales”, ha recalcado Urkullu.
Concretamente, el
presidente vasco ha matizado que dicha inversión se efectuará a lo largo de los próximos
ocho años, por lo que en cada ejercicio Osakidetza recibirá una
dotación económica de 150 millones de euros. Este dinero servirá, tal y como ha enunciado Urkullu, para mejorar los datos del servicio sanitario en las
listas de espera tanto de la atención sanitaria como quirúrgica. “Mejorar los servicios sociales es siempre nuestra prioridad. Nuestro objetivo es que la ciudadanía y los profesionales sigan sintiéndose orgullosos de este servicio esencial de nuestro país”, ha justificado el lehendakari.
Y es que el plan del
Gobierno Vasco no es otro que volver a alzar a Osakidetza a lo más alto del Sistema Nacional de Salud (
SNS). Para ello, y consciente de que en el próximo año habrá
elecciones en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), el dirigente peneuvista ha puesto cifras a sus anuncios y promesas sanitarias: “En seis meses, nuestro compromiso es recuperar los
65 días de demora media en intervenciones quirúrgicas, bajar de los
30 días de espera para pacientes oncológicos y bajar de los
90 días para cirugías cardiacas”.
Pero las intenciones de Urkullu no han cesado ahí. Ha querido aprovechar este
debate de política general para lanzar un ‘guiño’ al
primer nivel asistencial de la región. Así, el presidente vasco ha mostrado sus ‘recetas’ para la
Atención Primaria vasca: “Bajar en los próximos seis meses de las
48 horas de espera y elevar la presencialidad del 61 al 70 por ciento, logrando un mayor equilibrio entre citas telefónicas y presenciales”.
Autocrítica del Gobierno en materia sanitaria
No obstante, y a pesar de tildar de “pilar fundamental” a Osakidetza, el lehendakari ha llevado al Parlamento Vasco un discurso en el que también ha mostrado asunción de responsabilidades. La
sanidad, el reto demográfico y la transición a energías renovables han sido las tres grandes ‘patas’ de la autocrítica que el presidente vasco ha querido realizar. “Son ejemplos de autocrítica compartida en el seno del Gobierno”, ha comenzado.
En cuanto a lo que sanidad se refiere, el lehendakari ha enumerado las facetas en las que cree que Osakidetza debería mejorar: “Reforzar el
servicio de Atención Primaria, búsqueda de alternativas al
déficit de profesionales sanitarios y
reducción de las listas de espera”. “Autocrítica para actuar”, ha proseguido, poniendo en valor que el presupuesto de la
Consejería de Salud es “838 millones superior al del 2019”.
Además, y sin entrar en exceso en resaltar las flaquezas de la
sanidad vasca, Urkullu ha enfatizado que durante el 2022 se amplió la
plantilla estructural de Osakidetza en unas 2.500 plazas. También ha recalcado que están en marcha las pruebas de las
Ofertas Públicas de Empleo (OPE) de 2020, 2021 y 2022. Se trata, tal y como ha detallado Urkullu, de
7.639 plazas en 110 categorías profesionales. “Esta apuesta en recursos humanos y materiales tiene como objeto mejorar el servicio público y recobrar el orgullo de pertenencia de las y los profesionales de Osakidetza”, ha argumentado.
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