Entre el 15 y el 30 por ciento de la población española presenta ojo seco, una patología cuya prevalencia se ha disparado desde el inicio de la pandemia por la Covid-19 debido a la obligación de uso de mascarillas, que pueden producir síntomas de sequedad ocular. Ahora, para ofrecer una atención óptima a este problema ocular, la Fundación Jiménez Díaz ha puesto en marcha una Unidad de Ojo Seco, que cuenta con oftalmólogos expertos en esta patología y la última tecnología en diagnóstico y tratamiento.
Según Ignacio Jiménez-Alfaro Morote, jefe del Servicio de Oftalmología del hospital y coordinador de la unidad, “son necesarias unidades subespecializadas como esta para buscar la excelencia, realizar un seguimiento personalizado y, por ende, mejorar la calidad de vida del paciente”.
Liderada también por Nicolás Alejandre Alba, jefe de la Sección de Córnea y Superficie Ocular del citado servicio, la unidad cuenta con personal auxiliar especializado en el seguimiento de este tipo de patología. “Es imprescindible que el equipo humano sea consciente de la trascendencia que tiene esta enfermedad para los pacientes”, subraya Alejandre. Y es que, aunque el ojo seco no es habitualmente una amenaza grave para la visión, sí tiene un enorme impacto en la calidad de vida, limitando notablemente numerosas actividades del día a día. De hecho, este grupo de población tiene una prevalencia de depresión más alta.
Una atención individualizada
Para la realización de un correcto diagnóstico, cada paciente debe ser valorado de forma individual. “Lo primero es clasificar correctamente el tipo de ojo seco para personalizar su abordaje, descartar enfermedades asociadas, fármacos o hábitos que empeoren su condición, analizar las estrategias y fármacos empleados hasta el momento, valorar con el paciente sus preferencias de tratamiento, etc. De este modo, consensuaremos y pautaremos el abordaje más adecuado para cada caso”, comenta Jiménez-Alfaro.
Para tratar esta patología, la Unidad de Ojo Seco de la Fundación Jiménez Díaz está dotada de la última tecnología disponible. “Dentro del equipamiento diagnóstico, contamos con el Keratograph 5M, el dispositivo más avanzado para el estudio de pacientes con ojo seco”, apunta el especialista. Este topógrafo corneal reúne en un solo equipo todas las exploraciones objetivas necesarias -estado de la superficie ocular, menisco lagrimal, tiempo de ruptura de la película lagrimal, evaluación de glándulas de meibomio (glándulas sebáceas de gran tamaño situadas en las placas tarsales de los párpados)- para evaluar cada caso, cada paciente, en profundidad.
Pero este no es el único instrumento destacado. “También disponemos del TearLab, la única tecnología del mercado capaz de cuantificar la osmolaridad de la película lagrimal que, según el consenso de los expertos internacionales, es fundamental para el diagnóstico y seguimiento del ojo seco; y la plataforma modula multiaplicación Lumenis M22, el equipo más sofisticado de IPL (Intense Pulsed Light), con el que se puede suministrar una amplia variedad de potencias con terminales específicos para el tratamiento de la disfunción de las glándulas de meibomio, alteración clave en el 90 por ciento de los pacientes con enfermedad de ojo seco en nuestro medio”, añade.
Perfil del paciente, ampliado por el uso de mascarillas
Generalmente, los pacientes con ojo seco tienen sensación de sequedad y de cuerpo extraño, acompañada en algunos casos de dolores, pinchazos, sensación de escozor y quemazón o necesidad de parpadear. En muchos pacientes, sin embargo, “prevalecen más los síntomas visuales”, matiza Alejandre, añadiendo: “Son personas que presentan buena agudeza visual, pero esta disminuye drásticamente cuando llevan un tiempo realizando actividades en las que necesitan fijar la vista”.
Actualmente, el uso de mascarillas ha disparado el número de pacientes que presenta síntomas de sequedad ocular. Según el especialista, esto se debe, sobre todo, “al aire que sale por la parte superior de la mascarilla, que reseca la superficie ocular”. “También estamos viendo pacientes que, tras pasar la Covid-19, acuden a consulta por la aparición brusca de estos síntomas”, admite.
La enfermedad de ojo seco es una patología en la que intervienen diferentes factores: hormonales, nutricionales, envejecimiento, la salud del paciente, sus enfermedades, las medicaciones que tome…. Además, tal y como indica el oftalmólogo, también influyen factores externos como la sequedad ambiental y la contaminación.
Todo esto genera alteraciones en la cantidad y la calidad de la lágrima, lo que aumenta su osmolaridad (concentración de sales) y favorece la inflamación, de forma que la lágrima ya no protege la superficie ocular y empieza a presentar pequeñas heridas que pueden agravarse. Cabe destacar que uno de los factores más importantes son los cambios que se dan en las glándulas de meibomio: “Su atrofia disminuye y altera el componente lipídico de la película lagrimal, haciendo que la lágrima sea muy inestable y se evapore con rapidez”, incide el Jiménez-Alfaro.
La investigación, uno de los pilares de la unidad
La Unidad de Ojo Seco de la Fundación Jiménez Díaz, además de participar en ensayos clínicos de nuevos tratamientos, tiene en marcha en la actualidad diferentes líneas de investigación. La principal de ellas busca conocer cómo optimizar los tratamientos de luz pulsada intensa en cada paciente. Aunque es una tecnología que lleva ya algunos años desarrollada, “en el campo del ojo seco estamos seguros de que podemos llegar a un gran nivel de personalización”, afirma Alejandre.
“Además, estamos realizando estudios enfocados a comprender mejor el ojo seco en la población oncológica y cómo influyen los tratamientos en la superficie ocular de nuestros pacientes”, avanza el especialista. “También tenemos un proyecto para estudiar en qué momento del proceso de cada paciente es más eficaz medir la osmolaridad de la película lagrimal”, concluye.
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