Redacción. Madrid
El Hospital Universitario Infanta Cristina ha recibido la Certificación UNE 179003 de Seguridad del Paciente, que concede AENOR, y que garantiza el Sistema de Gestión de Riesgos que ha desarrollado el centro sanitario para mejorar la eficacia en las actuaciones clínicas y la reducción de los riesgos que puedan tener los pacientes.
Alberto Pardo, subdirector general de Calidad Asistencial de la Consejería, Marta Serrano, gerente del Área de Sanidad y Seguridad Laboral de AENOR, Carlos Mingo, gerente del hospital, y Julio Zarco, director general de Coordinación de la Atención al Ciudadano y Humanización de la Asistencia Sanitaria de la Consejería.
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Aplicando y utilizando como base la Norma UNE, el hospital ha elaborado un Sistema de Gestión de Riesgos que afecta a todos los servicios y que de forma proactiva y reactiva, analiza todos los riesgos posibles que puedan tener las personas ingresadas para poner los medios que lo eviten.
En el Hospital Infanta Cristina se ha formado un Comité Director que lidera las estrategias en seguridad del paciente, y del que es responsable directa la Dirección de Enfermería, y la Unidad Funcional de Gestión de Riesgos, un segundo grupo más operativo integrado por los representantes de seguridad de cada uno de los servicios, que se encarga de identificar el riesgo potencial, al que se da un valor en función de la gravedad y de la frecuencia con la que se pueda producir. Tras este análisis, a cada riesgo se le asigna una prioridad específica que permita abordarlo en relación a una escala de importancia.
Entre otros beneficios que presenta la certificación UNE 179003 se encuentra la mejora de los resultados sobre los pacientes, tanto en términos de salud como de efectividad en las actuaciones clínicas, al identificar y valorar los riesgos a los que está sometido el paciente y, por tanto, reducirlos o eliminarlos.
Además, contribuye a la mejora en la gestión de los recursos disponibles al reducirse los gastos ocasionados por posibles eventos adversos en la asistencia a los pacientes, y por una mayor eficacia en su utilización. Todo ello redunda en un aumento de la confianza en el sistema sanitario público por parte de los pacientes, los profesionales y la sociedad en su conjunto.