El Hospital Gregorio Marañón ha inaugurado este martes un jardín de recreo en su azotea para los niños ingresados en el centro, una iniciativa con 1.200 metros cuadrados de áreas lúdicas de la mano de la Fundación Juegaterapia.
El nuevo espacio, denominado 'Las nubes de mi hospi', se enmarca en el plan de humanización de la asistencia sanitaria del centro este centro sanitario madrileño y está apadrinado por Rafael Moneo, Premio Príncipe de Asturias y autor del diseño del edificio Materno Infantil.
El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, ha inaugurado este "espacio de aventuras" que cuenta con áreas divididas por temáticas enfocadas a los gustos de los pequeños según grupos de edad.
El objetivo en su diseño ha sido que todos los menores atendidos en este hospital madrileño tengan una zona de juego, descanso, cultura y deporte al aire libre, junto a sus familias y con todas las medidas de seguridad y asistenciales que requieran.
Este jardín se suma a los que la Fundación Juegaterapia ya ha proyectado en los Hospitales de La Paz y 12 de Octubre, en Madrid, y al de La Fe, en Valencia. Además, este año han comenzado las obras en la azotea del Hospital Niño Jesús para crear una zona similar.
"El hecho de reforzar su estado de ánimo, de no mantener siempre su estancia hospitalaria en el mismo lugar, tener contacto con la luz y realizar actividades que harían en la vida normal tiene repercusión directa sobre la evolución de la enfermedad", ha destacado el consejero.
Por su parte, Mónica Esteban, presidenta y fundadora de la Fundación Juegaterapia, ha puesto en valor la importancia para los niños ingresados de disfrutar de actividades al aire libre. "El objetivo siempre es que los niños puedan jugar. Así de sencillo parece, pero para nosotros es crucial", ha indicado.
Se trata de la última de una serie de actuaciones emprendidas por el Gregorio Marañón para humanizar la asistencia sanitaria que presta. Coordinadas por su Comité de Humanización, ha llevado a cabo otras acciones como la de crear un cine, convertir la planta de oncología en una estación lunar, acondicionar las terrazas interiores para impartir clases de golf o la adaptación de un espacio de cuento en el TAC y la Resonancia Magnética infantil.
Junto a estas transformaciones, se han puesto en marcha programas pioneros como FarmAventura, para aumentar la adherencia a los tratamientos de los pacientes pediátricos con enfermedades crónicas a través del juego; la Unidad del Color, para evitar o disminuir su dolor cuando hay que realizarles pruebas o tratamientos; la instalación de una sala híbrida de Cardiología Intervencionista convertida en una máquina para héroes; o el proyecto Diarios de vida, un libro que escriben los profesionales para los prematuros ingresados en el Servicio de Neonatología.
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