Antoni Comín vive sus horas más difíciles desde que decidió huir a Bruselas en compañía del expresident Carles Puigdemont y otros exconsellers de Cataluña. El que ha sido el primer titular del Departament de Salud que no era médico en la historia democrática de la Generalitat se ha quedado solo en la capital belga: Puigdemont está encarcelado en Alemania, y desde el partido político que le aupó al Govern hace unos años, ERC, le presionan para que ceda su acta de diputado para que exista una mayoría independentista efectiva en el Parlament. El lazo amarillo que le recuerda en el escaño que ocupó debe dejar paso a un nuevo diputado tangible.
Su figura pública quedó especialmente dañada hace unos meses cuando El Programa de Ana Rosa Quintana destapó una exclusiva (se dudó de si con la 'colaboración indirecta' del propio Comín) que sacaba a la luz pública los mensajes al móvil enviados por un Puigdemont que dejaba entrever una rendición ante la presión de Moncloa.
Comín estaba encantado sintiéndose protagonista del 'procés'. Como conseller de Salud tuvo una incidencia muy significativa el 1-O: su departamento de prensa se encargó de dar con inusitada actualización los partes de heridos durante la jornada del referendum ilegal, además en varios idiomas para que el mensaje calase más allá de los Pirineos. El conseller llegó a amenazar con demandar a los medios de comunicación españoles que pusieron en duda estos partes tan rápidos y múltiples. Queda aún por ver si su consejería desvió incluso algún fondo para sufragar la consulta.
Soledad en Bélgica
Ya fugado en Bruselas ha seguido tratando de mantener ese protagonismo, sin dar su brazo a torcer, con el apoyo especial de su hermana Betona y su marido. No quiso regresar a Cataluña cuando lo hicieron algunos de los consellers fugados. No renunció tampoco a su acta de diputado aunque vio que otros compañeros lo hacían. La detención de Puigdemont y el proceso judicial al que ha accedido voluntariamente la exconsellera Clara Ponsatí en Escocia le han dejado definitivamente solo en Bruselas. Ante él se abre la disyuntiva de regresar y ser sometido a la Justicia como el resto; enrocarse en su acta de diputado hasta que haya nuevas elecciones; o simplemente quedarse en Bélgica y empezar allí una nueva vida.
El entorno de su valedor Oriol Junqueras le presiona ahora para que la mayoría del Parlament sea independentista. Lo confirmaba este mismo jueves el adjunto a la Presidencia de ERC, Pere Aragonès: "Hemos estado hablando con él y estamos valorando todas las situaciones", ha expuesto, aunque ha puntualizado que la decisión final es personal y corresponde a Comín. El dilema del último mohicano fugado tiene pendiente a millones de personas.
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